SUSANA SEEBER DE MIHURA 1940/1 [24]
GUERRA-RUMORES-PROPAGANDA

1940 ESTO LLEGARÁ AQUÍ
CUANDO MIS HIJOS SEAN GRANDES

ENERO
¿Qué aconsejar, que decir a una mujer de más de 40 años, que por primera vez quiere y es querida, pero por un hombre a quien su mujer abandonó y tiene hijos? Desde el fondo de mi tranquila felicidad, no tengo ni el derecho de aconsejar. Por más que quiera ponerme en su lugar, todo lo que diga sería falso o cruel. Y realmente, tampoco sé qué debería hacer. ¿Sacrificar su religión, su posición, su familia? No creo que sea capaz de eso. Está condenada a sufrir. ¡Pero no poder ser feliz ahora, estos últimos años de su juventud, morirse sin haber realizado un amor tan grande, y tener que seguir viviendo esa vida sin interés, vacía y mezquina! Si no es realmente religiosa, creo que debería sacrificar todo lo exterior. Pero no puedo decírselo, de miedo a perturbar el poco de religión que quizás tenga.

***

Releyendo el Journal de K. Mansfield: su inteligencia es simple, su sensibilidad complicada. Me parece que el secreto de escribir bien es emplear las palabras de uno. Todo en sus cuentos es sencillo y suave, como ella. Y pienso en esos espantosos cuentos del “Hogar” y “Para ti”. Es porque escriben con palabras prestadas que son tan falsos y caches.

FEBRERO
A veces pienso que va a triunfar el fascismo, no porque Alemania sea más fuerte sino porque es inevitable. Es la juventud frente a la vejez, y de esa clase de triunfo inevitable. Es como algo que sobrepasa los límites de una nación, que pertenece al destino de la humanidad. Esto, bueno o malo, es lo que el genio humano ha encontrado para equilibrar el nuevo mundo. La democracia pertenece a otro siglo, a antes de la guerra del 14, y de los inventos y las máquinas. Todo aquello trajo el desequilibrio y la ruina, y una de las catástrofes fue el comunismo.
                 Hablan los aliados del “materialismo” del fascismo. Y quizás tengan razón: el heroísmo en el materialismo, el sentido heroico de la vida, pero no con el espíritu como fin. Pero ¿es que no será eso la única solución, el único inevitable arreglo de la situación actual de la humanidad? Esto está muy mal explicado. Tengo que volverlo a pensar, pero en el fondo, creo que veo un poco de la verdad.

Pero cuando pienso así me da un poco de miedo: ese eso llegará aquí cuando ellos [sus hijos] sean grandes. Y no es nada heroico el destino que deseo para ellos. Quiero estar sentada en la mesa del comedor donde se sentaba mamá y sonreía, y nos escuchaba hablar y ella se callaba. Y ver a mis hijos alrededor de la mesa y oírlos reír y hablar, y saber que son buenos y están contentos. Y ver jugar en este parque, que ahora quiero, a los hijos de mis hijos. Entonces, cuando yo ya no tenga más bebitos y sienta- como sé que voy a sentir- mi deseo apasionado de tener en mis brazos un chiquito blando y caliente, con los ojos transparentes y sin pensamientos, alegres y plácidos como el cielo.

ABRIL
Soñé con papá y mamá, no recuerdo qué. Pero me desperté con una impresión de tranquilidad y satisfacción.

Sigue la guerra, en Noruega ahora. Y me parece que si en esto tienen éxito los alemanes, es la guerra ganada. Todo el mundo espera la entrada de Italia. Yo creo que si Alemania no es vencida en Noruega [Italia] seguirá de espectadora.

