b>ALFONSO MARTÍNEZ DE TOLEDO [2]
ARCIPRESTE DE TALAVERA O CORBACHO — sexo sin amor

PRIMERA PARTE

CAPÍTULO  1º «Cómo el que ama locamente [esto es  lujuriosamente] desagrada a Dios.
Primeramente digo tal razón, a la cual persona ninguna no la puede resistir, que ninguno hacer placer a Dios no puede si en mundano amor [amor = lujurioso] se quiere trabajar; por cuanto mucho aborreció nuestro Señor Dios en cada uno de los sus testamentos, viejo y nuevo, y los mandó punir a todos aquellos que cometían  fornicación o lujuriaban, fuera de ser por ordenado matrimonio según la ley ayuntados. Los cuales [esposos] eran preservados de mortal pecado y de fornicación si debidamente, y según el dicho orden de matrimonio, usasen del tal acto en acrecentamiento del mundo; y mandó punir a cualquier que por desenfrenado apetito voluntario tal cosa cometía.

Demándote, pues, ¿si tal cosa será dicha buena la que fuere contra la voluntad de Dios hecha? ¡Oh cuánto dolor de corazón, cuánta amargura para las ánimas, de lo que de cada día oímos, sabemos, leemos y vemos por hechos viles, torpes, horribles de lujuria, que de cada día por guisas diversas se cometen, perder la gloria de paraíso por momentáneo cumplimiento de voluntario apetito, vil, sucio y horrible!

¡Oh malaventurado e infame, y aun más que bestia salvaje y, peor aun, debe ser dicho y reputado aquel que por un poquito de delectación carnal deja los gozos perdurables y perpetuamente se quiere condenar a las penas infernales!

Piensa, pues, hermano, y con tu sutil ingenio busca cuánta honra le debe ser dada a aquel que, menospreciado su Señor y Rey celestial, y aun menospreciando su mandamiento, por una mujercilla miserable o deseo de ella, quiere darse todo al diablo, enemigo de Dios y de la su ley.

Pensar puedes, amigo, que si nuestro Señor Dios quisiera que el pecado de la fornicación pudiese ser hecho sin pecado, no hubiera razón de mandar celebrar matrimonio , como cierto sea y manifiesto que mucho más pueblo se podría acrecentar usándose el tal acto de fornicio que no evitándolo.

Pues bien puede y debe ser notada la locura de cada uno que por haber un poco de delectación carnal quiera perder la vida perdurable, la cual Jesucristo nuestro salvador quiso comprar por su propia sangre y  recobrar de perdida.

Por ende, te digo que en confusión de su a será y vergüenza de su cara, y más, en gran injuria del omnipotente Dios, del cielo y de la tierra criador, si por querer seguir la mezquina de su voluntad y apetito desordenado quiere alguno obrar contra la voluntad de Dios, venir y vivir perdiendo, como  dije, lo que te es prometido por Él sin tú merecerlo, y esto por derramamiento de su propia sangre, la cual demandará a Dios padre justicia de ti.

¡Oh juicio cruel, cuanto poco pensado, menos cogitado! Piense, pues, el que pensar pudiere o quisiere, que a solo Dios amar es amor verdadero, pues amando quiso por ti morir, y ¡tú por galardón quieres servir más a otro!

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