ESTER [6]
EL PUDOR RESTAURADO

HIJA DE EVA
El pudor no existía en mi vida
Desde que tengo uso de razón todos los veranos íbamos a la playa y allí andábamos medio desnudos.
No importaba si éramos tanto
los adultos como los niños,
porque allí todo daba igual
 
Así que al educarme en ese ambiente, mi cuerpo era algo que no importaba mostrarle a nadie. Yo era la candidata perfecta para playas nudistas, y la idea siempre me atrajo, (aunque aún así, la gracia del Señor evitó que tratara con personas que me llevaran a esos lugares) .
                   Pasé una adolescencia con problemas de obesidad por problemas de salud, pero al llegar a los 17 mi cuerpo volvió a ser lo que era, ‘su esplendor’ juvenil se descubrió ante el mundo, y aunque yo todavía andaba muy ingenua, vi que a los hombres les gustaba. Descubrí el poder que ejercía eso, y yo, que siempre había sido tan tímida, me solté, me dejé llevar, y me abandoné alegremente a lo que me ofreciera el mundo de la concupiscencia en todas sus formas.
                 Al entrar en la edad adulta y la madurez sexual la cosa fue degradándose poco a poco aún más. Mi cuerpo y mis apetitos me convirtieron en una esclava de mis pasiones.
—oOo—
Desde que Cristo apareció en mi vida comenzó un proceso en el que el Señor me fue enseñando y mostrando cómo es el pudor en Él, cuánto le agrada y cómo le gustaría que yo le dijera que sí a ese cambio. 
                   Eso me lo manifestaba pacientemente cientos de veces. Él quiere tenerme libre y es en esa libertad  donde quiere que decida ser suya.
                  Un día estaba revisando mi ropa interior, había mucha lencería erótica acumulada, y entonces sentí como el Señor me invitaba a que la tirara. Al principio dudé, ¡me había gastado tanto dinero! una fortuna en prendas tan exclusivas! (yo ganaba mucho dinero para mí sola en esa época y no me privaba de ningún capricho), incluso pensé en regalárselo a alguna amiga, pero mi Señor me hizo saber que de ningún modo, que por favor esa ropa desapareciera de mi vida («si yo quería», siempre «si yo quería»). Ya en esa época andaba enamorada todo el día de Él, así que como sólo quería hacerlo todo por y para Él, aunque aún no lo entendiera demasiado, lo tiré todo a la basura de una vez y sin mirar atrás. Mi Señor, con la mayor de las dulzuras y respeto, me iba mostrando cada día, cómo mi manera de vestir seguía teniendo toda una intencionalidad respecto a los hombres… era algo muy sutil.En otra ocasión en la playa, se dieron bastantes circunstancias donde el señor me hizo ver que no era ese el modo de actuar en el pudor que él deseaba que yo le ofreciera. No como un acto de obligación, sino como una respuesta de amor feliz y entregada a él. Aunque primero debía de entenderlo. Yo siempre he ido en biquini, y me encanta, pues bien, el señor empezó a hacerme estudiar la intencionalidad que tenía yo misma al bajar en la playa en biquini. Mostrar mi cuerpo cuando iba por la avenida, con un deseo muy profundo que ni yo quería reconocer de seducción. De vanidad, de desear ser mirada, aunque luego no lo fuera. Esta es la intención que el Señor miraba en mí, y la que quería erradicar, yo podía usar el bikini siempre y cuando mi intención fuera pura.-‘Vale mi Señor, mi intención será pura, es solo para tomar el sol y disfrutar del mar’.  Pero tuve que ir comprobando, para mi pesar, que no se cumplía esto la mayoría de las veces, incluso me sorprendía a mí misma adoptando ciertas poses, que cuando iba en bañador o con ropa cubierta no hacía. Cada día se convirtió en una prueba donde constataba que el Señor sí tenía razón. Así que empecé a bajar a la playa cubierta con un vestido.El Señor me insinuaba que podía ser mejor el bañador, al cual yo había desterrado por incomodidad. Un día iba al mercado y el espíritu me hacía girar en una calle en la que justo había un bañador muy mono, más yo seguía de largo. ¡Un bañador! No!, el caso es que varios días pasaba por allí, y finalmente una voz me dijo, porque no te pruebas, me lo probé, era el único que quedaba y mi talla no era fácil. Me quedaba perfecto. «Blanco y en botella» se dice aquí a cómo a veces te habla tan claro el señor sin palabras. ¿Verdad?

