Blog destinado a presentar y comentar la Revelación divina acerca del amor humano: Creado según el designio divino, luego caído y herido por el pecado original, después santificado en el pueblo elegido; elevado por fin a Misterio Grande en el sacramento del matrimonio y hoy tan ferozmente agredido.
Diálogo radial con Sandra y Miriam “Vamos a esperar un poco antes de tener hijos. Educar desde niños para el matrimonio» PERIODISTA (Miriam).- Y esto que venimos hablando se relaciona con otro tema al que usted hace referencia en el libro y del que hablamos también en otra oportunidad de que en la castidad se educa desde niño. Y daba usted ejemplos muy concretos, como negarle al niño cosas que son lícitas para acostumbrarlo a ser fuerte. PERIODISTA (Sandra).- La educación del varón. Padre BOJORJE.- Sobre todo el varón para que sepa sacrificarse por amor y dominar sus instintos y sus pasiones y un tema es la comida. Me contaba una señora española que en su casa eran varios hermanos y hermanas y a la hora de comer los varones acercaban las sillas a las niñas como caballeros y no empezaban a comer hasta que las hermanitas habían empezado. Es decir que se dominaban en su apetito; no se abalanzaban sobre el plato a engullir sino que se les enseñaba el autodominio y sobre todo el autodominio frente a la dama. PERIODISTA (Sandra).- Aquí ha llegado un saludo de Mariela, de Palmira, quien pregunta qué dice la Iglesia con respecto a estos nuevos matrimonios jóvenes que dicen: “Vamos a esperar un tiempo para tener hijos”.
Padre BOJORJE.- Yo conocí matrimonios que esperaron y que después cuando quisieron tener hijos los niños no vinieron. Los hijos son un Don de Dios. A veces puede haber motivos económicos que los lleve a decir: “Todavía no estamos para un niño”. Pero he visto matrimonios que se han arriesgado a tenerlos y los niños han venido con la mejora. A Dios no se le puede decir: “Vamos a tener hijos cuando estemos bien”. Hay que dar un paso en fe y decir: “Vamos a tenerlos”, y después viene la ayuda. Recuerdo un matrimonio en una ciudad de la Argentina que tenía dos niñitas. La esposa trabajaba mientras que el esposo tenía menos trabajo porque era una profesional que empezaba. Entonces estaba más en la casa y cuidaba a las niñas, pero no sabía, se enojaba, les pegaba… Un día ella dijo: “Voy a dejar el trabajo para estar con mis hijas”. Y así fue, ella dejó el trabajo y él empezó a tener trabajo. La esposa se quedó en la casa y el Señor lo bendijo al esposo con el trabajo. Se animaron a tener otro niño y le vino más trabajo y entonces pudieron cambiar la computadora. Más adelante se animaron a tener un cuarto hijo y pudieron comprar una casa en el centro. Pero cada vez era un acto de fe. Ellos tenían fe. No lo hacían como un negocio con Dios; se animaban diciéndole: “Confiamos en Ti”. Lo hacían en oración, para Dios. PERIODISTA (Sandra).- Justamente, en oración. Padre BOJORGE.- Cuando uno vive en fe no dice eso de “Vamos a esperar”. Quien hace eso está en una actitud de fe débil; es un signo de que no está en relación filial con Dios Padre. Porque si los dos están como hijos delante de Dios Padre dicen: “Dios Padre nos ha unido en matrimonio, nos ha unido para la fecundidad. ¿Qué Le podemos dar a Dios Padre? Un adorador que Lo adore eternamente.” Esa es la visión de bautizados que viven como hijos, que tienen óptica de hijos. Entonces, para bautizados con óptica de hijos esta actitud de esperar es incomprensible. PERIODISTA (Miriam).- Algunos dicen: “Necesitamos afianzarnos primero para tener hijos”, como si los hijos fueran una carga, una molestia y no fruto del amor. Padre BOJORGE.- Exactamente. Pero hay temor. Hay miedo a la paternidad en muchos de estos casos. Estoy leyendo un libro muy interesante de un jesuita francés, Tony Anatrela, que se llama “La diferencia prohibida”, que habla de esto. Dice que actualmente hay miedo a ejercer la paternidad y hay miedo de la maternidad, una inseguridad de ser papá y mamá. No se atreven porque están en una situación de adolescencia. Muchos se casan para tener mimos uno del otro. No digo que sea así en todos los casos; hay distintas razones. Pero en nuestra cultura muchas veces pasa esto. Tony Anatrela dice que hay padres que no saben tomar su autoridad frente a sus hijos y quieren ser compañeros de ellos. Les preguntan a los hijos: “¿Qué te parece?” [Conversación en Radio Familia-Murialdo el 13 de octubre de 2008]