Los profetas anunciaban que Dios sería visto por los hombres, y así lo proclamó el mismo Señor cuando dijo: dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios. Pero nadie puede ver a Dios en su grandeza y en su gloria inenarrable y seguir viviendo: el Padre es inaccesible. Sin embargo, porque ama al hombre y porque todo lo puede, aún este don concedió a los que lo aman: ver a Dios. Y esto también lo anunciaron los profetas: Lo que para los hombres es imposible, es posible para Dios.
El hombre por sí mismo no puede ver a Dios; pero Dios, si quiere, puede manifestarse a los hombres: a quien quiera, cuando quiera y como quiera. Dios, que todo lo puede, fue visto en otro tiempo por los profetas en el Espíritu, ahora es visto en el Hijo gracias a la adopción filial y será visto en el Reino de los Cielos como Padre. En efecto, el Espíritu prepara al hombre para recibir al Hijo de Dios, el Hijo lo conduce al Padre, y el Padre en la vida eterna le da la inmortalidad, que es la consecuencia de ver a Dios.
Pues así como los que ven la luz están en la luz y reciben su claridad, así también los que ven a Dios están en Dios y reciben su claridad. La claridad de Dios vivifica y, por lo tanto, los que ven a Dios reciben la vida.
[San Ireneo de Lyon, Tratado contra las Herejías, L.IV, 20, 4-5. S. C. 100, 634-640 (Liturgia de las Horas, 2ª Lectura en el Miércoles de la Segunda Semana de Adviento)]
POR QUÉ A DIOS LO LLAMAMOS LUZ
Santo Tomás de Aquino
Como nosotros llegamos al conocimiento de lo inteligible partiendo de lo sensible, por eso trasladamos incluso los nombres del conocimiento sensible al inteligible, y principalmente los que pertenecen a la vista, porque es el más alto y espiritual entre los demás sentidos y, en consecuencia, el más afín al entendimiento; ésta es la causa de que se llame “visión” al mismo conocimiento intelectual. Y como la visión corporal sólo se realiza mediante la luz, todo cuanto perfecciona al conocimiento intelectual recibe también el nombre de “luz”; […]
Por eso la disposición con que el entendimiento creado es elevado a la visión de la substancia divina se llama convenientemente “luz de gloria”, y no porque convierte lo inteligible en acto, como lo hace la luz del entendimiento agente, sino porque le da poder al entendimiento para que entienda en acto.
Y ésta es la luz de la que se dice en el salmo: “Con tu luz veremos la luz”, es decir, la substancia divina. Y en el Apocalipsis: “La ciudad –es decir, de los bienaventurados– no precisa ni del sol ni de la luna, porque la iluminará la claridad de Dios”. Y en Isaías: “Ya no la fe iluminará más el sol por el día, ni tampoco el resplandor de la luna; pues el Señor será para ti luz sempiterna, y tu Dios tu propia gloria”. De aquí también que, como para Dios es lo mismo el ser y el entender, y es la causa de que todos entiendan, por eso se le llama luz: “Era la verdadera luz, que ilumina a todo hombre venido a este mundo”; y en la primera de San Juan: “Dios es luz”; y en el salmo: “Ceñido por la luz como vestidura”.–Y ésta es también la explicación de que en la Sagrada Escritura se describa a Dios y a los ángeles por medio de figuras de fuego, por la claridad que éste tiene.
[Santo Tomás de Aquino, Summa contra Gentiles, L. III, cap. 53]
Muchísimas felicidades también para Vd. y también muchísimas gracias por la preciosa felicitación de Navidad. Que Dios lo bendiga siempre padre Bojorge.
Sofía
Querida Sofía, En Jesucristo Pastor nos encontramos las ovejitas y los corderos. Y su cayado nos guía y protege de los lobos. Confiamos en él y él nos guarda seguros, nos guía y asegura. Horacio Bojorge