CANDELA: PENSAMONIO DE SOLTERÍA
UN REBROTE

Con Candela nos habíamos escrito allá por la mitad del año de gracia 2017. AQUI puedes releer en su enlace la conversación que mantuvimos en aquél entonces bajo el título: «Candela: Demonios de lujuria disfrazados de Galán enamorado» –   “A veces las mujeres, en vez de ver más la realidad, nos ilusionamos con el posible cambio a futuro que nunca llega…” CANDELA SE DESENGAÑA – 09-o7-2017

Me acaba de escribir Candela en mayo del 2022. Ha tenido cinco años de paz en el camino esponsal con Jesucristo. Ahora la ha tomado de sorpresa un rebrote punzante del  pensamonio atormentador. Una inesperada erupción de un volcancito que parecía dormido: ¡El anhelo natural del alma femenina por el amor de un varón».

Padre,
mi consulta es la siguiente: en 1ª Cor.1,9 leemos que «Dios es fiel», es decir que Dios cumple sus promesas. Mis consultas son: 
¿Cuáles son las promesas de Dios para mi vida?
                Por otro lado, en el Salmo 37,4 leemos: «que el Señor sea tu único deleite, y él colmará los deseos de tu corazón». Y me pregunto: ¿mis deseos serán colmados o es que estoy deseando algo que Dios no quiere? Pienso que en constante oración de deseo, el Señor va haciéndonos desear lo que nos quiere regalar.
               Todo esto apunta a mi deseo de concretar mi vocación al matrimonio y estoy un poco desorientada en esto.
               Espero pueda ayudarme a poner luz en este tema. Lo saludo con todo afecto y aguardo su respuesta. Bendiciones Padre. Candela

Mi respuesta a Candela:
Querida hija en el Señor
 Ya habíamos tratado antes extensamente de este hecho de tu alma tema en ocasión de tu consulta hace cinco años. Y, por lo visto, durante estos cinco años has avanzado en paz por el camino esponsal con Jesucristo Esposo de tu alma. Desde entonces no había vuelto a inquietarte ese pensamiento de la añoranza del amor de un varón. Intentaré ser completo en lo breve.

En cuanto a la primera pregunta sobre cuáles son las promesas de Dios para tu vida: son las del bautismo, las que nos dan la fe, la esperanza y la caridad. La principal de todas es la vida eterna como hijos de Dios, participando de la naturaleza divina en comunión con todos los santos.

En cuanto a los deseos buenos o no. Una cosa es la disposición y tendencia natural, propia de la naturaleza (herida por el pecado original) de toda hija de Eva, al amor de un varón. Otra cosa es que ésa sea la «vocación» propia de una determinada mujer en particular. Y en tu caso, bautizada, y llamada a ser hija de Dios Padre y esposa de Jesucristo.

Así que no hables de «concretar tu vocación al matrimonio». No des por supuesto que ésa haya sido tu llamado de Dios Padre al matrimonio. Habla de la concreción de tu deseo de ser amada por un varón.
                 Los deseos que Jesucristo nos quiere inspirar para que gobiernen nuestros pasos en esta vida son los del Padre Nuestro. Son seis.
                 Tres son los referidos al Padre deseados como los deseaba Jesucristo: 1) Santificado sea tu nombre, 2) Venga tu Reino 3) Hágase tu voluntad.
                Y tres referidos a nuestra misma condición filial, para vivir como tales y para no dejar de comportarnos como tales: 1) Danos el pan que alimenta nuestro ser hijos, 2) perdona nuestras ofensas y 3) líbranos del Malo.
                  Éstos y sólo estos son los deseos infusos por el Espíritu Santo en nuestro bautismo que pueden y deben guiar nuestra vida concreta por el camino de hijos de Dios, haciendo la voluntad de nuestro Padre celestial.
                 Todos los demás deseos de nuestra naturaleza creada (buenos en sí pero  desviados por el pecado original) deben estar sujetos a los seis deseos infusos en el bautismo y a los hechos con que Dios nos hable a lo largo de nuestros días en la tierra.
                 Porque Dios nos habla con hechos. Y los demonios con fantasías. Y Dios te está diciendo claramente, con hechos y desde hace años, que no te llama al matrimonio, porque entre muchos otros motivos, ya no debes ser madre — por caridad con un eventual hijo y contigo misma. Por lo tanto debes juzgar que ese deseo de matrimonio no viene de Él sino del enemigo de tu alma, de la serpiente de los tormentos envenenados. 
                 Ese deseo te en-ti-misma, te centra en ti misma y te vuelve sobre ti misma, te hace desear más ser amada por un varón que vivir amando a los demás fuera de una relación matrimonial. A tus familiares, y prójimos = próximos en los distintos ambientes de tu vida. Y cuando digo amar, no me refiero tanto a sentimientos de amor, sino a obras de querer y hacer el bien que te sea posible hacer a los demás.

Respuesta de Candela:
Querido Padre.
Muchas gracias por su respuesta que ha aclarado todas mis dudas. En pocas palabras pudo expresar la situación que no comprendía. Se que Dios habla con los hechos, en lo cotidiano y a través de las personas. Me aplicaré entonces con mayor dedicación al servicio con amor.
Luego de su mail, dejé pasar unas horas, meditando sus palabras y luego mi actitud fue distinta, mi alma dejó de estar ensimismada, me sentí más liberada de esa preocupación para volverme de lleno a tratar con el esposo de mi alma. Cuánta paz!!
Gracias por publicar la consulta porque puede ser útil a alguien con la misma inquietud. Gracias nuevamente Padre!!! Que Dios lo bendiga por tanto que nos ayuda. Hasta pronto Padre!
Candela

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