Progresa la sanación:
Mi pobre esposa me decía
“me parece que me estoy volviendo loca”
y me pedía ayuda…
De Gerardo
Padre, estos consejos los necesito, los necesitamos mi esposa y yo.
Anoche hablamos nuevamente y se sucedieron los mismos temas y acusaciones del tentador de mi esposa hacia mí. Igualmente estaba más tranquila en el tono y en las expresiones.
Seguí sus consejos acerca de quedar en silencio y rezar la oración de exorcismo. Fue largo todo. Pero de momentos podíamos hablar y en otros tenía que quedar callado y rezar. Igualmente, puede ser que en algunos momentos yo haya hablado quizás con su tentador y no con ella.
Pero para que ella me escuchara le decía «a vos Anita yo te digo esto y esto». Creo que estuve más sereno aún que la noche anterior aunque igual, me parece, que debo discernir más entre mi esposa y su mal espíritu.
Por otro lado cuando todo se había serenado, mi pobre esposa me decía que a ella le parece que se está volviendo loca, me lo dijo muchas veces y me pedía ayuda. Yo sé que lo dice, por la cosas que me dijo, que no son de ella. Yo le dije que no se está volviendo loca y que las cosas que me dijo no son de ella. Ella me pidió perdón y yo le dije que si había algo que tenía que perdonar la perdonaba pero que supiera que muchas de las cosas que me dijo no son de ella, le dije que yo la conozco a ella y sé que esas cosas no son de ella.
Al final, cuando vi que era ella, le pedí perdón por algunos defectos míos (que sé que me quitan autoridad y quizás han provocado que mi esposa no me respete: esto no se lo dije a ella, solo pedí perdón): entre ellos que muchas veces llego con mal humor a casa, pierdo el humor por cualquier tontería (por ejemplo por algo que tengo que hacer y no me sale).
A veces cuando llego a casa del trabajo y están mi suegros de visita soy un poco descortés (ellos generalmente se van apenas llego y soy descortés porque hago lo mismo de siempre de irme a cambiar, etc. y no soy capaz de saludarlos al irse).
Soy quejoso a veces de las cosas (de la situación del trabajo actual). Yo me las reclamo (desde hace tiempo) y ella me las reclama (esto lo hizo muy serenamente y siendo mi esposa). Creo que unas de las cosas que me ponen así es que me vienen pensamiento en contra de mi esposa respecto a sus padres porque veo que ella tiene apego a ellos (principalmente a su madre) y que esto puede atentar contra nuestro matrimonio.
Por un lado objetivamente puede que mi esposa tenga apego a sus padres, pero le digo la verdad, yo me he dejado llevar por esos pensamientos y creo que el mal espíritu me llevó a tener esas actitudes infantiles, poco viriles, caprichosas. Cuando en verdad si mi esposa tiene apego debo tomar el tema con firmeza, dulzura y virilidad sin que me quite la paz, el buen humor, etc. Me he hecho propósito firme de cambiar estas cosas.
En Cristo.
Gerardo.
Mi respuesta a Gerardo
Gerardo:
¡Gloria al Padre! Todo va bien encaminado. Estás aprendiendo a ser el exorcista de tu esposa. Y ahora empiezas también a darte cuenta de cómo y por dónde te tienta el enemigo a ti. ¡Adelante! y repasa las lecciones para no olvidarte. Porque “el otro” procurará hacerte olvidar lo que te he dicho. Practícalo.
Estuviste diez puntos en tu ministerio de esposo, y el Espíritu Santo te ha enseñado cómo ayudarla. ¿Viste que ella confesó que «siente que se va a volver loca»?
¿Viste cómo «el enemigo de la mujer» puede enloquecerla con un torbellino de pensamientos e imaginaciones que alteran por completo su fina sensibilidad y su emotividad?
Tienes que ponerle el oído serenamente y sin miedo a ese torbellino, y escuchar a tu esposa, auscultar su alma y seguirle mostrando que esos pensamientos no son de ella y no le hacen bien.
Hiciste muy bien en decirle que las cosas que dice no son de ella. Creo que puedes empezar a usar la palabra «tentación». Quizás empezar a usarla aplicándola a ti mismo en las actitudes que has estado teniendo y que un sacerdote te ha dicho que son tentación. O mejor, directamente, explicitando la palabra en el contexto de tu estupenda manera de responderle: «yo te conozco y sé que esa no eres tú, ni que piensas eso de mí» Y agregar «eso es una tentación».
O puedes decirle algo así como: un sacerdote me dijo que el mal espíritu la enloquece a la mujer, porque en el principio Dios le dijo «Yo pondré enemistad entre ti (la Serpiente) y la mujer».
Dale la doctrina revelada. Le iluminará lo que le está sucediendo. ¿Viste como te pide ayuda? La espera de ti. Y esto mejorará a mi parecer en progresión geométrica
No es a mi parecer tan claro lo que planteas acerca de tu mal humor cuando llegas del trabajo y te encuentras a los padres de tu señora de visita. Tú harás mal en enojarte, en lugar de buscar serenamente remedio a ese mal. Pero ellos hacen mal en quedarse hasta que tú llegas. Y tú haces mal en poner de manifiesto tu mal humor. Y ella hace mal en no pedirles que se vayan cuando tú estás por llegar, explicándoles que es ella la que quiere recibir a su esposo que llega cansado y con deseo de intimidad hogareña. Las visitas a los padres pueden ser en fines de semana, cuando tu estás descansado.
Es justo que cuando el esposo llegue del trabajo, la esposa lo esté esperando y lo atienda y lo acompañe. Y si tu esposa no lo hace, tienes que hacerle comprender buenamente que eso es lo que le corresponde como esposa. Que es a lo que tú aspiras y lo que tú necesitas y esperas de ella, porque es necesario para tu salud y equilibrio, de los que ella necesita a su vez y por eso le conviene protegerte.
Que tienen que cuidarse los dos el uno al otro. Porque si tú no estás bien, ella no puede recibir de ti la ayuda que necesita. No le conviene a ella, desentenderse de tu bien. Ella es la que más necesita que tu estés bien.
Tu esposa tiene todo el tiempo que tú estás en el trabajo para ver a sus papás y ellos para estar con su hija. Y sería prudente de su parte que se retiraran antes de tu llegada. Para verse están los fines de semana.
Creo que tu esposa puede estar descargando su alboroto interior en ellos. Y es posible que a medida que tú asumas tu ministerio esponsal, eso mejore por sí solo.
Pero en su momento, si no mejora tendrás que hablarlo.
Está mal que tú te enojes. Pero ni tu esposa ni sus papás están actuando prudentemente ni están respetando tus derechos.
Tendrás que aprender a hablar serenamente de esas cosas con tu señora. Y quizás pedirle a ella ayuda, para que ella, asumiendo su rol de ministro de la gracia de Cristo para ti, te auxilie, no dándote motivo de enojo en las cosas que sabe que te irritan. Y también ayudándote a dominar tu irascibilidad, que aumenta con el cansancio cuando llegas del trabajo, deseoso de descansar con todo derecho y gozar de la compañía de tu esposa.
Bendiciones
Padre Horacio