YO PENSABA SER LA PREFERIDA DEL SEÑOR…

Me escribe una mujer inquieta porque
le vienen celos de no ser la única
a quien ama Jesucristo.
Le he pedido a otra mujer que vive una mística esponsal muy profunda y teológica con el Señor, que le responda y le cuente cómo entiende ella el misterio de la mujer Iglesia – individual – concreta, única. Miembro o célula del cuerpo místico de la Iglesia.

LA CONSULTA

Padre,

Al leer las experiencias de algunas mujeres que Usted ha venido publicando en el Blog del Buen Amor, respecto de cómo el Amor de Dios las ha seducido para un amor esponsal, sentí cierta tristeza porque yo pensaba que esto le pasaba a muy pocas personas y que yo era la preferida de Jesús, pero resulta que no.
Ahora, no sé qué pensar, me desanimo y ahora sí entendí que la Esposa de Jesús es La Iglesia, o sea somos todas y cada una de las personas que formamos la Iglesia. ¿Será esto, egoísmo o un Amor que todavía yo no he entendido?

Gracias.

RESPUESTA DE UN ALMA ESPOSA

Querido Padre:
me di cuenta recién de esta consulta. Y me digo que tal vez sucedió porque el Señor aún no me había mostrado cuál sería mi respuesta. Ahora que me doy cuenta, siento que tengo la respuesta para darle.
Cierto tiempo atrás recuerdo haberme sentido yo también así, algo celosa del Amor del Esposo de mi alma…

Pero luego, poniendo mi corazón en contemplación me vinieron al espíritu estas reflexiones tranquilizadoras que fueron disipando esa fea tentación de celos:

Jesús es Dios, Él tiene Amor sin medidas, Él Ama verdaderamente a cada creatura Suya por igual, sin embargo a unas las destina para ciertas misiones. A nosotras las mujeres nos llama a ser Esposas del Cordero, esposas del Verbo como partículas de la Iglesia total en las que está presente la Iglesia entera. Hablo concretamente de la creatura mujer bautizada. No todas viven sin embargo de la misma manera ni con la misma intensidad ni con el mismo grado de conciencia refleja este llamado.

Jesús-Hombre toma sobre Sí mismo el yugo de Esposo, y asume Su rol de manera tan especial que causa en el alma de la Esposa la plenitud total y la bienaventuranza de sentir ese llamado como lo más maravilloso que puede ocurrirle en la vida.

Y la Esposa siente también, de manera efectiva, que el Amor de Jesús-Hombre sobrepasa todo otro amor que pueda ofrecer un ser humano. Sabe la Esposa que ningún otro hombre podrá colmar su corazón y todo su ser de manera similar a Jesús Esposo, porque no hay otro hombre como Él. Así que aquí Él mismo da la Gracia de enamorar el corazón de Su Esposa y «espanta las raposas que devastan las viñas en flor». Y cuando ella se siente seducida y siente que Él la llama para realizar la Boda, también ella se sorprende al saber que Jesús, además de Dios, es Hombre. Esto es para el alma de la mujer una bienaventuranza muy grande, incomparable, creo que es una de las más hermosas invitaciones que se han de descubrir en esta vida, y aún no habiendo sido mamá, me parece que con todo, la sobrepasa muchísimo más.

Según pasa el tiempo y la Esposa asume su rol, entra en conocimiento de Su Esposo de manera poco más profunda, según Él se lo va permitiendo y entonces empieza a comprender que Jesús además de Hombre es Dios, porque parece un ir y volver de la Gracia, que nos pasea de abajo hacia arriba y después de arriba hacia abajo, y es necesario que sea así, porque Jesús Es un Esposo muy Humilde y la Esposa debe Amarlo tal como Es, por lo tanto le concede la Gracia de un nuevo conocimiento.

Allí es cuando Jesús hace recordar a Su Esposa que Él, además de Hombre, Es Dios. Entonces ella va entendiendo que es muy pequeño el amor que tiene en sí misma para colmar las Divinas exigencias de Su Amado Esposo Jesús: Hombre-Dios.

Si no la asistiera el Espíritu Santo, tal vez la pobrecita esposa desaparecería en un instante al constatar la diferencia ontológica, pero el Espíritu se adelanta para susurrarle estos delicados consuelos.

Jesús en cuanto Hombre, es tan delicado, tierno, compañero, pero fuerte y único en el Amor, que puede estar con Su Esposa, dar y recibir de ella únicamente según su peculiaridad, haciéndola sentir única e irrepetible, tal y como es, porque no hay otra esposa como ella, ya que Dios nos ha creado únicas e irrepetibles.

Pero conforme la Gracia va dejando ver que Jesús Ama de manera especial a cada una, también parece que comienza el enemigo a endilgar que Jesús no es fiel y quiere hacer pensar a la esposa que seduce a cuanta se le cruza en el camino, para desanimarla, o lo peor, para engañarla haciéndole creerse víctima de infidelidad y en realidad de lo que la hiere es de soberbia.

El Espíritu Santo entonces le concede a la Esposa entender que Jesús Es Fidelísimo en cuanto Hombre, porque Dios es Fiel y Verdadero y no hay engaño en ello. Y también que, en cuanto Dios, sólo el Resucitado puede estar con cada Esposa en intimidad total, sin cometer adulterio porque Dios es Fiel, y a Jesús Le Ha sido dado todo Poder. La Eucaristía es el signo Esponsal más claro de aquél: «ya no serán dos, sino una sola carne». Aquí también resuena el eco: la Iglesia es la Eposa del Cordero.

Comprende la Esposa que la mujer ha sido creada para el Hombre y no el hombre para la mujer, y aún más, la creatura ha sido creada para el Creador y no el Creador para la creatura, y en esto hay que tener humildad y reconocer que Dios todo lo Ha hecho Bien. Que puede Dios colmar a la creatura pero la creatura no puede colmar a Dios.

Jesús en cuanto Dios, Es todopoderoso, Es omnipresente y Omnisciente.

Lo que significa en lo que nos ocupa, que puede estar con todas Sus creaturas (cuánto más con Sus Esposas…!), en todos los lugares, a un mismo tiempo y conociendo cada creatura y cada cosa como nadie. Por lo tanto sólo Él puede colmar las almas de Sus Esposas infaliblemente, pero lo hace de manera separada (porque Él es Dios Fiel) y gusta de la intimidad, de lo contrario nos hubiera creado con acceso a discernir los pensamientos del otro, y esto sólo puede hacerlo Él con cada una de las almas.

Jesús puede dar, en cuanto Esposo Hombre, a cada una separadamente según su peculiaridad de creatura, la sobreabundancia del Amor Divino que sobrepasa con mucho el más digno amor humano. Y puede tomar, en cuanto Esposo Dios, para Sí mismo, el amor de cada una separadamente, unificándolo en Su Espíritu, como si se tratara de un Océano de Amor recibiendo cada minúscula gotita de agua.

Y aquí se me hace que en cuanto Jesús Dios Esposo, es un Océano y cada Esposa una minúscula gotita de agua. Todo amor humano Le es bienvenido y grato, pero más aún el amor de Sus Esposas. Así como también cada ingratitud humana Le es dolorosa, pero mucho más aún la de Sus Esposas.

Cariños,

Su Hija

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