LA ASUNCIÓN DE MARÍA A LOS CIELOS y la elevación de la Mujer

Palabras de la Santísima Virgen María a María Valtorta
Yo, María, redimí a la mujer con mi Maternidad divina, mas se trataba sólo del comienzo de la redención de la mujer. Negándome, con el voto de virginidad, al desposorio humano, había rechazado toda satisfacción concupiscente, mereciendo gracia de parte de Dios. Pero no bastaba, porque el pecado de Eva era árbol de cuatro ramas: soberbia, avaricia, glotonería, lujuria. Y había que quebrar las cuatro antes de hacerlo estéril en sus raíces.
Vencí la soberbia humillándome hasta el fondo. Me humillé delante de todos. No hablo ahora de mi humildad respecto a Dios; ésta deben tributársela al Altísimo todas las criaturas. La tuvo su Verbo. Yo, mujer, debía también tenerla. ¿Has reflexionado, más bien, alguna vez, en qué tipo de humillaciones tuve que sufrir de parte de los hombres y sin defenderme en manera alguna? […] habían pecado de murmuración sobre mi estado, y el rumor de sus palabras había venido, como ola amarga, a estrellarse contra mi humanidad. 

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