ALFONSO MARTÍNEZ DE TOLEDO [9]
CORBACHO]

PRIMERA PARTE Cap 13 y 14º

Capítulo XIII

De los malos pensamientos que vienen al que ama

Aún otra razón hay con la cual amor debe ser aborrecido. La razón sí es: piensa, o saber debes, que de la bienandante castidad y pudicicia Dios todopoderoso es principio y cabeza -conviene a saber- medio y aun fin. Empero, de lujuria e impúdico deshonesto amor, cabeza es y consejador el diforme Satanás, enemigo mortal de la salvación de la humana criatura. Por ende, vistos los autores de virtudes y vicios, allegarnos debemos al más seguro, que es Jesucristo, hijo de la humil Virgen Santa María, al cual allegándonos no es duda salvación. Harto sería ciego y de perversa cogitación quien de obedecer dejase a Dios por al diablo servir. Bien es verdad que el enemigo de Dios, diablo Satanás, muy dulces cosas promete a los que de gusto carecen por seguir su apetito y propia voluntad, consejando: «Haz; que Dios es piadoso, que perdona; asaz te cumple, por mucho mal que hagas, arrepentimiento a la fin y serás salvo». Muchos pensamientos trae el maldito al corazón humano; pero el corazón espiritual

 

no lo puede tentar, que no es ya de este mundo. Y cuando ya, con sus lisonjas y prometimientos falsos, ha hecho su deseado querer, después da a beber al triste por galardón fieles amargas, tormentos perpetuos inestimables. Esto, por cuanto, desde el comienzo del mundo fue falso y mentiroso. Y pues él pena, y es con tormentos dañado, querría que todos su vía siguiesen y padeciesen como él, que mal de muchos gozo es. Y tal galardón acostumbra dar a los que lo sirven y obedecen, en tanto que quien más le sirve, cree y obedece, por galardón después de esta vida triste más penas y tormentos de él sostiene. Más te digo, que el diablo es semejante

al ladrón que sale al camino al viandante, que después que el viandante le da de la moneda que él lleva porque no lo mate y en seguro ponga de otros ladrones y malhechores; recibida la moneda del caminero tal, llévale después por siniestros senderos a poner en poder de los otros que él se temía, y así del todo robado, el que le guiaba parte toma del despojo con  los otros porque a las manos se lo trajo. ¡Oh cuánta moralidad y ejemplos podrán ser de aquí sacados, que hoy se usan malamente! Pero bástele al que esto leyere su sutil entendimiento, si Dios se lo administrare, sin el

cual todo saber es nada. Así el diablo sale al que en este mundo anda, que es viandante, y dice: «¿Qué me darás? Yo te alargaré la vida y te daré riquezas, y mal haciendo y tus injurias vengando, de los que mal te quieren te haré prosperar», etc. El desaventurado dale su alma, lo mejor que él tiene; reniega a Dios que lo ha criado, y toma al diablo por señor. El diablo llévalo por sendas no conocidas y hácele haber por maneras exquisitas, no conocidas ni pensadas, lo que quiere, y a la fin llévalo al infierno, a poder de los enemigos de quien se temía, y él es el primero por galardón que lo tormenta. Nuestro Señor no hace así, que si buenas cosas y dulces nos promete, en gran cantidad, dobladas infinito paga y da galardón; por cuanto él es carrera, vía y verdad, salud y vida; ende da el

galardón más abundoso que el falso suplantador del diablo. Y por cuanto el traidor en este pecado más tiene manera de enlazar los vivientes, pone amor desordenado en los corazones con fuego infernal que todo el cuerpo inflama, en tanto que el cuitado del hombre, si visiblemente viese el infierno y sus crueles penas de una parte, y de otra parte la su coamante, ciego de los ojos espirituales querría primero cumplir su voluntad con

ella, después, siquiera, morir y penar. Y como se halla alguno, en la vida de los Santos Padres, que hizo al diablo carta de su ánima escrita de su

mano, y renegó a Dios poderoso, tomando al diablo por señor por haber una que él mucho amaba, y húbola en esta manera; pero por ruegos de un santo Padre, a pesar del diablo, con muchas oraciones le fue su carta

visiblemente tornada, llorando los diablos muy agriamente por aquella ánima que perdían. Y bien creo que de tales malaventurados hoy se hallarían que por haber a la su coamante y ella al su coamante se darían al diablo; y bien vemos que harto se dan, pues por falta de castidad reniegan su Dios y por lujuria toman al diablo por señor y quieren perder la gloria eternal. Ve, amigo, pues si es razón querer tal amor que dones promete y después tú ser la pieza, y él cuchillo.

Capítulo XIV

De cómo por mal amar acaecen muertes y daños

Más razones te diré por qué amor debes evitar, por cuanto, por desordenado amor de amantes, muertes infinitas, como de antes dije, se siguen, guerras innumerables, y muchas paces se quebrantan por esa razón. Y vimos ciudades, castillos, lugares por este caso destruidos. Vimos muchos ricos en oro copiosos deshechos por tal ocasión. Muchos por este pecado padecieron, y aun perdieron lo que sus predecesores con virtudes ganaron, en tanto que es opinión, y verdadera, de muchos, y experiencia que así lo demuestra, que más mueren con el corto juicio de amar que con el espada de tajar. Muchos más por causa de mujeres mueren, que no por justicia ni defensión de la cosa pública. ¡Oh cuánto debe ser aborrecido el desordenado amor que tantos daños procura!

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