
UNA CONSULTA DE SONIA Y MIS RESPUESTAS
DESCUBRIÓ EL NOVIAZGO CON JESÚS
Un primer acto en la historia de Sonia quedó registrado en El Blog del Buen Amor en las entradas del 1, 7 y 14 de agosto del 2009 y el 5 de Octubre de ese año. Hoy vuelve a visitarnos y nos deja este testimonio acerca de otro acto, más doloroso pero más glorioso que el primero.
“Ahora entiendo lo que sentía en mi corazón desde Semana Santa” […] “El viernes santo, sumergida en tanto dolor… de pronto se me vino el deseo interior de algo que nunca antes había sentido con tanta claridad, aún cuando no era la primera vez que se me cruzaba la idea… una idea que nunca la había sentido con la seriedad y el ímpetu de ese momento, pensé… ¡Voy a ser la novia de Jesús!… y esa noche se lo dije: !Quiero ser tu novia…!”
2.- Padre Horacio:
!Muchas Gracias por el tiempo y amor que me dedica! sus palabras, cada una de ellas me ha traído la explicación a algo que desde semana santa ya sentía en mi corazón, justamente a raíz de lo que ha sucedido. Y cada una de sus palabras las he sentido referidas a la revelación de una buena noticia. Lo he leído atentamente y luego también leí el Himno del Corpus y lo de la venerable Concepción Cabrera, no la conocía… y por supuesto, luego leeré detenidamente el archivo completo que me envió sobre ella y lo de las bodas del Mesías. ¡Gracias, Padre!
Es curioso lo que me dice usted, que a lo mejor el Espíritu Santo ya me lo venía pidiendo… Toda esta situación del desamor ‘reventó’ el 03 de abril, en plena Semana Santa, y el viernes santo, sumergida en tanto dolor… de pronto se me vino el deseo interior de algo que nunca antes había sentido con tanta claridad, aún cuando no era la primera vez que se me cruzaba la idea… una idea que nunca la había sentido con la seriedad y el ímpetu de ese momento, pensé… !Voy a ser la novia de Jesús!… y esa noche se lo dije: !Quiero ser tu novia mientras no me mandes uno en la Tierra!, porque de oídas sabía que las mujeres solteras somos novias de Jesús… pero hoy ya usted me lo expone con total claridad y más aún, no sólo novia sino ¡esposa! y aún después de casada…
Sí, padre, dígale a Jesús que quiero ser su esposa con todo mi corazón y espero de Él lo que mejor quiera para mí… a veces tengo miedo a sufrir, pero al final, lo asumo, dígale también que lo quiero mucho y agradezco cada cosa que pone en mi vida por difícil que sea.
Padre, voy ahora a leer detenidamente lo que me ha enviado,
¡Muchas gracias!, de veras que he sentido consuelo y una respuesta de Dios… Hay momentos en los que me pongo mejor y otros en los que decaigo, pero siempre avanzando porque cuento mucho con Jesús a mi lado.
También me sorprendió mucho lo de Concepción Cabrera de Armida, sí que era una mujer santa, voy a leerla.
¡Gracias, Padre, que Dios lo bendiga mucho!
Lo quiero mucho, le mando un abrazo,
Sonia.
2.- Mi respuesta
¡Sonia, hija querida!
Vas a disculpar este mail escrito al fin del día y con la cabeza no muy clara, en el que divago y paso de una cosa a otra. Y es como conversación de ebrio que no sabe terminar, pero no de vino sino de contento y de gozo en mi alma.
Veo que el Señor te requería de amores mientras se entregaba por ti este Viernes Santo y te lo daba a entender, y quería acercar tus labios a la copa de su costado para embriagarte con su sangre que es su vida y con su vida que es su amor.
Y veo que advertías en ti ese llamado al amor de esposa y que se te convertía en deseo y petición de lo que Él preparaba para ofrecerte y darte mientras, al mismo tiempo, te preparaba para desearlo, aceptarlo y recibirlo. Pues habiendo aceptado y hecho tuyo el deseo, convertido en petición, te preparaba para entender que lo que deseas es, ni más ni menos, lo que Él te venía insinuando y hoy te está suplicando.
Es la copa del Viernes Santo, la copa del costado abierto, de la que beben los novios para sellar su Alianza. Porque no hay Alianza sin efusión de sangre.
