CARTA AL ESPOSO QUE SE FUE

RETRATO DE UN MAL AMOR
NUNCA SUPO SER PADRE Y ESPOSO

PRESENTACIÓN:
Esta carta que se alberga hoy en el Blog del Buen Amor es un documento auténtico. No es una ficción. La publico con permiso de la esposa abandonada. Llamémosla Marta.
Hace 15 años que se la escribió a su esposo, – llamémosle Roberto -, cuando acababa de dejarla yéndose de casa. Un hecho, desgraciadamente tan dramático como frecuente.
Son muy iluminadores los diagnósticos que hace Marta acerca de los síntomas que le hacían temer este desenlace casi desde los comienzos de la relación, ya desde el noviazgo. También reconoce en sí misma que se auto engañó. No quiso verlos. Creyó que fueran signos pasajeros. Que el tiempo iba a traer la sanación. Pero el tiempo demostró que eran verdaderas fallas en los cimientos mismos de la relación, defectos personales de Roberto, que lejos de sanarse se fueron agravando.
Así Marta describe el origen y las causas de una situación que ahora ella viene a entender, en toda su gravedad, y en su verdadera naturaleza incurable, desde las raíces del mal.

Gracias, Marta, por permitirme publicar y así dar a conocer esta carta. Puede ayudar a muchas Martas a no engañarse con los males de los Robertos. A muchas novias, a advertir a tiempo y a tomar en serio los síntomas.
Hay que reconocer, para comprender a los Robertos, que la cultura actual no los prepara para asumir sus roles de esposo y padre, sino que los deja a merced de sus pasiones que ellos confunden con amor, pensando luego, cuando su pasión se apaga que “ya no te quiero más”. No, Roberto, “ya no te deseo más”.
Los subtítulos los he puesto yo.

Roberto:
Sin culpas ni reproches, sin exigir que vuelvas.
Quisiera reflexionar contigo juntos, pero ya que te niegas, lo hago de esta manera
Necesito hacerlo. Por la salud mental de todos: tuya, de nuestros niños y la mía.

Simplemente te manifiesto, todo lo que en estas largas dieciséis madrugadas desde que te fuiste, pude reflexionar a solas. Quisiera encontrar el por qué de esta situación, que “culminó”, con el arreglo de esta casa. Pero que, a mi sentir, comenzó desde el vamos, desde que nos ennoviamos.
Sabíamos los dos que éramos como el agua y el aceite. Pensá, si tenés tiempo, desde veintidós años atrás, más de la mitad de lo vivido. Lo que pasa, es que yo pensé que el amor, que todo lo puede y para él nada es imposible, nos iba a cambiar, a modelar el uno para el otro, sin someter a nadie.

[Los síntomas no tenidos suficientemente en cuenta]
Se me vienen a la mente esas palabras que frecuentemente me has manifestado a lo largo de casi 14 años. Y pienso que son la clave de lo que está pasando.
— “Yo, si no me hubiera casado, viviría como un rey; con la mitad del que trabajo, me sobraría para hacer lo que quisiera; vivir viajando y darme todos los gustos y no tener que preocuparme por nada”.

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