Blog destinado a presentar y comentar la Revelación divina acerca del amor humano: Creado según el designio divino, luego caído y herido por el pecado original, después santificado en el pueblo elegido; elevado por fin a Misterio Grande en el sacramento del matrimonio y hoy tan ferozmente agredido.
En los foros de Catholic net, específicamente en el foro de Solteros Católicos, hemos abierto un tema especial para comentar algunos textos del libro La Casa sobre Roca. El tema se llama Club Fans La Casa sobre Roca y allí pueden encontrar el link a la a lectura del libro además de diversos aportes hechos por los foristas. Para ingresar y comentar basta con registrarse en el foro. La dirección del tema es: http://es.catholic.net/foro/viewtopic.php?f=187&t=17721
Tema 4 Nace el escepticismo respecto de que se puede formar un buen matrimonio sin existir el enamoramiento tal como lo conocemos después del pecado original, es decir, herido por el desorden de la pasión sexual y la concupiscencia…
Respuesta del Padre Horacio:
«No hay que pensar que el enamoramiento sea pura concupiscencia. No. Es una realidad natural herida por el pecado original, pero sobre la cual influye la gracia. Podemos decir que el enamoramiento es un carisma. Una gracia que Dios da independientemente de los méritos del agraciado, en vistas al bien de los demás. Y en el caso del enamoramiento en vistas al bien de la amistad recíproca y por lo tanto del bien del otro y del propio por el camino del ministerio sacramental que vendrá después. El enamoramiento es el carisma que permite primero ir
haciendo lugar al otro en la propia vida durante el noviazgo. Y servir al bien del otro (que redundará en bien propio) en el ejercicio del ministerio esponsal que se recibe en virtud del sacramento del matrimonio.
Me imagino que hay quienes no tienen oídos para estas verdades y que piensan que el bien propio del matrimonio es el ejercicio de la sexualidad. Te mando un texto de San Agustín que es concluyente en este sentido. Para San Agustín, la sexualidad es un recurso necesario para la procreación. Por supuesto que también estaba destinada a formar parte de la unión amorosa de los cónyuges. Pero es justamente allí donde el pecado original ha herido la naturaleza del varón:
Y te copio a continuación un trozo de una obra de San Agustín en relación con lo de Víctor. La obra se llama «El bien del Matrimonio y la Concupiscencia». El trozo que te transcribo está tomado del Nº XVII 19 Conclusión, los tres bienes del matrimonio cristiano .
Dice San Agustín en ese pasaje de su obra: «Ahora bien, en el matrimonio se deben amar los bienes peculiares: 1) la prole, 2) la fidelidad, 3) el sacramento. 1) La prole no sólo para que nazca, sino para que renazca, pues nace a la pena si no renace a la vida. 2) La fidelidad no como la conservan los infieles, que sufren celos carnales; pues ¿qué hombre, por impío que sea, quiere una mujer adúltera? ¿O qué mujer, por impía que sea, quiere un marido adúltero? Tal fidelidad, en el matrimonio, es un bien natural, pero carnal. Por el contrario, el miembro de Cristo debe temer el adulterio del cónyuge por el mismo cónyuge, no por sí mismo, y ha de esperar del mismo Cristo el premio a la fidelidad conyugal que propone al cónyuge. 3) En cuanto al sacramento -que no se destruye ni por el divorcio ni por el adulterio-, éste ha de ser guardado por los esposos casta y concordemente. Es el único de los tres bienes que por derecho de religión mantiene indisoluble el matrimonio de los consortes estériles cuando ya han perdido enteramente la esperanza de tener hijos, por la que se casaron.
Alaba el matrimonio quien alaba en él estos bienes nupciales. Sin embargo, la concupiscencia carnal no se debe atribuir al matrimonio, sino sólo tolerar. Pues no es un bien que venga de la naturaleza del matrimonio, sino un mal que proviene del antiguo pecado.”
Y téngase en cuenta que lo que llaman «enamoramiento» es algo del orden de las pasiones y que por lo tanto viene herido por el pecado original y debe ser sanado por la gracia, y en particular por la gracia del sacramento del matrimonio como sacramento de sanación. Padre Horacio