FIESTA DE LA VIRGEN REINA
22 de Agosto
¡REINA VIRGEN, SÉ MI APOYO!
1ª Cantiga
Milagros sin cuento haces
¡oh Virgen por siempre pura!,
Liberando a los cuitados [= afligidos]
de dolor y de tristura.
Al que alaba tu figura
no lo dejes olvidado;
perdonando su pecado
líbralo de la amargura
Ayudas al inocente
con amor muy verdadero,
a quien es tu servidor
bien lo libras de ligero
y no es perecedero
tu socorro; sin tardanza
lo guardas de malandanza
y el bien le das duradero.
¡REINA VIRGEN!, sé mi apoyo,
que estoy puesto en gran espanto
y por eso yo te pido
que me libres de quebranto.
Ya que a ti, Señora, canto,
guárdame tú de lesión,
de muerte y de perdición
por tu hijo Jesús santo.
He sido muy agraviado
en aquesta ciudad siendo; [ siendo = estando]
tu ayuda y socorro fuerte
me libere, defendiendo.
Puesto que a ti me encomiendo,
no me seas desdeñosa;
tu bondad maravillosa
loaré siempre sirviendo.
A ti siempre me encomiendo
¡oh Virgen Santa María!
Aparta tú mi desgracia
sálvame tú, sé mi guía,
protégeme en toda vía,
¡oh piadosa Virgen Santa!
Por la tu merced, que es tanta
Que decir no la podría.
Juan Ruiz Arcipreste de Hita – Libro del Buen Amor
Primera cantiga 1673-1677
Cada 22 de agosto la Iglesia Católica celebra la memoria de “Santa María, Reina de los cielos y la tierra”.
En algunos lugares, a esta efemérides se le concede aún el rango de fiesta, tal y como fue establecido para el vetus ordo (ordenamiento previo al Concilio Vaticano II) por el Papa Pio XII. Después de la reforma conciliar, el día establecido para la celebración universal pasó del 31 de mayo al 22 de agosto [en lugar de la fiesta del Corazón Inmaculado], con rango de memoria obligatoria.
Realeza de la Santísima Virgen e institución de su fiesta
Fue el Venerable Papa Pío XII quien instituyó en 1954 un día dedicado a celebrar a María como reina de todo lo creado.
En la encíclica “Ad Caeli Reginam” (A la Reina del Cielo, n. 15), sobre la dignidad y realeza de María, Pío XII señalaba los siguiente: “Cristo, el nuevo Adán, es nuestro Rey no sólo por ser Hijo de Dios, sino también por ser nuestro Redentor”. “Así, según una cierta analogía, puede igualmente afirmarse que la Beatísima Virgen es Reina, no sólo por ser Madre de Dios, sino también por haber sido asociada cual nueva Eva al nuevo Adán”.
María Reina, en el corazón de los Papas
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