LA BODAS DEL CORDERO CON LA IGLESIA¡Y CONTIGO MUJER!

LAS BODAS DEL CORDERO CON LA IGLESIA        Y CON CADA ALMA, TAMBIÉN CON LA TUYA

 Querida lectora:

Lo que sigue lo había escrito como Introducción de un libro sobre la esponsalidad como vocación de toda alma de mujer. Pero no quise asustar o decepcionar a alguna lectora haciéndole una propuesta que le pareciese descabellada. Si has leído hasta ahora, es tiempo de revelarte más claramente la propuesta. Esto es lo que temí decir antes para no espantar a algún alma. Es lo que funda la fe católica en la oferta que te hago en nombre del Señor.

Lo que el Apocalipsis anuncia para el fin de los tiempos es el triunfo definitivo del amor esponsal entre el Verbo Dios hecho Hombre, Jesucristo, con la Humanidad. No con toda la humanidad, sino con aquella parte de la humanidad que es la Humanidad nueva la que creyó en Él y lo amó: la Iglesia.

Pero esas bodas se van realizando en el tiempo, generación tras generación. Esa Alianza esponsal se sella con el esponsal de cada una de las almas creyentes al requerimiento amoroso del Señor.

Esas bodas del Cordero se van realizando, con el sí de toda la Iglesia que es la suma del sí de cada alma de bautizado[1]. Pero de manera especial, se van realizando en el sí esponsal de las mujeres bautizadas y creyentes, pues ellas han sido creadas con el designio divino de formar la Iglesia de manera parecida a como todas las partículas del pan forman la Hostia consagrada, pero en cada partícula está Jesucristo entero.

¿Solteras o casadas y esposas de Jesucristo?

Así toda mujer creyente está llamada a la fe y a ser discípula, pero discípula en calidad de esposa del Cordero. Porque en cada una está la Iglesia entera en forma individual y única. En cada una – en ti mujer que lees estas líneas – subsiste en forma concreta la Iglesia en una versión irrepetible e inefable de Esposa del Cordero.

Para este vínculo esponsal de la bautizada con el Verbo Eterno no es impedimento ningún estado civil o religioso, soltera, casada, viuda, consagrada… Todas están llamadas a configurar su vida de fe con la  respuesta esponsal que da la Iglesia a Jesucristo, su divino Esposo. Ante el corazón de cada una, desde su concepción hasta su muerte,  está el divino Esposo suplicante que le dice: Mira que estoy ante tu puerta y llamo, si escuchas mi voz y me abres la puerta, yo  entraré donde ti y cenaremos juntos[2].

Acabo de recibir el eco de una hija mía que está leyendo el borrador de este libro y me escribe: “hoy de mañana hablaba con Jesús, luego de ir a Misa y le decía con frecuencia que con amor lo recibía en mí. Y empecé a recordar que desde hace años Jesús esperaba que yo lo recibiera como esposo.  Lo que quiero decir es que Jesús en mí,  deseaba ser recibido, como Aquél que está a la puerta y llama. La humildad del Señor que espera ser recibido me conmovió profundamente”[3].

Y días antes otra persona me escribía esto: “¡Hola! ¿Padre cómo está? Soy C. amiga de G. ¿Me recuerda? fui hablar con usted por lo que viví con mi familia. Fue una  vivencia con el mal espíritu… ¡Usted me habló sobre el Amor esponsal con el Señor! ¡Me ayudó muchísimo!  ¡El hablar con el Señor como mi esposo, me da mucha paz! ¿Recuerda, que usted me iba a pasar material sobre el camino del Amor esponsal con el Señor? Le agradezco  mucho·”

Y una tercera: “Querido Padre Horacio, justo ahorita que le escribo me siento embriagada del Amor de mi Dios, tan besada por mi Jesús… pura gracia…

Me alegra mucho saber de la preparación del libro, será de tanto bien para tantas mujeres que andamos por ahí mendigando amor, y que no nos acabamos de enterar de la altísima dignidad que nuestro Señor nos ha dado.

