AMAR ¿ESTÁ EN MI MANO? (5 de 5)
Interviene Mariana

ME ACABA DE LLEGAR ESTE COMENTARIO A LA PREGUNTA DE SONIA
QUE PUBLICO CON EL SEUDONIMO DE MARIANA:

Estimado Padre:

He leído con mucho interés la pregunta de Sonia en el blog del Buen Amor. Quiero pasarle mi experiencia, pero se la mando a Ud. para que se la reenvíe, por pudor personal no la publico en el blog, salvo que Ud. quiera hacerlo con otro nombre si le parece que vale la pena.

Mire, luego de aquel tormentoso noviazgo con X. ¿Lo recuerda? que fue como amor adolescente, con pasión y temblor, la Providencia quiso que un rayo me tirara al suelo a través del dolor, dolor que hoy bendigo tanto. Eso permitió que no quisiera, de ningún modo, volver a enamorarme de ese modo pasional, digamos, donde el sentimiento tiraba más que la cabeza.
                 Cuando apareció mi actual esposo, sentí tranquilidad, nada de rayos y truenos, solo tranquilidad, tanta que también me preguntaba, como Sonia, si lo quería. Muchas veces dudé, pero todas las veces recurrí a la oración, como enseña San Ignacio, para ver qué me decía el Señor: el silencio de la oración me decía que era la persona para mí, que era la Voluntad de Dios. Por fuera, los sentidos, tiraban hacia aquel primer amor, sensiblemente tiraba para ese lado, pero en la oracion, todo se ordenaba y Dios me mostraba con la certeza de una inmensa Paz que el que es ahora mi esposo, era para mí.

De algún modo, la primer decisión fue con la cabeza, fue aceptar sus invitaciones para conocernos de forma racional, si se quiere, porque veía de algún modo que era lo que Dios quería. Estar con él solo me traía tranquilidad. Luego lo fui conociendo y me enomoré, y puedo decir que cuando me casé, dos años después, me enamoré mucho más, y me sigo enamorando cada día de una forma nueva, pareciera que nunca terminaré de conocerlo, lo bueno y lo malo, en su conjunto, es una continua sorpresa que solo me invita a quererlo más.
                 Las dudas afloraron muchas veces, hasta cerca del casamiento, pero esa Paz y Certeza que veía, y sentía, en la oración, siempre me dieron la respuesta. Cuando la cabeza y los sentidos están heridos, siempre querrán añorar aquello tan sensible que vivieron una vez, sumado al mundo que nos rodea, donde el amor es pasión, también tiran hacia ese lado, el incorrecto. Cuando la cabeza se ubica en el lugar correcto, lo demás se va ordenando, aunque ya está herido de algún modo, y algunas veces nos quiere confundir.
                  Muchas mujeres dejan pasar al hombre que Dios les ha destinado porque están esperando ese rayo que las fulmine, un enamoramiento adolescente, sin saber que dejan pasar un amor tan cierto y firme, que es mucho más hermoso, porque es verdadero.
                   Siempre les he dicho a mis amigas que elijan de este modo, No me comprenden en general. Por eso me dio una gran alegría leer el testimoio de Sonia: creo que está con quien Dios quiere para ella.

Ojalá le sirva, Mariana.

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