“El amor que existe entre Jack y Joy refleja el amor que C.S. Lewis afirma que existe entre Dios y la humanidad, y la separación de Jack de Joy refleja el infierno que es la separación de la fuente de todo amor”
Trailer
La película, en su totalidad, responde a la pregunta: «¿Por qué amar?». Y afirma que es mejor haber amado y perdido al ser amado, que no haber amado nunca.
De hecho, el dolor y el sufrimiento es parte de la experiencia de vida.
Como dice Joy: «es parte del pacto». Para mayor claridad: exigir la seguridad aporta sólo eso: seguridad. Aceptar el riesgo de padecer, sin embargo, ofrece la posibilidad de experimentar la gran alegría de amar bien.
Las complejidades del dolor y el sufrimiento se abordan mejor quizás contemplando las palabras finales de Lewis sobre este tema, que el director del film R. Attenborough pone en su boca: «el dolor de ahora es parte de la felicidad futura». La película de Attenborough recuerda a todos los cristianos que “el dolor que soportamos mientras vivimos en esta tierra de sombras, servirá un día para intensificar la alegría de un cielo sin sombras”.
«Algo nos debe conducir fuera de nuestro cuarto de los niños en el mundo – ¡debemos crecer!». Este dicho de C.S. Lewis lo convierte el filme en emblemático porque resume la trama y el sentido de la historia del amor entre Jack y Joy (= Alegría). Ese «algo» que impulsa a Lewis fuera de su mundo enclaustrado hacia un mundo lleno de alegrías brillantes y sombrías, es el amor. Es el buen amor lo que obliga al hombre a crecer aunque implique sufrimiento intenso y trágicas pérdidas. Es precisamente porque Dios nos ama que nos hace el regalo del sufrimiento.
Somos como bloques de piedra, de los cuales el escultor talla formas humanas. Los golpes de Su cincel, que tanto nos duelen, son los que nos hacen perfectos
A continuación Usted podrá encontrar un comentario orientardor sobre este film y los accesos a los 13 episodios en You Tube del film (hablado en inglés).
COMENTARIO:
“OTRA MIRADA AL FILM “EL PAÍS DE LAS SOMBRAS” (SHADOWLANDS)”
Por Mary Dodson
Para comprender mejor «Mere Christianity» de C. S. Lewis:
Journal of Religion and Film Vol. 6 Nº 1 de abril de 2002
Fuente: http://www.unomaha.edu/JRF/Shadowlands.htm
RESUMEN
En su libro El logro de C. S. Lewis (1980), Thomas Howard reflexiona acerca de que la vida de Lewis «no fue tremendamente emocionante» y añade, » sería difícil hacer de ella una gran película muy taquillera»1
Difícil sí, pero imposible no. Trece años después de la declaración de Howard y treinta años después de la muerte de Lewis, Richard Attenborough llevó la vida de Lewis a la gran pantalla.
Philip Yancey apunta que «algunos evangélicos se quejan de que la película distorsiona la vida de Lewis y diluye su mensaje cristiano.»2
Yo sostengo que hasta el evangélico más fundamentalista no debería ponerle objeción alguna ya que la película es altamente religiosa y merece ser mirada de otra manera.
ARTÍCULO
[1] En Shadowlands, El país de las sombras” (1993), el director Richard Attenborough emplea exquisitamente los recursos de la técnica cinematográfica para presentar una semblanza de Lewis de precisión inigualada, del hombre, de sus libros y de su filosofía: su mero cristianismo.
[2] En primer lugar, ¿cómo traza Attenborough en la película el retrato biográfico de C.S. Lewis? Linda Seger, autora de “El arte de la adaptación” [al cine] le advierte a quien intente hacer una película biográfica que «es imposible contar una historia desde la cuna a la tumba en dos horas».3
Así que, la decisión de Attenborough de ceñirse a unos pocos años en la vida de Lewis siguiendo el guión de Nicholson, fue una decisión sabia.
Básicamente, el film abarca un período de dos a tres años. Comienza a principios de la década de 1950, centrándose en la experiencia de Lewis al enamorarse de Joy Gresham.
Los «hechos» que presenta la película son: El C. S. Lewis de Attenborough (interpretado por el actor Anthony Hopkins) es un profesor (Jack) de algo más que mediana edad; un escritor de cuentos infantiles y autor de obras de apologética del cristianismo. Es soltero y vive con su hermano mayor (Warnie), alcohólico, en una casa de campo antigua (The Kilns).
Los tres aspectos de C. S. Lewis que destaca el film son: el profesor Lewis
1) es un brillante pensador y conferencista, y un agudo argumentador;
2) es una figura pública muy apreciada;
3) es un hombre emocionalmente aislado.
De hecho, de Attenborough, capta y presenta en estos tres rasgos la esencia del hombre.