A la vez me sorprende que se haya incluido mi testimonio, bendito sea Dios que se vale de todo para llamar a más almas a su amor. Por supuesto lo apruebo, me parece que está bien así tal cual lo escribí entonces pues fue lo que salió de mi corazón en aquel momento.

¡Qué alegría será poder compartir el libro con otras amigas!

Jesucristo te pregunta:  ¿quieres aceptarme como esposo?

Por eso a ti, lectora de estas líneas, ahora mismo el Señor te está preguntando: Mira que estoy a la puerta de tu corazón y llamo. Sé que tu alma me necesita, pero conozco también el encierro en que quizás vives.  ¿Me aceptas como Esposo? ¿Quieres ser mi esposa?

¿Te sorprende la pregunta? ¿O te sorprende que tu alma se haya adelantado a responder sin darte tiempo ni siquiera a pensarlo? O quizás la pregunta ha levantado en ti extrañeza… o resistencias o cierta incredulidad, o dudas y temores…  Quizás ni siquiera puedes te cuesta creer que la pregunta se dirija a ti, no puedes concebirlo.

Quizás necesitas dejarte instruir y cambiar tu manera de pensar, y eso sucederá infaliblemente si le abres la puerta al que también ha dicho: “a las almas que amo, las convenzo y enseño, para que vuelvan a encender su buen deseo y cambien de opinión”[4].

El Señor es humilde pero su amor es exigente porque tiene celo por el bien de la esposa a la que muchas veces encuentra dormida y de alguna manera remolona a su invitación. Leemos en el Cantar de los Cantares que cuando la esposa se demoró en abrir, entretenida por vanas dudas, cuando por fin se levantó para abrirle, su amado se había ido ya[5].

Por eso, mi querida lectora “si hoy escuchas su voz, no se endurezca tu corazón”[6]. Si surgen en tu alma objeciones contra lo que lees en estas páginas, déjalas de lado hasta que termines de leer este libro. Pero  mi  consejo es que no te demores en  abrir la puerta y darle el Sí al que te llama y pide lo aceptes como esposo.

A raíz de numerosas consultas, publico  estas páginas de consultas, testimonios y respuestas a tantas mujeres atribuladas por la incertidumbre y por no haberse encontrado con el varón soñado que la llevase al altar como esposa. En las respuestas que les di a ellas te señalo a ti, querida lectora y le señalo a todas, el camino de la espiritualidad esponsal con el Verbo Encarnado, Jesucristo.

En estas páginas recojo también el testimonio de muchas mujeres que encontraron en este camino esponsal con Jesucristo lo que el más profundo anhelo de su alma buscaba. Y también encontrará el testimonio de algunas que, además, yendo por el camino de la esponsalidad con Jesucristo, se encontraron con el esposo en la tierra que anhelaba su alma. Es lo que pido al Señor para ti, amable lectora. Te deseo un feliz encuentro esponsal con Jesucristo.

[1] De hecho, el alma del varón, ante Dios, está en situación análoga al alma de una esposa frente a su esposo

[2] Traducción y glosa libre de Apocalipsis 3,20

[3] Todos los testimonios se publican con expreso permiso de las autoras sin dar su nombre verdadero

[4] Traducción y glosa libre de Apocalipsis 3, 19

[5] Cantar de los Cantares 5, 1-7

[6] Hebreos 3, 7.15 citando el Salmo 94, 7-11

1 comentario en «LA BODAS DEL CORDERO CON LA IGLESIA¡Y CONTIGO MUJER!»

  1. Muy de acuerdo en todo. Contenta con los testimonios.
    Esos libros: «Me quiero casar» Tomos 1 y 2.me reencaminaron la vida. La verdad central. llamado y aceptación a la vida esponsal, se ha convertido como una atalaya, desde donde veo y orienta el Señor mi humilde vida.»Quien no lo crea, haga la prueba» como decía S. Teresa de Jesús. No tema en dar el «SI» en la fe y el amor o deseo de amar y dejarse amar.

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