RADIOGRAFÍAS DE LA CONDUCTA SEXUAL RIOPLATENSE
EL DIVORCIO ENTRE EL SEXO Y EL AMOR

CHACARERA –  Baile en países del Virreinato Hispano-criollo bailada por parejas que danzan libremente en grupo con rondas y vueltas. Se miran y se admiran. 

EL GRAN DIVORCIO

El Sexo Separándose del Amor

RADIOGRAFÍAS DE LA CONDUCTA SEXUAL RIOPLATENSE

Habiéndose publicado este ensayo el 9 de enero de este año, ha sido conveniente corregir erratas y agregar enlaces

  MILONGA  Protectorado Franco-sajón garibaldino. Nace hacia 1870 en los puertos del Río de la Plata en clases urbanas más pobres de la sociedad y los inmigrantes europeos y africanos.

 Ezequiel Martínez Estrada describe en su obra Radiografía de la Pampa algunas raíces históricas de ciertas costumbres y prejuicios socio-sexuales rioplatenses.
Remontándose a la llegada a estas regiones de los evangelizadores españoles, los adelantados y sus huestes llegaron aquí sin mujeres españolas o muy pocas. El español se unió a la mujer india de las tribus benévolas como la guaraní o la chaná.              La fe católica dio origen a un mestizaje sin violación de la mujer, y al nacimiento de una nueva raza mestiza, al edificar, sin violencia y por libre consentimiento, una relación matrimonial estable y el amor de los padres a sus hijos mestizos. Por el contrario, el indio hostil y no evangelizado raptó y violó a la cautiva hispánica
El adelantado español, católico, en el marco de la visión católica que inspiró las Leyes de Indias, al ingresar en estas tierras se apareó a la mujer ajena de la tribu amiga, cedida gustosamente por los suyos. No fue un raptor. Trató de igual a igual al suegro indio.
No así el español borbónico permanecido en España como se ve de manera clara en un hecho: no introdujo en España a la mujer india ni le podía entregar a varones salvajes una hija cristiana española.
La Antropología social enseña que tierra y mujeres son bienes que el hombre sólo intercambia con el que considera como su igual o semejante. Si no hay ese intercambio, las declaraciones de igualdad son declamación verbal. El estudio de las religiones y los mitos, enseña que tierra y mujer son realidades intercambiables a nivel simbólico. El ingreso a las tierras americanas, cambió al español hispano-católico peninsular en un nuevo tipo de español americano: el criollo. Así como en la España peninsular convivieron catalanes, castellanos y andaluces, así, en los Virreinatos de Imperio Español, sea en América como en Filipinas convivieron y se mestizaron blancos y nativos, los criollos
Estrada, analizando las costumbres familiares y sexuales de los descendientes del conquistador en las pampas, destaca en la conducta del gaucho que va y viene y de su china amparada en el rancho. Advenida primero la traición borbónico-masona y luego la consiguiente hora sí invasión franco-sajona, en medio de la disgregación económico-social que pinta el “Martín Fierro” la mujer quedó fácilmente desamparada, abandonada con los hijos…
La sociedad patricia liberal post-hispana, prescribe un doble canon para la mujer. Aprecia y exige de la novia la virginidad y de la esposa la fidelidad. Pero se permite así mismo, sin reproche, el adulterio; hasta el punto que la fidelidad monogámica es considerada como tacha de poca hombría.
La mujer rioplatense posterior al virreinato, no tuvo más remedio que adaptarse y aceptar ese rol: mujer fiel, por exigencia obvia, socialmente sancionada, de un hombre que a menudo, por una obvia apreciación social, combinada con la apostasía de la fe católica, vivía conflictivamente, sin podía armonizarlas, las exigencias del “honor” varonil y las de la fidelidad conyugal.
¿Hasta qué punto no hay en esta formación de la estructura ósea de la pareja hispano-rioplatense una recaída en lo precristiano por la borbonización peninsular?

      LA CAUTIVA – 1880 – J.M. Blanes

Juan Zorrilla de San Martín
¿Tabaré y el parto de otra raza?

