
LA ACEPTACIÓN JURÍDICA Y SOCIAL DEL ABORTO
VISTA POR UN FILÓSOFO:
Si las relaciones de maternidad y paternidad quedan abolidas, si la relación entre los padres queda reducida a una mera función biológica sin perduración más allá del acto de generación, sin ninguna significación personal entre las tres personas implicadas, ¿qué queda de humano en todo ello? Y si esto se impone y se generaliza, si a fines del siglo xx la humanidad vive de acuerdo con estos principios, ¿no se habrá comprometido, quién sabe hasta cuándo, esa misma condición humana?
Por esto me parece que la aceptación social del aborto es, sin excepción, lo más grave que ha acontecido en este siglo que se va acercando a su final.
Dr. Julián MARÍAS
Doctor
en Filosofía, Miembro dela Real Academia
Española y dela Real Academia
de Bellas Artes, Miembro del Consejo Internacional Pontificio de Cultura y
Doctor Honoris Causa en Teología porla Universidad
Pontificia de Salamanca. Autor de más de cincuenta libros y
uno de los más prestigiosos filósofos del siglo XX.
Tomado de su obra: Sobre el Cristianismo, Planeta, Barcelona, 1997, pp.
100-108.
en Filosofía, Miembro de
Española y de
de Bellas Artes, Miembro del Consejo Internacional Pontificio de Cultura y
Doctor Honoris Causa en Teología por
Pontificia
uno de los más prestigiosos filósofos del siglo XX.
Tomado de su obra: Sobre el Cristianismo, Planeta, Barcelona, 1997, pp.
100-108.
La
espinosa cuestión del aborto voluntario, que en los últimos años ha adquirido una amplitud desconocida, hasta convertirse en una de las
cuestiones más apremiantes en las
sociedades occidentales, se puede
plantear de maneras muy diversas. Entre los que consideran la inconveniencia o
ilicitud del aborto, el planteamiento
más frecuente es el religioso. Por
supuesto, es una perspectiva justificada y aceptable, pero restringida. Se suele responder que, para los cristianos (a veces, de
manera más estrecha, para los católicos), el aborto puede ser ilícito, pero que no se puede imponer a una sociedad entera una moral «particular» Es decir, los argumentos fundados en la fe religiosa no son válidos para los no creyentes.
espinosa cuestión del aborto voluntario, que en los últimos años ha adquirido una amplitud desconocida, hasta convertirse en una de las
cuestiones más apremiantes en las
sociedades occidentales, se puede
plantear de maneras muy diversas. Entre los que consideran la inconveniencia o
ilicitud del aborto, el planteamiento
más frecuente es el religioso. Por
supuesto, es una perspectiva justificada y aceptable, pero restringida. Se suele responder que, para los cristianos (a veces, de
manera más estrecha, para los católicos), el aborto puede ser ilícito, pero que no se puede imponer a una sociedad entera una moral «particular» Es decir, los argumentos fundados en la fe religiosa no son válidos para los no creyentes.
Rara vez se mira si
los argumentos así propuestos, aun procediendo
de una manera cristiana de ver la realidad, no
tienen fuerza de convicción incluso prescindiendo
de ese origen, el hecho es que todo el que no
participa de esa creencia se desentiende de ellos y
considera que no le pueden decir nada. Y los hechos deben tenerse en cuenta.
los argumentos así propuestos, aun procediendo
de una manera cristiana de ver la realidad, no
tienen fuerza de convicción incluso prescindiendo
de ese origen, el hecho es que todo el que no
participa de esa creencia se desentiende de ellos y
considera que no le pueden decir nada. Y los hechos deben tenerse en cuenta.
Hay otro
planteamiento que pretende tener validez universal, y
es el científico Las razones biológicas,
concretamente genéticas, se consideran demostrables, enteramente fidedignas, concluyentes para cualquiera. Por supuesto esas razones tienen
muy alto valor, y se deben tomar en cuenta, pero sus pruebas no son
accesibles a la inmensa mayoría de los
hombres y mujeres, que las admiten por fe (se entiende, por fe en la
ciencia, por la vigencia que ésta tiene en el mundo actual)
planteamiento que pretende tener validez universal, y
es el científico Las razones biológicas,
concretamente genéticas, se consideran demostrables, enteramente fidedignas, concluyentes para cualquiera. Por supuesto esas razones tienen
muy alto valor, y se deben tomar en cuenta, pero sus pruebas no son
accesibles a la inmensa mayoría de los
hombres y mujeres, que las admiten por fe (se entiende, por fe en la
ciencia, por la vigencia que ésta tiene en el mundo actual)
Hay otro factor que
me parece más grave respecto al planteamiento científico de la
cuestión, depende del estado actual de
la ciencia biológica, de los resultados de la más reciente y avanzada
investigación. Quiero decir que lo que hoy se sabe, no se sabía antes. Los argumentos de los biólogos y
genetistas, válidos para el que conoce estas disciplinas y para los que
participan de la confianza en ellas, no lo
hubieran sido para los hombres y mujeres de otros tiempos, incluso
bastante cercanos.
me parece más grave respecto al planteamiento científico de la
cuestión, depende del estado actual de
la ciencia biológica, de los resultados de la más reciente y avanzada
investigación. Quiero decir que lo que hoy se sabe, no se sabía antes. Los argumentos de los biólogos y
genetistas, válidos para el que conoce estas disciplinas y para los que
participan de la confianza en ellas, no lo
hubieran sido para los hombres y mujeres de otros tiempos, incluso
bastante cercanos.
Creo que hace falta
un planteamiento elemental, ligado
a la mera condición humana, accesible a cualquiera, independiente de conocimientos científicos o teológicos,
que pocos poseen. Es menester plantear una
cuestión tan importante, de consecuencias
prácticas decisivas, que afecta a millones de personas y a la posibilidad de vida de millones de niños que nacerán o dejarán de nacer, de una manera evidente, inmediata, fundada en lo
que todos viven y entienden sin interposición de teorías
(que en ocasiones impiden la visión directa y
provocan la desorientación)
un planteamiento elemental, ligado
a la mera condición humana, accesible a cualquiera, independiente de conocimientos científicos o teológicos,
que pocos poseen. Es menester plantear una
cuestión tan importante, de consecuencias
prácticas decisivas, que afecta a millones de personas y a la posibilidad de vida de millones de niños que nacerán o dejarán de nacer, de una manera evidente, inmediata, fundada en lo
que todos viven y entienden sin interposición de teorías
(que en ocasiones impiden la visión directa y
provocan la desorientación)
Esta visión no puede
ser otra que la antropológica, fundada en la mera
realidad del hombre tal como se ve, se vive, se comprende a sí mismo. Hay, pues, que intentar retrotraerse a lo más elemental, que por serlo no tiene supuestos de ninguna
ciencia o doctrina, que apela
únicamente a la evidencia y no pide más que una cosa, abrir los ojos y
no volverse de espaldas a la realidad.
ser otra que la antropológica, fundada en la mera
realidad del hombre tal como se ve, se vive, se comprende a sí mismo. Hay, pues, que intentar retrotraerse a lo más elemental, que por serlo no tiene supuestos de ninguna
ciencia o doctrina, que apela
únicamente a la evidencia y no pide más que una cosa, abrir los ojos y
no volverse de espaldas a la realidad.