LO QUE HABLARON CAÍN Y ABEL
¿POR QUÉ NO FUE GRATA LA OFRENDA DE CAÍN[? 2]

… PORQUE CAÍN NO BUSCABA CON SU OFRENDA SIMPLEMENTE AGRADECER Y GRATIFICAR A DIOS 
COMO ERA LA INTENCIÓN DE ABEL

Este relato pone de relieve las consecuencias de considerar el mundo como obra del amor, o de negar que tenga que ver con el amor como motivo y razón de ser.


Lo traigo a colación porque, como se verá, tiene relación directa con el misterio del cainismo y del abelismo en la historia humana.
La humanidad – nos enseña el pasaje bíblico – se divide en cainitas y abelitas.


«Amor sólo con amor se paga».
Si Caín niega que el mundo sea obra de amor de Dios, no puede amar a Dios. Pero tampoco puede agradar a Dios con ninguna ofrenda ya que no puede ofecer nada grato a Dios que no vaya salado con la sal de la Alianza (Levitico 2,13) La Alianza es un pacto de amor y lo que le da el sabor que agrada es el amor con el que se sella.
Para Caín, Dios es el Supremo Arquitecto. No convive con el hombre en la creación ni, menos, puede ser el Padre.


En el texto del Génesis que relata el diálogo de Caín y Abel que se lee actualmente, este relato ha desaparecido. Sólo se conserva en la traducción aramea de los tiempos de Jesucristo.


También en Génesis 1, 2 según el actual texto masorético, ha desaparecido el carácter amoroso que tiene el Espíritu de Dios que inspira la obra creadora y sobrevuela las aguas.
En la traducción aramea, por el contrario, se lee que «un Espíritu de amor de delante de YYY soplaba sobre la faz de las aguas» (Génesis 1, 2).
Panim significa superficie pero también rostro.


La expresión es próxima al soplo de Dios sobre la faz o el rostro del ser humano recién amasado de la tierra (Génesis 2,7).


¿Por qué razón omitir mencionar el amor divino? ¿Acaso existía en los textos hebreos antiguos y fué censurado después? Ciertamente ya en el Levítico (masorético) encontramos la tradición de la necesidad del amor en la ofrenda (Lev, 2, 13).
Ya sea que se omitiera  intencionalmente o por mero descuido, el descuido con lo importante ¿no es algo hiriente en las relaciones de amor?


Pero agreguemos otra consideración:
Si Caín hubiese ofrecido su ofrenda con la intención (amorosa) de agradar a Dios, Caín hubiese sido capaz de alegrarse con el agrado de Dios por la ofrenda amorosa de su hermano.
La acedia de Caín denota que su ofrenda no iba dirigida a complacer a Dios.
Fue incapaz de alegrarse con la satisfacción divina por la ofrenda de su hermano Abel.
¿Qué otros móviles pudo tener Caín que no agradaron al Señor? ¿Iba acaso su ofrenca dirigida a «forzar» a Dios, o a «coaccionarlo»? Es decir, ¿dirigida a conseguir algo de Dios, en vez de reconocer lo ya recibido como un don del amor divino?
Ese corazón sin amor a Dios se traiciona en el discurso cainita.


Por el contrario, Dios declara explícitamente:
«Amor quiero y no  sacrificios» dice el Señor (ki jésed jafátsti welô_závaj: Oseas 6, 6  retomado por Mateo 9, 13).
Y es lo que reprocha Jesucristo, el Hijo, a los sacrificios en el Templo de Jerusalén, Casa de su Padre.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.