Continuo diálogo esponsal interior con Jesucristo: Testimonio

…Me acordé que en la estufa 
habían quedado algunas leñas prendidas y comencé a angustiarme sobre qué sucedería si se incendiaba la casa, si perdíamos todo…

 Querido Padre:
Aprovecho un momento de «paz»… el abuelo se llevó a los nenes…

Desde que Usted se fue a Montevideo, siempre me quedaron ganas de escribirle, porque el alma me había quedado muy sensible y notaba todas las tentaciones del demonio en cuanto a esos tormentos del alma femenina, aún en las pequeñas cosas, de los que Usted me habló y habló en la presentación de sus libros sobre el Buen Amor en el Noviazgo y el Buen Amor en el Matrimonio.

 Además creo que el demonio me reatacó por haber recibido cierta lucidez. Desde que soy más consciente de esto, veo hasta qué punto esos tormentos nos hacen bolsa interiormente.

Literalmente es así. Yo veo que a mamá la destruyen. Hasta a mi hijita de dos años la pesco con carita triste sin motivo. Cuando me doy cuenta trato de sacarla de eso.

 Tomamos esa forma de molde y es tan difícil cultivar el hábito contrario de pensar dialogando con Cristo Esposo en vez de pensar en monólogo o en lo que parece diálogo con una misma. En realidad, no hablamos con nosotras mismas. Es pensar con una línea pinchada por el demonio y con una inteligencia confiscada por el Espíritu enemigo de la mujer.

Se apodera de nuestra mente y la posee. Como Usted dice, nos viola el alma.

En relación a esto, Ud. me había pedido que escribiera un testimonio debajo del escrito suyo en que expone las cuatro cosas que Cristo espera de su Esposa la Iglesia y de cada -Iglesia-Esposa-individual, que es cada una de nosotras.

Le adjunto mi testimonio en un archivo.

Usted decía lo siguiente en el archivito que me mandó:

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