LA CASTIDAD (2)

Tomado de:
Horacio Bojorge, El lazo se rompió y volamos. Vicios Capitales y Virtudes,
Editorial Lumen, Buenos Aires – México 2001 (4ª reimpresión)

1.- La sexualidad está ordenada al amor conyugal del hombre y de la mujer. En el matrimonio, la intimidad conyugal de los esposos viene a ser un signo y una garantía de comunión espiritual. Entre bautizados, los vínculos del matrimonio están santificados por el sacramento.
2.- La alianza que los esposos contraen libremente implica un amor fiel. Les confiere la obligación de guardar indisoluble el matrimonio.
3.- La fecundidad es un bien, un don, un fin del matrimonio. Dando la vida, los esposos participan en la paternidad de Dios. Pero sobre todo aseguran que se multipliquen los hijos de Dios y las bocas y corazones que canten su alabanza en la tierra y eternamente en el cielo.
4.- La regulación de la natalidad representa uno de los aspectos de la paternidad y la maternidad responsables. La legitimidad de las intenciones de los esposos no justifica el recurso a medios moralmente reprobables (la esterilización directa, la contracepción). Aquí tiene su lugar la virtud de la castidad matrimonial que, dominando la pasión, libra de la lujuria y profundiza aún más la amistad matrimonial.
5.- El estado matrimonial no significa una patente de libre corso para relaciones egoístas de lujuria de una parte o de ambas. Algunos moralistas parecieran haber ignorado esta verdad.

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