¡Hola Padre! ¿cómo está?!
Le cuento que hoy temprano le escribí un mail. Otro más de esos que no me atrevo a enviar. Quizá más adelante. Pero en ésta entrada me animo a poner un pensamiento, porque creo que en ésta batalla cultural que hay contra la familia, sería conveniente hacer ver, cómo, incluso católicos, atacan con gestos, murmullos y ofensas a la familia y que de una manera muy directa atacan a los esposos, haciendo que se sientan mal emocionalmente, y afecten con su humor a la familia y a la sociedad en general.
El asunto o creencia reinante es que consideran a las familias numerosas un escándalo, a los esposos unos irresponsables, y si llegasen a adivinar que son católicos, fanáticos.
Hay que terminar con esa visión de que los hijos son un mal… Que la mujer con hijos es una inútil, que arruinó su vida.. Ese es uno de los mensajes que más abortos, separaciones, y suicidios desencadena. Hay que terminar con eso.. estoy convencidísima que ésa es una de las raíces de los males presentes.
Me encantó leer que los esposos tienen que proveer mas adoradores del Padre. Ése es el mensaje que quisiera se propusiera en cada misa, en cada grupo de oración. Porque alimenta el alma de los esposos, los llena de gratitud, los llena del Espíritu Santo.
Ésta exhortación que quiere salirme de los poros, vino por una asociación de pensamientos. Mencionaba en la introducción, a una familia de Bella Vista. Una localidad de familias grandes y un estatus considerable. Hace unas semanas viajamos a Muñiz, bien cerquita de ahí. Tenía consulta con un médico porque no ando bien. Mi esposo se quedaba con los cuatro pequeños en el Mc Donald de ahí. No van hace años, así es que era un buen momento para que se entretetuviesen con la novedad y controlar un poco la situación.
Acompañé a mi familia hasta el lugar, mientras hacían el pedido y se ubicaban. Y unas señoras muy paquetas, estaban reunidas y sin descaro menospreciaban mi familia. «Pero mirá cuántos tiene, decía una. Yo ni loca, para qué tanto, y encima todos seguidos. Decía la otra», Eso y otras cosas más entre carcajadas burlescas. Se sintió horrible.
¿Y sabe qué es lo peor» que siempre nos pasa eso. En el médico, en una tienda, en la escuela, en la calle. Gracias a Dios, mis hijos no pasan necesidades, tenemos una casa funcional, con un inmenso parque, árboles, podemos atender su salud, nos le falta amor, sus padres se aman. La gente no sabe, ni les importa eso. Pero les molesta sobremanera que tengamos 4 niños y un adolescente. Les molesta vernos, y nos atacan con sus miradas, sus resoplos y sus comentarios.
A mis niños, a mis pequeños los hacen sentir mal, los hacen sentir que incomodan, que están demás en todos lados. A nosotros los padres, nos dicen muchas groserías, chistes burdos y groseros sobre el control natal. Y eso en todos los ámbitos. Hasta en la Iglesia nos hacen caras. Es muy feo. Nosotros en casa tratamos de reforzar la autoestima comentando en la mesa que somos fuertes, que Jesús necesita un batallón de guerreros y ahí estamos nosotros.
A mí en lo personal me encantan las familias grandes y ésta es la que pude dar. Mi esposo, está en otro nivel, a él directamente no le preocupa lo que piense la gente, pero sí le molesta cómo reaccionan al vernos llegar o entrar a algún lugar. Nos reímos entre nosotros, hacemos humoradas cuando estamos solos, pero me impacta y preocupa cómo puede afectar a nuestros niños. Y todo eso por las enormes Gracias de Nuestro Señor, que sin merecer un ápice de todo eso, nos colma de amor.
Y pensando en esos desprecios hacia las familias y a los chicos en particular, es que pienso en tantas y tantas personas que tienen que vivir con esos desprecios todos los días y a cada rato, si son muchos hermanos, sentirse que sobran, a los esposos echándose las culpas, separándose, odiándose, odiando a sus propios hijos, y todo por esos rumores, gestos y desprecios.
Yo estuve de ése lado también, yo me creí esos mensajes subliminales que riega la sociedad actual. Tan convencida estaba de que los hijos arruinan la vida, que no me atrevía a tener familia, tuve que hacer terapia para quitarme el miedo a ser mamá. Cuánto, pero cuánto mejoraríamos como sociedad, como Iglesia si se difundieran más enérgicamente ésta alegría por la familia, por los hijos, por el Matrimonio.
Padre el trabajo que hace usted es importantísimo. Me propongo a difundir más y mejor sus blogs y sus libros, ya no sólo a quienes conozco, porque conozco pocas personas, sino a todo el mundo, ya no puedo callar. PAMELA