AMORES COMPATIBLES 3

Venerable Concepción Cabrera de Armida  
(1862-1937)
Nacida en San Luis de Potosí, México

Tras envidar y criar ocho hijos fundó la Congregación de las Religiosas de la Cruz y Los sacerdotes del Espíritu Santo.
El Señor le enseñó que el amor matrimonial de esposa y madre y el amor esponsal con Cristo no solamente son compatibles, sino queridos por Dios y hacen mejor a la hija de Dios en sus misiones de esposa y madre:
«Te casaste por mis altos fines; para hacer brillar más mi poder; para tu santificación y la de otras almas; haciéndote un vivo holocausto en favor de la santa pureza. Me dijo que también (me da vergüenza decirlo) para que se viera que no era incompatible el matrimonio con lo de Él [es decir el tener a Cristo por esposo del alma], y las obligaciones [del esposo y los hijos] con la piedad» 

“Nunca
me impidió el ser esposa y madre la vida espiritual, antes bien, parece que
desde que contaba un año y medio de casada, comenzó el Señor con más fuerza a
llamarme a la perfección [de su amor], a darme sed de humillaciones y en dónde
ejercitarlas… a que amara más y más el sacrificarme por Él. En cerca de 17 años
que duré casada, lo más del tiempo estuve con enfermos, enfermedades y
sufrimientos: pero esto no me impidió nunca el llevar al Señor en lo muy íntimo
de mi alma… el que [Él] se me comunicara de diversos modos… el que me
absorbiera su presencia y me introdujera en muchas clases de oración.

Crecía,
crecía el fuego, la vida, el amor divino en mi pobre corazón, a la vez que las
luces de la  pureza, el ansia de
pertenecerle, de ser toda suya” (Autobiografía 3, 1-3: Eco de mis amores p. 47)

“Jesús
le dice un día: «Te casaste por mis altos fines; para hacer brillar más mi
poder; para tu santificación y la de otras almas; haciéndote un vivo holocausto
en favor de la santa pureza. Me dijo que también (me da vergüenza decirlo) para
que se viera que no era incompatible el matrimonio con lo de Él [es decir el
tener a Cristo por esposo del alma], y las obligaciones [del esposo y los
hijos] con la piedad, y también por otras altísimas razones que se
reservaba» (Autobiografía V, 3, 366; Eco de mis amores p. 47-48)

“A mí
nunca me inquietó el noviazgo, en el sentido de que me impidiera ser menos de
Dios. Se me hacía tan fácil juntar las dos cosas. Al acostarme, ya cuando
estaba sola, pensaba en Pancho [su novio] y después en la Eucaristía, que era
mi delicia. Todos los días iba a comulgar y después a verlo pasar [a Pancho].
El recuerdo de Pancho no me impedía mis oraciones (Autobiografía V 1, 71-74,
Eco de mis amores p. 44)

“A mí
no me estorbaba el cariño de Pancho para amar a Dios. Yo lo quería con una
sencillez muy grande y como revuelto con el amor de mi Dios” (Aut, 1. 32-33;
Eco p. 45)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.