Blog destinado a presentar y comentar la Revelación divina acerca del amor humano: Creado según el designio divino, luego caído y herido por el pecado original, después santificado en el pueblo elegido; elevado por fin a Misterio Grande en el sacramento del matrimonio y hoy tan ferozmente agredido.
«Grábame como un sello en tu brazo, como un sello en tu corazón, porque es fuerte el amor, como la Muerte, es cruel la pasión como el abismo es centella de fuego llamarada divina: las aguas torrenciales no podrían extinguir el amor ni anegarlo los ríos. si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa se haría despreciable» [Cantar de los Cantares 8, 6-7]
Para comprender mejor el sentido de esta enseñanza, según la cual todas las aguas de los mares no serían capaces de anegar el amor, hay que saber que el eje simbólico del mar es, en el lenguaje de las Sagradas Escrituras, el lugar en cuya profundidad se sume todo lo que es opuesto a Dios, lo que es enemigo de Dios. El amor no puede ir al fondo del mar porque el fondo del mar significa lo contrario al amor. Es el lugar simbólico a donde van los que no aman a Dios: la generación del diluvio (Génesis 6, 5ss), el ejército del Faraón (Éxodo 14, 27-28), los pecados del pueblo elegido (Miqueas 7, 19), el profeta desobediente (Jonás 1, 16 ss), los imperios bestiales que ve Daniel en sueños (Daniel 7, 2ss), los que escandalizan a los pequeños (Marcos 9, 42), los hombres a quienes los apóstoles fueron enviados a pescar y sacar de las profundidades (Marcos 1,17).
Las aguas del océano no podrán anegar y engullir el amor.
A pesar del pecado original, hay un designio divino que va a salvar al amor de desaparecer anegado por las aguas del mar .
El arte de amar Que hay que aprender a amar se lo dice también, a quien no crea en las Sagradas Escrituras, el psicólogo Erich Fromm en su libro El arte de amar. Allí dice precisamente que hay gente que piensa que le basta guiarse por sus sentimientos espontáneos, dejarse llevar por ellos, sin ningún control. Él responde: “¡No! Amar es un arte”. Por lo tanto, entra la inteligencia en la configuración de los sentimientos, en la purificación de los sentimientos y en la dirección de los sentimientos. Amar es una obra de arte de la inteligencia que exige también un talento práctico, como el del artista. Amar es una obra de arte de los esposos, que se va realizando durante toda la vida. Una obra de arte que se ha de lograr en común. Amar es un arte y hay que aprenderlo, Y no todos los artistas son buenos. Hay artistas buenos, artistas malos y artistas pésimos. ¡El arte de amar!
Un arte y una gracia El psicólogo ve un hecho y lo comprueba, pero no ve todo. Porque la fe nos dice que sí, que amar es un arte, pero que es, sobre todo ¡Una Gracia! ¡Un Don divino! Algo que hay que prepararse para recibir de Dios. Algo que hay que pedir y hacerse capaz y digno de recibir.
Y además algo que, para ser bien recibido, supone que quien lo recibe tiene que ser sanado. Porque en nuestra naturaleza herida por el pecado lo que debe ser restaurado, precisamente, es la capacidad de amar al otro sin los límites del amor propio, que muchas veces está desviado y termina utilizando al otro.
Es necesario, entonces, pedir la Gracia de un amor puro, un amor generoso, que es el que da la libertad. Es necesario beber de las fuentes de la revelación divina, de la Sabiduría católica revelada por Dios y amar de tal manera que se pueda vivir después el amor esponsal y formar a los niños en el matrimonio, en la familia, que es la escuela del amor. Si los niños en esa escuela tienen malos maestros, después no sabrán amar. Incluso pueden llegar a tener los conocimientos para salvar un examen teórico, pero en el práctico, como lo muestra la experiencia, les puede ir muy mal.