Blog destinado a presentar y comentar la Revelación divina acerca del amor humano: Creado según el designio divino, luego caído y herido por el pecado original, después santificado en el pueblo elegido; elevado por fin a Misterio Grande en el sacramento del matrimonio y hoy tan ferozmente agredido.
Soy católica por eso NO uso bikini Me escribe Guadalupe y lo publico
Me decidí a escribir esto después de ver a católicas de distintas edades, una mujer de más de 40 (mamá de varios hijos, algunos ya adolecentes), otras de casi 30, una joven de unos 20 y a niñas de menos de 10 años, usando bikini. Debo admitir que yo no vestía muy bien en mi juventud, tal vez por eso es que ahora comprendo su gravedad.
Me chocó tanto ver a estas mujeres y niñas católicas comprometidas, mostrando algo que yo no quería, ni debía ver. Es como que esas niñas estuvieran en ropa interior, ¿qué tiene acaso de diferente, la tela? ¿Qué diferencia hay entre las partes que cubre una bikini y las que cubre la ropa interior? La cantidad es exactamente igual, un trozo mínimo. ¿Qué contradictorio no?
Tuve la gracia de tener un buen novio que me advirtió lo que provocaba mi mal vestir, vaya saber cuántos habrán pecado por mi culpa. Las mujeres tenemos una inocencia a medias en estos temas. ¿Imaginen lo que provoca en un hombre?, lo que provoca en un hombre no podemos dimensionarlo, pero si entendiendo su distinta psicología ayudarlo. Por caridad y atendiendo a su debilidad es que también debemos ser pudorosas.
Un hombre cuando ve una mujer vestida provocativa, la despersonaliza, “es para él como un pedazo de carne” decía un hombre muy sabio y experimentado. Si!, un pedazo de carne, como un asado, no tienen ningún sentimiento más hacia eso, solo un deseo de comer la carne, son las pasiones desordenadas… no hay más planteo, no los une algo emocional (así funciona la mente del hombre, no la nuestra). Ustedes han notado que muchas de las vedettes que tienen cuerpos pulposos no tienen rostros bellos. Es que al hombre no le interesa, ve una chica por la calle con un escote y ve escote, no ve ni el resto, ni siquiera se acuerda del color de ropa que llevaba, ni ningún detalle, hasta muchas veces no recuerda ni su color de pelo.
La cultura de la mujer objeto hace que cada vez más, peligrosamente, vayamos cediendo a usar distintas ropas que son muy provocativas, straples, minifaldas cortísimas, transparencias, escotes, short, etc. ect. Yo no digo estar con una túnica, sino ser inteligentes y usar de la moda lo que se puede y muestra nuestra verdadera belleza, la mujer en plenitud, no solo su cuerpo. Una vez un hombre me pregunto “el vestido hace a la mujer o la mujer hace al vestido”, yo le respondí: “el vestido te dice como es la mujer”. De acuerdo a la manera en que vestimos también manifestamos como pensamos y quienes somos.
Es penoso que nos expongamos a tan poca cosa, ¡valemos tanto!. Y el mundo nos arrastra, pronto vamos a celebrar la pascua cuanta vergüenza pasó Jesús cuando lo despojaron de sus vestiduras por nuestra culpa. Y nosotras libremente nos desnudamos ante el mundo en vez de preservar lo que es intimo para quien corresponda. Revisemos en lo profundo de nuestro corazón cual es la intención al ponerme una bikini o cualquier ropa provocativa: “ser aceptada”, “no parecer tonta ante el mundo”, “mostrar que tengo buen cuerpo”, “generar envidia a otras mujeres”, “por vanidad para que los hombres me deseen”, etc.
El pudor es un mecanismo de protección ante la posibilidad de convertirnos en objetos de deseo sexual y de placer. La necesidad espontánea de proteger nuestro cuerpo de las miradas impuras, lujuriosas es un medio para permitir que se descubran los valores de la propia persona; mientras se oculta aquello que puede cosificarme, se intenta remarcar lo que me hace persona. Lo que me individualiza son mis capacidades personales, mi inteligencia, mis amores, mi intimidad, mis recuerdos…
La persona cristiana sabe que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, «es templo donde Dios habita», tiene una dignidad, que es sagrada, nos dice San Pablo en los Corintios. Por eso hay prendas que no llevará: aunque estén de moda, aunque todo el mundo vista así, aunque choque en el ambiente. La vanidad y la sensualidad de la mujer le llevan al impudor, el impudor es una ocasión próxima de pecado para ella y para él, ya que la mirada lujuriosa de varón, separa la sexualidad del amor, y la mujer se hace culpable de que la separe. A veces con una o dos miradas impuras y va quedando adicto irreversiblemente, como quien queda preso de una droga tras fumar la primer o segunda vez. Además con el ejemplo personal, el hombre y la mujer cristiana tienen que ver en la moda una forma de acercar más el mundo a Dios. Antes se explicaba la relación entre la verdad, el bien y la belleza. Dios es la Suma Bondad, la Suma Verdad y la Suma Belleza, por eso es importante cuidar la belleza en el mundo. “A través del vestido expresamos si en nosotros hay o no amor y sencillez, si hay o no búsqueda de la verdad, el bien y la belleza; quienes confesamos con los labios haber encontrado esta Verdad, Bien y Belleza en Jesucristo, estamos siendo con nuestro modo concreto de vida, lo queramos o no, un libro abierto que lo ratifica o lo niega. Hasta en el vestido, entonces, como hábito de la caridad, se percibe si nos sabemos amados por Dios y si queremos vivir en este amor la relación con los demás”.
Creo que la mejor manera de saber si estamos bien vestidas, es si la Virgen se pondría esa ropa, o si podríamos estar frente a San José y a Jesús sin bajar la mirada, vistámonos bellas pensando que vamos a agradar a Dios. La pureza es la condición para amar a Dios como Él se merece y a los demás, como Dios los ama. Por eso, pureza y amor van juntos. Y ambas virtudes provocan la alegría profunda. Guadalupe