Los poetas suelen decir verdades que muchos desconocen. Tabaré, el de Zorrilla, contiene como una admonición y un reproche emanado por un relato de descenso a los infiernos del inconsciente colectivo del hombre latinoamericano post hispánico
                    El “Tabaré” parece sugerir que nuestra raza hubiera sido muy distinta de haberse podido establecer otro tipo de pareja no impuesto hispano-criolla. Pero el abismo cultural no lo toleraba si no era impuesto por el malón que las robaba.

     EL REGRESO DE LA CAUTIVA              1880 – Juan Manuel Blanes

El Tabaré de Zorrilla de San Martín es «un Ceferino Namuncurá en potencia»: un fruto que los prejuicios humanos tardaron en permitir que madurase. Tabaré exalta el rol evangelizador de la mujer cristiana la cual bautiza al hijo recién nacido de su martirio como hizo la madre de Ceferino. Los prejuicios raramente afloran a la conciencia. Pertenecen por lo general al inconsciente colectivo. Sólo un poeta podía hacerlos aflorar en el conjunto de sus sueños poéticos. Pero las consecuencias de los pecados son continentales, cósmicas, históricas.

La insustituible iniciación recíproca
En nuestra cultura rioplatense, el problema de las relaciones sexuales pre y extra matrimoniales no es sólo un problema moderno por agresión cultural extraña. Tiene una raíz atávica en el pecado original. Mucho antes que la cátedra comercial se apoderara de los medios funcionaba ya una cátedra autóctona de cuchicheos de comadres y machismos compulsivos. Y aún antes, en el encuentro del español católico con el indígena pagano.
Ambas cátedras criollas orientaban, ya de antiguo, los temores y deseos de los jóvenes. Mucho antes de que surgiera la cátedra comercial y cinematográfica, ambas manos de la doctrina Monroe cuya meta sigue siendo la de des-hispanizar y des-catolizar los antiguos virreinatos del Imperio mundial católico.
Según los prejuicios de nuestra sociedad uruguaya post-hispánica y post-católica, bajo el protectorado agresivo de la imposición franco-garibaldino-sajona, el “hombre” debía tener relaciones pre-matrimoniales para saber cómo comportarse en el matrimonio, y para evitarse, sobre todo, situaciones de bochorno en la “primera noche”. Este prejuicio social atribuía, entonces, al varón el papel de iniciador de la mujer y a ésta el rol pasivo de ser iniciada.
La sabiduría de la fe católica es muy otra. En gran parte, la felicidad de la pareja depende de que la iniciación sea una obra recíproca y conjunta, de ambos cónyuges. Un obra absolutamente única a irrepetible. El prurito de afirmarse a sí mismo como el que enseña al otro y nada tiene que aprender de él, es el comportamiento menos apto para fundar sobre él el respeto, el agradecimiento y el amor mutuo, que han de durar toda una vida. Es una actitud soberbia y de dominación y menosprecio.
La emancipación sexual de la mujer no hace más que empeorar las cosas y alejar la posibilidad de un encuentro original y único entre individuos. Es la mujer leona que devora al macho cabrío, según lo plasmó es escultor griego en el monumento funerario de Lays, la afamada prostituta corintia.

Al revés que en la Biblia
Según el prejuicio corriente, en nuestro medio, venimos de decirlo, era pues el hombre el que tenía que iniciarse sexualmente fuera del matrimonio para poder enseñar a su mujer… La idea bíblica está en los antípodas. Ella nos dice que en el matrimonio: “el hombre conoce a su mujer”. El que aprende, por lo tanto, es el hombre. Y no aprende un comportamiento a una técnica transferible y en cierto modo universal, sino que conoce y aprende a una persona, única e irrepetible. Y la conoce, porque es ella la que se le da a conocer y le revela quién es, en su más profundo misterio.
                No existe en efecto el sexo o el acto sexual. Lo que existe son personas, individuos, sexuados, capaces de amarse y entregarse el uno al otro, también sexualmente. La realidad real consta siempre de hechos únicos. No existen los universales si no es en el mundo de las ideas o de los delirios. Y la persona es lo más individual, tan único como sus huellas digitales, y es, por eso, sólo cognoscible individualmente. Madre hay una sola. Y esposa también. No hay dos iguales. Y esto lo sabían los patriarcas, no por donjuanes, sino como honestos polígamos.

