CREACIÓN, CAÍDA Y SANACIÓN
DEL VARÓN Y LA MUJER (2)

1. El pecado original hirió al varón y a la mujer de diversa manera

2. En el varón se desordenan más los instintos 
y en la mujer más los
deseos del alma



[Tomado del libro: 
La Casa sobre Roca. Noviazgo, Amistad Matrimonial y Educación de los hijos. 
Ed. Lumen, Buenos Aires – México, págs. 90-93]


1. EL PECADO ORIGINAL HIRIÓ 
AL VARÓN Y A LA MUJER DE DIVERSA MANERA
1) El pecado original no hirió de la misma manera al varón
que a la mujer. Habiéndolos herido  a
ambos, los hirió de manera disimétrica, a cada cual a su modo. Varón y mujer
serán afectados por las mismas concupiscencias e incurrirán en los mismos
vicios capitales, pero de manera diversa. Ambos padecen de gula, pero la gula
del varón está más cerca de la voracidad animal, mientras que la gula de la
mujer es más refinada, se inclina a las golosinas, los dulces y las
exquisiteces. Ambos padecerán la lujuria, pero el varón regresará hacia la
instintividad animal y la posesividad física, mientras la mujer tenderá a la
posesión afectiva y la dominación espiritual del alma del varón.
2) Ambos padecen la ira, pero el varón tiende a manifestar y
descargar su cólera en forma corporal, física. A su ira la podríamos llamar ira
caliente; mientras que la mujer tiende a descargar la suya más bien
verbalmente, mediante la palabra hiriente, el agravio, la maledicencia y el
maleficio: hiriendo con la lengua o dañando indirecta y astutamente. A la suya,
aunque sea tremenda, podemos calificarla de ira fría. La del varón es ira
regresivamente animal, instintiva. La de la mujer es una furia más angélica, pero
de un angelismo malvado, es más demoníaca, medita más el daño que quiere hacer.
Pensemos en la Ira de Aquiles que canta Homero en la Ilíada y en la ira de
Medea en la tragedia de Eurípides.
3) Ella va al juez con un ojo morado, pero no hay grabación
de lo que ella le dijo antes a él. Si riñen dos varones es posible que corra
sangre y hasta que uno quede muerto. Entre mujeres el terreno principal de la
querella es el verbal y si llegan a las manos, lo que procuran más bien es
afear a la otra, desgreñándola y arañándole el rostro.

