ME ENVIÓ A EVANGELIZAR
CON PODERES [4/10]
UN BALANCE

ME ENVIÓ CON PODERES
No temo que el título que he elegido para este balance de mis escritos sea, para mí, motivo de vanidad. 
He elegido este título sabiendo que es provocativo y va a sonar escandaloso en el oído de alguno.
        No me extrañaría, porque también a algún lector de las cartas de San Pablo me ha confesado, algo escandalizado, que el Apóstol le ha parecido jactancioso, arrogante o engreído.
          Este es el motivo que me movió a intercalar este texto de San  Pablo a esta altura, a los comienzos de mi exposición.
         Todo sacerdote puede compartir la convicción de San Pablo de ser sólo un vaso de barro, elegido sin ningún mérito propio para ser portador-dispensador de un tesoro invalorable: «Llevamos este tesoro en vasos de barro, para que resulte evidente, que la eficacia extraordinaria no se debe a nosotros sino a Dios» (2ª Corintios 4, 7).
          San Pablo tuvo una viva conciencia de ser un «vaso elegido», «vaso de elección». Como vaso elegido se lo presenta el Señor al anciano Ananías, cuando éste, alarmado ante la conversión del  perseguidor, lo interroga: 
+ «Señor, ha oído a muchos hablar de ese hombre y de los muchos males que ha causado a tus santos en Jerusalén»
++ «El Señor le contestó: Ve (a su encuentro tranquilo) éste es para mí un vaso que he elegido para hacer llegar mi nombre a los paganos, a los reyes y a los hijos de Israel,  Yo le mostraré todo lo que deberá padecer a causa de mi nombre» (Hechos 9, 13-16).
          La palabra griega skeuos que suele traducirse como «instrumento» tiene aquí el sentido de «vaso, recipiente» y por el contexto amplio conviene que lo traduzcamos por «ánfora».
«NOTA: Sobre dimensiones y capacidad de las ánforas en la antigüedad mediterránea véase Wikipedia:   https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81nfora#Pesos_y_medidas
Contenían entre 27 y 32 litros. Se usaban para exportar vinos, aceites, granos. Su forma en punta era para que, a falta de muelles, pudieran colocarse en la arena de las playas en el momento  de la carga y descarga y quizás en las bodegas.
San Pablo se ve a sí mismo como un ánfora a punto de derramar enteramente su contenido en supremo testimonio del Nombre cuando que ha llenado su ocupado enteramente su ser y su existencia, cuando ve inminente su martirio. En esa circunstancia le escribe así a Timoteo, haciendo el balance de su vida:
— «Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente» (2ª Timoteo 4, 7).
NOTA: Libación ofrenda de líquidos 
       San Pablo comenta cómo los «recipientes» (ya  no necesariamente en forma de ánforas, sino de vasijas de un mismo material) son tratados como viles o dignos por el uso su contenido. Así en Romanos 9, 22-24 hablará de los malvados como  «vasos de ira para la perdición» y de los justos como «vasos de gloria para misericordia». 
         O en 2ª Timoteo 2, 20: «En una casa grande no hay solamente recipientes de oro y plata, sino también de madera o de barro, y de ellos los unos son para usos honrosos y los otroa para usos viles. Así pues si uno se purificare de esas cosas será considerado como un vaso destinado a usos nobles, santificado y útil a su dueño, preparado para toda obra buena»
que cada uno de vosotros sepa tratar a su propio cáliz
(= su esposa) santa y dignamente y no con pasión de concupiscencia como esos paganos que no conocen a Dios» (1ª Tesalonicenses 4, 4).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.