MAYO
Lo mismo que cuando llueve todo el día y parece que nunca más volverá a salir el sol, que el sol nunca existió ni volverá, así es cuando los chicos están enfermos. Los tres en cama, tosiendo; el bebito con fiebre y los ojos cerrados todo el día. Todo era antes tan sencillo: se levantaban por la mañana y los oía entre sueños correr en el patio; y después, el bebito en su corral con nosotros, en el comedor. Y el jardín todo desordenado, cañas, hojas y frutas de paraísos, y Jackie y Ricardo yéndose a los peones a ver sus perritos. Y todos los días lo mismo, mi vida reglée [bien ordenada] sobre la de ellos.

Ahora es como si, con un barquinazo, todo se hubiera trastornado. El tiempo no es el mismo: las horas pasan muy ligero, pero no son las mismas horas; ni el jardín es el mismo, ni los cuartos encerrados. Antes pensaba en la casa que tomaríamos en Buenos Aires, en los vestidos que me haría, en la guerra. Nada de eso existe más, no soy la misma persona: hasta mi cara es distinta.
                 Y he perdido el control, y vivo como en un sueño. Lloré porque Juana, la cocinera, me preguntó cómo había amanecido el bebito, que seguía sin sonreírse, y se me caían las lágrimas delante de ella mientras le daba de comer, y no podía dejar de llorar. Y tan toda entera sufría, que no tenía conciencia de sufrir.
                Hoy ya están mejor, y lentamente las horas empiezan a acomodarse en el lugar que les corresponde. Reconozco a mi bebito que se ríe, y a Jackie y a Ricardo, y a mí misma. Todo se había vuelto tan extraño y desconocido. Ahora la casa, el jardín, la vida, se vuelven otra vez familiers.

***

Releyendo mi diario de cuando recién me casé, y odiaba este parque y esta casa que me eran extraños. Poco a poco los he ido transformando, y ahora no hay nada que me incomode. Mis “sensibilidades estéticas” –de las que se reían los chicos en el viaje a Europa- están satisfechas. Y me doy cuenta de cómo inconscientemente –subconscientemente- he dicho y hecho lo que era necesario para que, al fin, la casa y el parque fueran míos. No míos materialmente sino en un sentido más profundo. Ahora me alegro de que mis hijos vivan aquí.

JUNIO (En Buenos Aires)
¡Qué impresión desagradable al llegar! El estado de excitación de la gente, el histerismo, esa nerviosidad artificial, fabricada por la propaganda ¡Aquello de lo que me reía en la estancia y suponía que haría reír a todos – porque es risible, si sólo pararan de hablar y pensaran un momento –, se ha hecho aquí verdad indiscutible! ¡La “quinta columna”, la invasión de Alemania a América! ¡Pero están todos locos, locos! ¡Nadie se da cuenta de que no es sino propaganda, el disparate o la mentira más burda repetida infinidad de veces hasta que la gente se la cree!
                Tenía ganas de volverme a la estancia, sentí haber venido: así fue la impresión. Es necesario que no me deje arrastrar por esa corriente de locura colectiva, y haga un esfuerzo por pensar como lo haría sola, en la estancia con Enrique.

***

Italia entró en la guerra el otro día. París en poder de los alemanes desde ayer. La gente sigue loca, creyendo en la destrucción de la civilización, la “quinta columna” etc. Yo no me animo a pensar. ¡Todo lo que sucede es tan revolucionario y nuevo desde que comenzó la guerra!
A veces tengo la sensación clarísima, como si lo oyera, de que cruje y se derrumba todo lo viejo. Y más claro todavía oigo y veo, cuando oigo hablara a la gente de mi generación. Sus palabras me suenan algo demasiado oído, algo vaciado. Parece que hablaran ciegos, desde otro mundo.

(17 de junio) Enrique habló desde la estancia para avisarme que Francia pidió la paz. Es inútil: cuando la gente quiere creer, ni la evidencia la convence de lo contrario.

JULIO
La gente sigue hablando, y todos esperando. Todavía no ha empezado el ataque a Inglaterra; no sabemos cómo será. Siguen optimistas los partidarios de los aliados, basándose en qué. Sí sé: en palabras, las palabras vacías de Churchill y Cia.

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