2. EN EL VARÓN SE DESORDENAN MÁS 
LOS INSTINTOS ANIMALES
Y EN LA MUJER MÁS 
LOS DESEOS ESPIRITUALES
4) La disimetría de la herida del pecado original en la
naturaleza del varón y de la mujer consiste pues en que el varón tiende a regresar
a lo instintivo y a los apetitos del cuerpo. En él el polo animal tiende a
predominar y a deshumanizarse. En él predominan los apetitos del cuerpo, la
concupiscencia de la carne. La mujer, en cambio, tiende a desequilibrarse por
lo que podemos llamar su polo angélico: por los apetitos del alma o la
concupiscencia de los ojos. Por eso se ha dicho que el pecado dominante del
varón es la lujuria y el pecado dominante de la mujer es la avaricia, la
ambición.
5) Una de las consecuencias del pecado original en el ser
humano es la pérdida del control racional de las pasiones. A esas pasiones
descontroladas se les llaman concupiscencias. Son los deseos, afectos y
pasiones desordenados y que el ser humano mismo no logra gobernar con su razón.
Hemos dicho que las concupiscencias afectan tanto al varón como a la mujer,
pero no de la misma manera, sino a cada uno a su manera. Los dos quieren las
mismas cosas, pero de manera diferente. Hay un dicho que ilustra este
hecho:  ‘el varón quiere una casa para
tener una mujer, y la mujer quiere un hombre para tener una casa’.
6) Hemos visto que se distinguen dos formas de
concupiscencia en el ser humano, que corresponden a sus componentes corporal y
espiritual. La que corresponde al componente corporal o animal se llama concupiscencia
de la carne. Y la que corresponde al componente anímico o espiritual se llama
concupiscencia de los ojos.
7) La concupiscencia de la carne es el desorden de los
apetitos instintivos residentes en el cuerpo, del elemento que el hombre tiene de
común con el animal. Son ellas la gula y la lujuria, que corresponden al
apetito de la propia conservación por la comida y al de la conservación de la
especie por la sexualidad. A su frustración corresponde una ira animal.
8) La concupiscencia de los ojos, es el desorden de los
apetitos, afectos y deseos del alma: avaricia, vanidad, ambición. El desorden
en los deseos de consideración social, de bienestar y comodidades, de
seguridad, de ser querido, apreciado. Son los deseos que podemos llamar más
propiamente espirituales o humanos. A su frustración corresponde más bien,
aunque no exclusivamente, una ira más fría y espiritual.
9) El pecado original desordena al varón sobre todo por la
concupiscencia de la carne y tiende a devolverlo a la compañía de los animales.
Como el rey Nabucodonosor, reducido a la condición de los peores vagabundos que
hemos conocido: «arrojado de en medio de los hombres, come hierba como los
bueyes, su cuerpo se empapa del rocío del cielo, le crecen los cabellos como
plumas de águila, y las uñas como las de las aves de rapiña»  (Daniel 4, 30). Al varón, el pecado original
tiende a bajarlo a lo corpóreo, físico, instintivo, animal. En él predominan
los instintos sobre la razón, se desordena por perder el gobierno de sus
apetitos instintivos y tiende a achancharse, y aveces es un verdadero
«puerco». Por ejemplo, vemos cómo el varón suele comer y beber en
exceso, aunque le haga daño y ese descontrol suele irse agravando con los años.
10) A la mujer le pasa lo contrario, tiende a subirse a lo
angélico e incluso a «usurpar lo divino». Ella se inclina al
ejercicio ilegal de la divinidad, y a la usurpación de la divina providencia. Y
no por mal, ella quiere el bien pero quiere hacerlo a su manera. Y quiere ser
ella quien diga lo que es bueno y lo que es malo, ¡también para vos!. Pero por
ese camino de sus propias buenas intenciones, es por donde la mujer se hace
dominadora.
11) El varón se hace lujurioso, es incapaz de morir a su
pasión sexual por amor a su esposa cuando en realidad lo que le haría feliz a
ella sería que él muriera un poco a su pasión. Y ella es dominadora y a veces
usa la debilidad pasional del varón para manipularlo. Pero eso, en vez de
reforzar el vínculo de la amistad entre él y ella, produce la debilidad del
vínculo amoroso, y por ese eslabón se rompe. Cuando no están sanados él y ella
de sus respectivos desequilibrios por la gracia, el matrimonio entra en crisis,
la amistad matrimonial se hace imposible. Las pasiones matan el amor. La
lujuria del varón asquea a la mujer y la dominación de la mujer harta al
hombre. Y en consecuencia se hace imposible también la felicidad que Dios ha
destinado para el hombre en la amistad matrimonial. Es esa felicidad de la
amistad matrimonial, la que se corrompe por la corrupción de la virtud de él y
de ella. Es ese malentendido entre él y ella 
lo que impide la plena felicidad que Dios tiene reservada a esa creación
maravillosa que él hizo.
12) Resumiendo: el principal obstáculo para que se entiendan
el varón y la mujer en el noviazgo y en el matrimonio consiste en que el pecado
original los hirió de manera disimétrica. No produjo lo mismo en el varón que
en la mujer.
13) Estas mismos hechos los expresa el relato del origen en
su lenguaje simbólico ¿Por qué Satanás la tentó a Eva y no a Adán? La tentó a
Eva con querer tener la ciencia del bien y del mal y con querer ser como Dios,
porque ella es la que podía entrar más fácilmente en esa tentación del
ejercicio ilegal de la divinidad y la usurpación de la divina Providencia. En
ella lo que tiende a desordenarse es el polo espiritual. ¿Y qué pasó cuando Eva
fue como Dios? ¡No fue corriendo a comunicarle su conocimiento y poderes a su
esposo! Fue y le dio de comer. Atendió a su corporeidad. ¿Lo convirtió en el
primer mantenido? ¿Sugiere el relato que descuidó la espiritualidad de Adán,
para la que había sido llamada a ser compañía del varón, por atender a su
instintividad, sumergiéndolo más en ella? ¿Sugiere que quiso tomar el dominio y
el gobierno del varón? ¿Nacía así ese indiscreto amor tan femenino, que domina
a los que ama convirtiéndolos en mantenidos o de dominados a base de
atenciones? Ese parece ser el tipo de manipulación en que descuella nuestra
civilización, que no es tanto ‘machista’, sino que está más bien bajo el signo
de Eva, y efectivamente reduce al varón a macho y así somete al hombre para
desactivarlo como líder espiritual digno de ser obedecido.

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PARA COMENTAR

1) ¿Cómo hirió el pecado original al varón? ¿Cómo hirió a la
mujer?
2) ¿Cuáles son las consecuencias para la relación entre
ellos, especialmente en el matrimonio?
3) ¿Cómo los sana la gracia de Cristo en el sacramento de
sanación que es el matrimonio?
4) ¿Cómo sirve el instinto a la expresión del amor?




[1] El alma y su cuerpo, Ed. Grupo Editor Latinoamericano, Bs. As.
1994, p. 209

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