LUNA DE MIEL SÍ PERO…HIJOS…
MEJOR POR AHORA NO

«El adulterio “en el corazón” se comete no sólo porque el hombre mira así a la mujer que no es su esposa, sino precisamente porque mira “así” a una mujer. Incluso si mirase de ese modo a su propia esposa, cometería el mismo adulterio “en el corazón”. 
[Juan Pablo II, La Redención del Corazón. Catequesis sobre la pureza cristiana, 
Ed. Palabra, Madrid 1996. Catequesis impartida el 15 de octubre de 1980]

CONSULTA DE ESTEBAN 
Y MI RESPUESTA
A LA QUE ESTEBAN 
NUNCA ME RESPONDIÓ
¿QUIZÁS NO LA RECIBIÓ?


Consulta de Esteban
Estimado padre Horacio:
Le escribo porque la verdad estoy
pasando unos momentos de bastante angustia. 
Hace 4 años y medio estoy de novio y
tenemos fecha de casamiento para Octubre de este año. Con mi novia siempre
pertenecimos a grupos de la Iglesia, y estuvimos siempre de acuerdo en todo, en
especial en relación a la moral de la sexualidad antes y durante el
matrimonio. 
El problema surgió hace muy poco, cuando
mi novia empezó a ver algunas cosas de manera un tanto diferente en relación a
los métodos de regulación de la natalidad, no proponiendo el uso
 continuo de, por ejemplo, preservativos o
pastillas anticonceptivas, pero sí
 en determinados
momentos
.
El mayor punto de dificultad lo tenemos
al hablar de la Luna de Miel. Sacando las cuentas de sus ciclos biológicos, hay
altas probabilidades de que llegue muy fértil a esos días (y por más que
quisiéramos cambiar la fecha, ella tiene muchas irregularidades y podría pasar
de cualquier manera), y, al 
ser nosot
ros  muy jóvenes queremos esperar todavía
un poco para tener nuestro primer hijo. Ahí es cuando surge la discusión de si
es lícito, por ejemplo, tomar pastillas an-ovulatorias (que según un médico
católico no causa daño alguno en el cuerpo de la mujer). 
         Sólo para ese momento,
en el cual tendremos nuestros primeros días como esposos y, después de mucho
tiempo de novios quisiéramos poder lograr esa expresión del amor que solo se
puede hacer en el matrimonio. 

        Yo sinceramente averigüé mucho acerca de la
postura de la Iglesia al respecto, pero quisiera su consejo en un caso
particular como este, dado que se está distanciando nuestro noviazgo debido a
este tema, y sinceramente Padre, amo a mi novia con todo mi corazón y deseo
muchísimo poder casarme con ella y formar esa familia que venimos pensando hace
ya varios años.
          Le escribo con toda sinceridad, y con un corazón abierto, sabiendo su conocimiento acerca de las parejas cristianas. Espero su respuesta, en lo posible, a la brevedad
Gracias anticipadas, un saludo en Cristo, 

Esteban 


MI RESPUESTA A ESTEBAN 
Estimado Esteban 
El deterioro de criterios de fe en tu novia es preocupante. Pero el tuyo no lo es menos.

El tuyo es tanto o más grave y es causa de tu debilidad para encarrilarla con firmeza y bondad, pero llamándola a corregir su juicio so pena de hacer imposible un futuro matrimonio por la Iglesia, más claramente dicho: un matrimonio según el designio de Dios sobre varón y mujer. 
       Tú me preocupas por tu abdicación, en la práctica, de tu misión y tus deberes de varón. Estás repitiendo la abdicación de Adán que, siendo ministro de Dios para vigilar el Jardín y el Árbol de la vida, por ser su mujer la infractora, la toleró sin corregir ni defender la vida que se le encomendaba proteger, y no sólo eso sino que comió del fruto que su mujer le ofrecía. 
         Leyendo tu correo anoche quedé afligidísimo y contestarte me ha costado luchar con una tentación de no responderte nada. Es que la voluntad de Dios acerca de varón y mujer está revelada en la primera página de la Sagrada Escritura:

Creced, multiplicaos y llenad la tierra.