Tú me das recados (mensajes) para trasmitirle a Jesús. Y me haces reír, porque te adelantas a responder ese de Jesús para ti que tenía para darte y te repito, como amigo del Esposo que soy, y enviado por Él con ese encargo: «Sonia, ¿quieres ser mi esposa?».
Los mensajes de los dos enamorados, el tuyo y el de Jesucristo, se cruzan. Ya ves, entonces, que no es necesario que le trasmita el tuyo. Porque es la respuesta a la pregunta que aún no habías recibido pero tu corazón adivinaba por un secreto susurro del Espíritu Santo.
Por favor, no me respondas a mí, porque Él desea que se lo respondas directamente a Él, de Tú a Tú. Como corresponde a novios que van a ser esposos verdaderos.
Dios es todo un caballero y solicita el Sí, de la mujer como hizo con María Santísima y lo hace hoy contigo por mi intermedio que soy el amigo del Esposo, encargado de estos mensajes de confianza.
«Sonia, ¿me aceptas por esposo y quieres ser mi esposa? ¿Quieres albergar a mi Iglesia toda en ti?»
(¿Qué otra cosa quiere decir Iglesia, sino ekklesía, es decir: «llamada, invitada». Llamada al amor, invitada a la amistad esponsal?)
De Su parte, pues, te trasmito también que hay dos cosas que pide el Mesías-Cordero de la Iglesia su Novia, de la “llamada” a acoger Su amor, y que pide de cada alma en que subsiste la Iglesia entera, como en la tuya: “Primero confianza y segundo docilidad amorosa, es decir obediencia».
Primero: Jesús en ti confío; que es la expresión de la confianza.
Segundo: Hágase en mí según tu palabra; que es la expresión de la sumisión amorosa y servicial al designio divino sobre ti.
Es como si Dios mismo te pidiera permiso: ¿Puedo amarte como esposa, Sonia? ¿Me quieres como esposo? ¿Me permites darte todo el amor que soy y quiero darte? ¿Quieres darme el amor que yo mismo te he hecho capaz de dar, sujetándolo a tu voluntad de darlo?
Mucho lo lastimó aquél pueblo de dura cerviz y corazón extraviado «que dudaron de mí AUNQUE HABÍAN VISTO MIS OBRAS».
Él te invita y te llama, pues, al amor que se muestra y despliega en confianza y docilidad plena, total y amorosa.
Es como si el Señor suplicara al alma: «Oh fuente mía de la que tengo sed y a la que desde el cielo le hago llegar el agua de mi amor, para que apague mi sed de recibir amor de mis libres creaturas».
Sonia, veo tan a menudo lo que yo llamo «las fuentes sedientas». Así les llamo a tantas mujeres que son con Dios como fuentes avaras de darle amor. Se lamentan de que nadie les dé amor. Y no advierten que el agua que su fuente tiene para dar, la que mana de su roca, viene de la entraña de los montes, a donde ha llegado desde cumbres nevadas y de nieves caídas del Cielo.
No hay agua que no venga del cielo, ni amor que no provenga del amor divino, del cual es la más parecida imagen y semejanza de lo que es Dios.
Y para fuente del auxilio divino fue creada la mujer.
Dice el relato bíblico en hebreo «de la costilla construyó (banáh, en hebreo) una mujer» ¿Como una casa, como una ciudad? Sí, como todo eso. Y además las palabras hijo e hija (ben, ba(na)t) derivan de banáh. Pero creo que Dios construyó a la mujer principalmente como templo. Lugar donde habitar. Le encanta habitar en la mujer. La pensó para recibir el amor y responder a él albergándolo dentro de sí, en su corazón.
Dice Antonio Machado intuyendo algo parecido a lo que siente el Creador-Verbo-Esposo: «Amé lo que ellas pueden tener de hospitalario».
Eso es ni más ni menos que lo que se realiza perfectamente en María: «Su madre guardaba todas estas cosas en su Corazón». Todo lo relativo a su hijo, Jesucristo, Verbo e Hijo de Dios lo hospedaba en su corazón ¿No guardas tú en el tuyo a los que amas?

Y si empiezas a tratar de amores esponsales con el Verbo divino, con el Cordero inmolado por ti y por tu amor, ¿no es porque te ha consagrado como lugar de encuentro, en hogar de Dios y por lo tanto en templo?
¿No es eso lo que le anuncia a la Samaritana? «Ya no quiero ni quiere mi Padre habitar en templo construido por mano de hombre, ni en Jerusalén ni en Samaría. Quiero que me des albergue en tu corazón. Quiero habitar en tu amor como en el lugar donde albergar el mío».