¿Causa de tantos fracasos?
En una cosa coinciden las cátedras exotéricas de los cuchicheos y la de los mass-media: todas ellas despersonalizan, des-invidualizan la imagen de la relación sexual. Tratan lo sexual como casi exclusivamente biológico (erótico-genital) o a lo más psicológico (humoral-sentimental). En esas escuelas se forman en gran parte generaciones de jóvenes para un fracaso casi inevitable, si, como es de temer, salen de esa clase convertidos en copiones de conductas ajenas.
                    Con patrones estandarizados de comportamientos es imposible construir esta obra de arte que consiste en armonizar dos cuerpos en una sola carne. O sea: dos individuos inefables, en una pareja irrepetible.
                   Desde el primer apretón de manos, los jóvenes deberían ser ayudados a pensar y comprender que han entrado en contacto con un ser tan único e irrepetible como lo son las impresiones digitales de la mano que estrechan. Desgraciadamente, nuestra cultura deja la consideración del misterio de las huellas digitales al genio poco romántico de la policía técnica. Y sin embargo, lo que hace el éxito de una buena pesquisa, debería ser la misma sólida base para un buen matrimonio.
                    En un subido porcentaje de dificultades y fracasos matrimoniales, parecería que ha sido factor decisivo la incapacidad de zafarse de conductas en serie – las cuales, naturalmente, no pueden ser en serio. No pueden crear el apropiado lenguaje para dos. Se ha llegado al matrimonio hablando en esperanto. Con un puñado de lugares comunes, a veces con una verdadera poli lexía, aprendida, leída, vista en pantallas, recogida en corrillos y cuchicheos, o recibida de gurúes del sexo.                        Se ha pensado que una erudición políglota podría ahorrar el bochorno de los balbuceos. Pero es precisamente la pedantería y soberbia del erudito la que obstaculiza la creación de un lenguaje original. En la humilde aceptación de la necesidad recíproca, y de la igualdad en la ignorancia ¿no está el cimiento más firme de una sólida y duradera relación de fidelidad? ¿Y no hay allí el punto de partida necesario para posibilitar el indefinido proceso de creación que exigirá la vida en pareja, hasta que la muerte los separe?

El cómo y el con quién
El mundo adulto aterroriza al jovencito con el espectro del fracaso sexual, al mismo tiempo que excita por todos los medios su curiosidad. A las jovencitas les introyecta el terror al espectro de la soltería y la soledad, al mismo tiempo que exaspera su deseo de protección y ternura.
                  A ellos y a ellas, les impone una carga insoportable de comportamientos sexuales a una edad y en condiciones en que es imposible sobrellevarlos. Un sacerdote de gran experiencia pastoral observaba que “a los doce años una chica tiene que hacer ya figura de mujer aplomada; y a los catorce un chico tiene que conducirse como un galán maduro”.
                 Antes de haberse encontrado con “el con quién” de su destino, ya tienen que aparecer capaces de saber hasta el “como”. ¿No es éste un al revés insensato del orden verdadero?
                 Las relaciones prematrimoniales cunden en la juventud actual no sólo al impulso de la pasión juvenil. En gran parte se deben a la angustia y son síntomas de una exacerbación del temor al fracaso, que como sucede a menudo con los miedos, provocan el mal que quieren evitar.
                 Habría que devolver a los jóvenes la confianza y la serenidad que le quitan los mitos sociales. Habría que devolverles la confianza en la posibilidad de toda pareja de crear por sí misma, si ambos viven de cara al Creador, y a su tiempo una relación recíproca a todos los niveles. Habría que disipar el temor al bochorno de la ignorancia, insistiendo en la importancia que tendrá el haber aprendido el uno del otro y juntos. Y habría que prevenirlos más claramente del peligro que entraña y los equívocos que puede crear aquél que llega con experiencia.
                   Mientras tanto, mientras no se haga esto, no se habrá dado a los jóvenes una respuesta capaz de calmar sus angustias, capaz de liberarlos de ellas, capaz de preservarlos de errores.

Reelaboración de un artículo publicado en: Digesto familiar Número 116 [Julio-Ag.] 1979, Pág.47-51 Revista del CIEF Centro de Investigaciones y estudios familiares. José Enrique Rodó (ex Lavalleja) Montevideo Uruguay Dirigida por el P. Pedro Richards C.P.

 

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