Y ese designio y misión divina es el que debe regir la noche de bodas y la luna de miel, como lo enseña claramente el libro de Tobías. 
         Me venía el pensamiento de cómo podía habérsete obscurecido hasta tal punto la voluntad de Dios positiva acerca del sacramento del matrimonio, que veas como un bien la postergación de la prole durante la misma noche nupcial y la luna de miel.           Pero no. Ha obscurecido porque nunca fue iluminada tu ignorancia por esa luz. Y de ese agujero negro de tu religiosidad viene tu carencia de luz de la verdad para iluminar la mente de tu novia. 
        Reflexiona; el fin primario del matrimonio sacramental y el primer mandato de Dios en el Génesis, ligado a una bendición: Creced y multiplicáos y llenad la tierra. 
        El pensamiento que me quería mover a dejarte sin respuesta, es que sería vana mi respuesta, si no tenías en cuenta lo que Dios ha dicho tan claramente y te lo echabas a la espalda por los caprichos de tu novia, sin corregirla, incapaz, por miedo de perdértela, de perderte a ti mismo al perder a Dios y los bienes que tenía ofrecidos junto con la vocación al matrimonio. 
         Pero no es ni siquiera que lo echaras a la espalda. Nunca lo tuviste ante los ojos de tu mente y de tu inteligencia.

Estás siendo víctima de Satanás, apoderándote del bien de Dios, de los dones de Dios, como si no fueran bienes encomendados con condiciones, para usarlos como se le antoja a tu mujercita (que también es don de Dios encomendada a tu cuidado y de que las defiendas de esos demonios, pensamientos y modos de ver y juzgar, que le han invadido el alma). 
          Pero me irían a pedir cuenta en el juicio de no haberte contestado, o de haberlo hecho con la dureza con que mi propio tentador me inclinaba a hacerlo. 
         Quiero cumplir lo que me manda el Señor por Ezequiel 3, 16. Y por eso te contesto con lo que te dije.

No sé cómo poner remedio a tan profunda y negra ignorancia de tu mente por este medio tan insuficiente. 
          Si quieres hablamos por Skype

horacio.bojorge1

Porque, sin ser profeta, preveo que si no eres capaz de remediar la ignorancia de tu novia ahora, ella te engullirá consigo, en mismo vórtice de negra ignorancia, a todas las desgracias que los demonios le pintan con espejismos de felicidad, siempre de espaldas a la voluntad manifiesta claramente por Dios. 
          ¿Para que se casan si desde el principio ya no quiere ser padres? ¿Para inundar y profanar el lecho nupcial con una especie de adulterio postmarital?

No te cases si no quieres ser Padre. 
          No te engañes a ti mismo, porque no podrás desengañar a tu mujer si tu pierdes el sentido de la verdad y te hundes con ella en las tinieblas de sus errores.                En unos apéndices que encontrarás en mi libro «El Buen Amor en el Matrimonio. Preguntas y respuestas» lo que dice san Agustin en su libro de Nuptiis y lo que enseñó san Juan Pablo II en sus catequesis matrimoniales.

Te copio aquí: ambas enseñanzas. 


ENSEÑA SAN AGUSTÍN
«Una cosa es no unirse sino con la sola voluntad de engendrar, cosa que no tiene culpa, y otra apetecer en la unión, naturalmente con el propio cónyuge, el placer, cosa que tiene una culpa venial. Porque, aunque se unan sin intención de propagar la prole, por lo menos no se oponen a ella, a causa del placer, con un propósito ni con una acción mala. Pues los que hacen esto, aunque se llamen esposos, no lo son ni mantienen nada del verdadero matrimonio, sino que alargan este nombre honesto para velar las torpezas. […] Lo repito: si ambos son así, no son cónyuges, y, si se juntaron desde el principio con tal intención, no han celebrado un matrimonio, sino que han pactado un concubinato. Si los dos no son así, digo sin miedo que o ella es una prostituta del varón o él es un adúltero de la mujer. [De Nuptiis XV, 17] 


 ENSEÑA JUAN PABLO II:

«Cristo, al hablar del objeto de ese acto, no subraye que es “la mujer de otro”, o la mujer que no es la propia esposa, sino que dice genéricamente: la mujer. El adulterio cometido “en el corazón” no se circunscribe a los límites de la relación interpersonal que permite individuar el adulterio cometido “en el cuerpo”. No son éstos los límites que deciden exclusiva y esencialmente el adulterio cometido “en el corazón”, sino la misma naturaleza de la concupiscencia, expresada, en este caso, por la mirada, por el hecho de que el hombre – a quien Cristo toma como ejemplo – “mira para desear”. El adulterio “en el corazón” se comete no sólo porque el hombre mira así a la mujer que no es su esposa, sino precisamente porque mira “así” a una mujer. Incluso si mirase de ese modo a su propia esposa, cometería el mismo adulterio “en el corazón”.

[Tomado de: Juan Pablo II, La Redención del Corazón. Catequesis sobre la pureza cristiana, Ed. Palabra, Madrid 1996. El texto que reproducimos reproduce un pasaje de la Catequesis impartida por S. S. Juan Pablo II en la Audiencia General del 15 de octubre de 1980.] 
Yo ya cumplí con tocar la alarma. Que Dios te ayude

PHBojorge 


 Esteban nunca me respondió más y de esto hace ya cinco años.
Me pregunto qué habrá sido de él y de su novia.

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