ALFONSO MARTÍNEZ DE TOLEDO [7]
CORBACHO

PRIMERA PARTE CAPS 8º Y 9º

Capítulo VIII
De cómo honestad y continencia son nobles virtudes

en las criaturas

Otra razón se demuestra por donde amor debe ser evitado, por cuanto honestidad y continencia no es duda ser muy grandes y escogidas virtudes, y por contrario, lujuria y delectación de carne son dos contrarios vicios
muy feos y abominables. Uno de los bienes que en este mundo el hombre debe haber sí es buena fama y renombre, y ser entre los virtuosos notado y no puesto con los viciosos en fama denigrados. Y fama buena ni corona de virtudes no puede el hombre o la mujer haber si de estas virtudes no es acompañado: continencia y honestidad, las cuales son mucho plancenteras a Dios. Y sepas que en uno no pueden virtudes estar y vicios, por su contrariedad; que el bueno no es malo, ni el malo no es bueno, bien que lo malo puede tornar bueno y lo bueno tornar malo, y en aquel instante sucediendo sí.

Porque te digo más: que aun así en el viejo como en el mozo, así en el clérigo como en el lego, así en el caballero como en el escudero, en el hombre de pie como en el rapaz, así en el hombre como en la mujer, honestidad es hermana de vergüenza, castidad madre de continencia. Y, si en ellos son, mucho son de alabar y sus contrarios de denostar. Y no creo que hombre o hembra, por de tan alto linaje que sea, que no le sea feo deshonesto amar y vivir, y vituperioso de contar entre honestos y discretos varones, contándolo a gran defecto al hombre o hembra; salva
honestidad de matrimonio, do todo honesto amor cabe. Pues di, amigo: ¿qué es la razón porque quieres tan locamente amar, pues así es que, así cerca Dios como acerca de los hombres es habido por réprobo y blasfemo el tal amor? No es otra cosa sino que, menospreciando a Dios, y la vergüenza al mundo perdida, pierdes del todo tu fama y te tengan en posesión de hombre bestial. Y aun la mujer, por de gran estado que sea, sintiendo que en loco amor entiende, es de las otras en poca reputación habida. Y más te digo:
que la más sutil mujer de estado, que del rey amada sea, nunca su ser ni fama será en el estado como de primero hacer solía. Guarda cuánto las mujeres deben ser denegadoras de su amor a cualquier; pues que de un rey amada y habida, así es dicha mala como si de un vil zurrador conocida fuere. Esto sea contra las que se tienen por bienaventuradas cuando amigo generoso o de estado alcanzan. ¡Oh locas desvariadas! que de aquellos son más aína menospreciadas y burladas, aunque del todo -así en grande hombre como sutil- amar sea burla, locura, y desvarío y perdición de tiempo. Y si los hombres, por ser varones, el vil acto lujurioso en ellos algún tanto
es tolerado, y aunque lo cometan, empero no es así en las mujeres, que en la hora y punto que tal crimen cometan, por todos y todas en estima de hembra mala es tenida y por tal habida y en toda su vida reputada; que
remedio de bien usar nunca jamás le ayuda como al hombre, que por mal que de este pecado use, castigado de él y corregido, le es tenido a loor el
emienda y no le es notado en el grado de la mujer, que es perpetuo, y el
del hombre a tiempos. Piensa, pues, en el tal amor, hombre y mujer, y toma lo que a ti conviene de este ejemplo.

Capítulo IX
De cómo por amar muchos se perjuran y son criminosos

Otra razón hay por donde el amor es razonablemente reprobado a aquellos que en el amor derechamente paran mientes: no hay al mundo mal y crimen que de él no se siga o puede ser, por cuanto, como suso dije, de él provienen muertes, adulterios y perjuros, los cuales el amante hace muchas veces mintiendo por complacer y engañar a su coamante, los cuales no son
dichos juramentos, mas verdaderamente perjurios. Pues hartos, para mientes

si se cometen en muchas guisas, hurtando el uno por dar al otro: y así el servidor a su señor, como el hijo al padre y el marido hurta escondido de su mujer para dar a la que ama; y más, malas noches, malos días, malos yantares y peores cenas. Y si la mujer lo siente y se lo retrae, aquí son
los duelos que ella padece entonces en bienes y persona. Y da el marido a la amante lo de la mujer, y a la mujer palos y coces y puñadas y continua mala vida, hasta apartar cama y aun a la fin departirse el uno del otro, como algún tanto de esto suso dije. Ve bien que hace amar. Pues hacer falso testimonio no dudes que de amor muchas veces procede; no hay al mundo manera de mentir que si viene a caso de necesidad que los amantes no hallen y de ella no usen sin vergüenza. La ira, pues, si del amor proviene, harto es notorio a los hombres y aun manifiesto, cuando el uno no hace la voluntad del otro en todo o en parte o su apetito no aplaude.

Suma: que todos males de amor deshonesto provienen. Dígote más: que no hay hombre, si bien parares mientes a los de su linaje, por más que sean dedicados al servicio de Dios, que las riendas de amor pueda en sí retener y refrenar. Y esto por experiencia lo podemos de cada día ver: pues hacer dioses extraños e idolatrar, bien es causa el amor; que Salomón no se pudo de ello abstener, que por su coamante no idolatrase. Mira en hombre tan sabio, y pues ¿qué será, mezquino de ti, si este, que Dios lo hizo el más sabio de los sabios, pecó en tal pecado por amar? Pues, ¿quién nos defenderá a nosotros, dignos de no ser en su esguarde ni respeto hombres llamados? Y como te dije de Salomón, así de otros muy sabios y valientes varones: pues, amigo, cuando vieres que el florido y verde árbol del todo se seca, señal es que para el fuego se apareja, y para otra cosa no debe ser ya bueno, ni para otro fruto de sí dar ni llevar. Por ende, huye amor de quien tales males proceden, y ama a Dios, de quien todos bienes vienen.

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