Empecé a usarlo de nuevo y comprobar que no era lo mismo bajar con bañador que con bikini, así que tuve que aceptar, un poco a regañadientes, pero aceptarlo al fin, por amor, que tiene que ser así. El señor [hasta ahora] no me impide usar bikini, pero sí es muy estricto en la intención interior con la que se lleva, la limpieza del alma. Porque cuando lo llevas  de este modo, te cubres. Y está muy atento a la exposición y al riesgo que eso supone. De tal modo que cuando llevas una prenda así, una ha de estar tan atenta a que no se le escape de las manos sus pensamientos.

En otra ocasión tuve una reunión de trabajo con dos socios, estos querían asociarse conmigo para una consultora. Cuando me estaba arreglando de modo habitual, el señor dulcemente me dijo que porque me ponía un vestido tan ajustado, si, si, que me quedaba fenomenal, pero, para qué, y porque esos tacones que les iban a resultar tan seductores?,. Y por qué acicalarse de ese modo?Era sólo una entrevista de trabajo ¿no? ¿Por qué utilizaba mi cuerpo y mi pureza como elemento añadido de negociación en algo tan prosaico como una transacción comercial? ¿Por que iba a someter a esos hombres bajo el halo de la seducción de la carne? Eso no era muy profesional ¿ no?

De primeras me puse a la defensiva. ¿No es esto un poco exagerado? Al fin y al cabo era una mujer moderna. No entendía, lo había hecho siempre así. ¡Cómo me costaba entender estas cosas! Veía ante mí a mi Dios muy celoso y preocupado, que me rogaba dulcemente que podía hacerlo de otro modo. Y que esperaba que así fuera. 

 Jamás me lanzó ninguna acusación, simplemente me hacía entender la naturaleza real de mi intención. Entre el asombro y el deseo de darle lo que me pidiera, al tomar conciencia de ella, la iba modificando, porque en verdad no me gustaba nada lo que veía. ¿Qué le iba a decir pues, con ese amor que me arrebataba, con ese cariño, con ese celo tan protector que jamás había sentido en ningún ser humano?

Esto se ha ido repitiendo muchas, muchas, veces, ha sido una escuela del pudor en la que el Espíritu ha ido ayudándome, por gracia suya y para bien mío.

Esta faceta de las intenciones del alma también me las ha ido mostrando en obras de caridad, y en obras que aparentemente son buenas y bien juzgadas por el mundo, pero que quizá en el interior no son tan puras como él desea. Desde el principio me dijo que esperaba que mis obras fueran auténticas, no marcadas por el  amor propio o un interés. La intención oculta de los actos era lo que vale. Y siempre me ha pedido que mi intención fuera hacer las cosas por amor a Él. Así, voy comprobando con el tiempo y viendo fotos de antaño como por pura gracia suya ha decidido hacerlo todo Él, e ir cambiándome poco a poco con su paciencia con su dulzura.

                  Aparentemente me vestía correctamente, pero sólo el Señor y yo sabíamos qué había detrás de elegir determinada prenda, de pintarme los labios de determinado color o ponerme esos vertiginosos tacones de aguja, y para qué. Reconocía ahora una intención oculta en el fondo que me costó reconocer al principio.

                   En esto el Señor siempre me lo ha hecho ver con tanto amor, ¡con tanta claridad y delicadeza! Sin ninguna acusación, simplemente me hacía entender la naturaleza real de mi intención. Y al tomar conciencia de ella, yo la iba modificando, porque en verdad no me gustaba nada lo que veía.Esta faceta de las intenciones del alma también me las ha ido mostrando en las obras de caridad, y en actos que aparentemente son buenos, pero que en el interior no son tan puros como Él desea. Están marcadas por el amor propio o por el interés. En realidad, la intención oculta de los actos es lo que los define muchas de las veces. Y la mejor intención no es otra que hacer las cosas por amor a Él.

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1 comentario en «ESTER [6]
EL PUDOR RESTAURADO
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  1. Muy buen texto. Siempre tuve la idea de que una vez que se rompe el pudor, es muy difícil recuperarlo. Y esa es una de las razones (y no menor) por las que me opongo a las clases de Educación Sexual. La exposición de la propia intimidad ante muchos (y para más gravedad, a varones y mujeres juntos), rompe el pudor que permite luego las aberraciones que hoy en día se ven.

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