Es que la misa es la Cena del Cordero. El Himno de Corpus expresa a su manera estos misterios. La Misa es el banquete de Bodas del Cordero. La misma que se celebrará con la Novia, con la Esposa, con la Comunión de los Santos, con la Humanidad que respondió sí a su declaración de Amor y que lo espera para las bodas finales.
La eucaristía actualiza para cada generación histórica y para cada alma y sobre todo cada alma de mujer, durante su vida en el tiempo, aquello que se celebrará al fin de los tiempos y eternamente en la Casa del Padre.
Convierte de antemano la eternidad en biografía, en autobiografía. Eso es la misa, banquete de bodas del Cordero en la que comparte con la Iglesia-novia-esposa, la copa de su sangre-vida-amor.
Te mando la historia de la conversión de Scott Hahn y su libro sobre la Misa a la luz del Apocalipsis y del Apocalipsis a la luz de la Santa Misa. La Cena del Cordero es su Banquete de Bodas.
Pasando a otro tema pero quedándome en ti. Hacía tiempo que no tenía ocasión de asomarme a tu blog. Lo hice y me quedé maravillado con tus recuerdos de la casa y con tu visión sobre la casa paterna. Es cierto, es como la patria íntima. Dios, patria, padres son los objetos de la virtud de la piedad.
Tu Esposo ha adornado tu alma con esa diadema preciosa y digna de reina que es la piedad. «Oh Clementísima, Oh Piadosa» alabamos a nuestra Madre y Reina de misericordia. Tú, hija de María, tienes pues a quién salir piadosa. Es un ornato del alma de la Esposa que sólo puede dar la gracia.
Y termino por invitarte a releer y meditar el Salmo 44-45: «Escucha, Hija, mira, el Rey se enamoró de tu belleza, olvida la casa de tus padres, en lugar de tus padres tendrás hijos…»
¿Hija? Sí, lo eres, de Dios Padre.
Se te invita a oír, es decir: a creer. Porque la fe viene por el oído. Y al Amor de tu esposo se accede creyendo en su Amor.
Luego se te invita a mirar: Porque la fe nos permite ver las cosas invisibles, las que no se ven. Una de las cuales es el Amor. Porque el Amor en sí nunca se ve. Es como el Padre. Inaccesible. Pero vemos las obras del Amor.
El Rey se prendó de tu belleza, porque participas de su imagen y semejanza. De tu piedad interior.
«Pasó por estos valles y collados… vestidos los dejó de su hermosura de su belleza».
Y seguiría comentando contigo cómo este Salmo 44-45 se aplica a la Iglesia y por lo tanto a ti, en quien la Iglesia entera y eterna subsiste en forma individual, única e inefable.
No te canses pues de amar al Señor y responderle sí cada día a su declaración diaria de amor y a su pregunta por tu «sí» renovado minuto a minuto de tu historia, de modo que ella no será otra cosa que un bienaventurado, feliz “sí” al Amor de Dios Esposo.
Y por eso se cumple en ti lo de las citas de Isaías que te envié «Ya no te llamarás abandonada». ¿No eras eso lo que mi Amigo te mandó preguntarme, tu Novio y Esposo (desde que le des tu sí y te pongas una sortija de compromiso en el dedo del corazón de tu izquierda).
Una Alianza disimulada para que permanezca secreta a los demás y sea sólo un signo entre Ustedes dos.
¡Cómo entiendo a Pablo cuando dice que ha presentado a la Iglesia a Cristo como una novia!
Anota la fecha de tu sí plenamente consciente y definitivo.
El Viernes Santo se te declaró el Señor y hoy te aclara su declaración por si no la entendiste claramente. «Sonia, te amo. ¿Quieres aceptar mi amor y ser mi Esposa? Porque tengo sed, «soy» Todo yo, sed de tu amor, de ese amor del que eres fuente, creada por mi».
Que el Señor te dé agua de amor en abundancia, un «sí» a su amor que mane, fluya y corra cantando y refrescando tu alma y la del Verbo hecho hombre, esa alma que en el Huerto estuvo triste hasta la muerte y se sudó en sangre. Que un perenne y repetido «sí» sea el canto de tu fuente a la que el Dios-sed-de -amor venga a beber y encuentre siempre amor. Amén.
El amigo del Esposo
tp