ALFONSO MARTÍNEZ DE TOLEDO [4]
ARCIPRESTE DE TALAVERA O CORBACHO — El adulterio

PRIMERA PARTE – CAPÍTULO III
CÓMO POR [mal] AMOR SE SIGUEN MUERTES, HOMICIDIOS, Y GUERRAS

«No hay crimen hallado más grave que la fornicación, digna de traer al hombre a perdición».

La tercera manera y razón manda y veda que ninguno no debe usar ni querer de mujeres amor, por cuanto del tal amor cada día por experiencia vemos que unos con otros han des-amistades: amigo con amigo, hermano con hermano, padre con hijo; por ende, vemos levantarse enemistades capitales, y demás muchas muertes y otros infinitos males que del tal amor se siguen. Lee los pasados y considera los que hoy viven y pues considera bien que no es hoy hombre vivo por muy mucho que tu especial amigo sea, que te ame de cordial dilección, y más, aunque tu pariente propincuo sea -y de esta regla no fallecerá aunque tu primo, sobrino, hermano, e aun más te digo, aunque tu padre sea- que si siente que tú te enamores y bienquerencia demuestres, o amor tomares con la cosa suya, o que él ama y bien quiere, que luego en ese punto en su corazón no se engendre una mortal malquerencia, odio y rencor contra ti, y de allí te piensa ya malquerer y hacer obras malas, y dañarte en lo que pudiere públicamente o escondidamente, según el estado de la persona lo requiere, que a tal comete hombre en público al igual suyo que al mayor que sí no se atreve sino escondidamente.

Donde se levantan muchas traiciones, y tratos, muertes y lesiones, y cosas que explicar sería muy prolijo. Pues malaventurado sea el hombre que por una breve delectación de la carne y por un desordenado amor de mujer inconstante quiere deshonrar su amigo y de él hacer enemigo perpetuamente mientra viviere, y perderlo para siempre. Por ende, de este tal, así como de bruto animal o contrario a la humana naturaleza, deben todas personas, donde juicio hay, huir y apartarse como de bestia venenosa y de perro rabioso, que mordiendo ponzoña todos los que muerde y comunican con él.

Y ¿qué cosa es al hombre más útil y provechosa y aun necesaria como haber fieles
amigos en que se fíe? Que según un dicho de Cícero romano: «agua, fuego ni dinero no es al hombre tan necesario como amigo fiel, leal y verdadero»; el cual, si uno entre mil hallado fuere, sobre todo tesoro es de guardar, al cual conveniente comparación no es, ni hallada ser puede. Empero muy muchos son amigos llamados que los hechos y el nombre en ellos es sobrepuesto y careciente de verdad, por cuanto su amistad en el tiempo de la necesidad no parece, antes perece y no es hallada.

El que es amigo verdadero en el tiempo de la necesidad se prueba y hállase más fiel y amigable a su amigo, según dice el antiguo proverbio: «Mientras que rico fueres, ¡oh cuántos puedes contar de amigos!; empero si los tiempos se mudan y anublan, ¡ay, que tan solo te hallarás!». Lo que puede y vale el buen amigo, Tulio, en el libro suyo De la amicicia, te lo demuestra; por ende en la amistad puedes conocer a tu amigo cual y quien sea. Por cierto bien debe carecer de nombre de amigo, y en estima muy poca ser tenido, el que por cumplir un poco de vano apetito pierde a Dios y a su amigo; tal no debería entre los hombres parecer ni ser nacido.

Y como los otros pecados de su naturaleza maten el alma, este, empero, mata el cuerpo y condena el ánima; por do el su cuerpo lujuriando padece en todos sus naturales cinco sentidos: primeramente hace la vista perder, y menguar el olor de las narices natural, que el hombre apenas huele como solía; el gusto de la boca pierde y aun el comer del todo; casi el oír fallece que parécele como que oye abejones en el oreja; las manos y todo el cuerpo pierden todo su ejercicio que tenían y comienzan de temblar.

Pues todas las tres potencias del ánima   son turbadas, que apenas tiene entendimiento, memoria ni reminiscencia, antes, lo que hace hoy no se acuerda mañana; pierde el seso y juicio natural. De las siete virtudes no puede usar: fe, esperanza, caridad, prudencia, templanza, fortaleza, justicia, así que es hecho como bestia irracional; y lo peor que el acto vil lujurioso hace al cuitado del hombre adormir en los pecados, así en aquel como en los otros por concomitancia, y en ellos por gran tiempo envejecer. Por do muchos son hallados dañados que mueren súbitamente cuando no piensan, o más seguros están, diciendo: «Hoy, mañana me enmendare, de tal vicio me quitare». Así que de cras en cras vase el triste a Satanás, y, lo peor, que el decir es por demás. Por tanto, no a sinrazón da voces la divina autoridad diciendo: «No es crimen hallado más grave que la fornicación, digna de traer al hombre a perdición».

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