Sin embargo, es aún de mayor importancia para el valor de la película, la habilidad con que Attenborough presenta resumidamente la filosofía de Lewis: su teísmo cristiano. El mismo Lewis había definido su “mero cristianismo” como «la fe que ha sido comúnmente creída por casi todos los cristianos cabales en todos los tiempos.»4
A Lewis no le interesaban las doctrinas divisoras. Él describió su “The Case of Christianity” como: “más de lo que podría ser llamado filosofía». Y definió la filosofía como lo hizo Platón – no como un objeto sino como un camino.5
Sin embargo, la película de Attenborough ilustra con qué dificultades vitales prácticas se encontró Lewis de pronto en ese camino acerca del que había disertado tan erudita pero algo teóricamente durante veinticinco años.
[3] Es mérito de Attenborough haber presentado todos los grandes y eternos problemas que Lewis abordó en sus escritos: muerte, cielo, infierno, dolor, fe.
La pregunta que plantea la película es: ¿son suficientes esas respuestas teóricas?
Y la respuesta que le da la película es que la vida inicia en un nivel más profundo de comprensión: la experiencia.
[4] El principal hecho que enfoca la película es la muerte – no una muerte a lo Merle Oberon borrascosa, mística, romántica, hermosa – sino la muerte real, dolorosa, bajo morfina, agónica, sufriente, de una persona real: Joy Gresham Lewis. Joy muestra su acatamiento del cristianismo por haberse mantenido unida en matrimonio durante años a un marido alcohólico e iracundo.
Attenborough presenta a Joy confesándole a Lewis que había venido escapando de los problemas de su hogar. Más tarde dice que: «había estado hasta tal punto dominada por Bill que debió huir físicamente lejos de él para acudir a consultar a uno de los pensadores más claros de nuestro tiempo».6
Ella consulta a Lewis, invitándolo al almuerzo que la película ha hecho famoso y el resto, como dicen, es historia.
En la película, poco después de un matrimonio «técnico», sólo civil, Attenborough muestra a Joy cayéndose repentinamente al suelo en su apartamento. Los médicos le diagnostican cáncer de huesos. Jack (Lewis) enfrenta la verdad; él está enamorado de esta mujer enferma. El cáncer de Joy tiene una mejoría temporaria. Sigue un período feliz, pero la sombra de su enfermedad se agiganta. El cáncer, cada vez más activo, consume su cuerpo. Ella sufre. Ella muere.
[5] El dolor de Jack es intensísimo. Su «fe – tan ardientemente defendida en sus libros – es sacudida hasta los cimientos.»7
La película de Attenborough capta visualmente este periodo oscuro de duda y amargura.
El espectador se pregunta si Lewis será capaz de continuar considerando la muerte como un simple cruce del río por un puente construido por el Gran creador de puentes.
Poco después de la muerte de Joy, Jack asiste a una reunión social. Todo el mundo se vuelve hacia Jack cuando éste llega y entra en la habitación, diciéndole uno tras otro, en un susurro: «lo siento, Jack,» «lo lamento mucho.» Harry Harrington (Michael Denison) reflexiona que «entendemos tan poco todo esto. La fe, – agrega -, es todo lo que lo sostiene a uno. Sólo Dios, – le dice -, sabe por qué ocurren estas cosas.»
Jack se vuelve a él y lo refuta airadamente gritando: «Nosotros somos creaturas en un gran laboratorio cósmico. No tengo ninguna duda de que el experimento es para nuestro propio bien, pero aún así, Dios parece un villano vivisector!»
Así presenta la película la cruda realidad de la muerte de un ser querido.
[6] Pero la realidad de la vida eterna y los cielos es también presentada y afirmada. De hecho, Attenborough presta gran atención a la fe de Lewis en la realidad de los Cielos. Cuando Jack protesta airadamente ante la sugerencia de Riley, de que el armario de Narnia es una imagen sexual freudiana, e insiste en cambio en que no es eso sino un símbolo de la magia, es mucho lo que quisiera decir, pero deja implícito en su respuesta.
Thomas Howard, el erudito estudioso de la vida y obra de Lewis, afirma que el mayor logro de Lewis fue que logró devolverle al niño moderno [con las Crónicas de Narnia] las posibilidades de verdad imaginativa; permitirle vincular unitariamente la fantasía y la imaginación con lo sobrenatural y las posibilidades de las glorias y de lo glorioso;8 ya que Lewis estaba convencido de que los mitos de todas las culturas arrojan algo de luz sobre «un mito que sucedió realmente».9
Así, el ropero de Narnia que los niños deben abrir en las historias para niños narradas por Lewis, abriéndose paso con dificultad pero decisión a través de las ropas colgadas en él y empujando su pared de atrás, no es sino una metáfora de la valentía necesaria para abandonar el mundo de lo material y abrir la puerta a las posibilidades del mundo metafísico [espiritual].
[7] Sin embargo, la mejor ilustración de los pensamientos de Lewis sobre el cielo se da en la película a través del cuadro del Golden Valley. Cuando Joy entra en el estudio masculino de Lewis, atiborrado de libros, ella se detiene a mirar atentamente ese cuadro en la pared. Jack le explica que cuando él era niño muy pequeño ese cuadro estaba colgado en el cuarto de los niños, y que él pensaba que así era el cielo.
Más tarde, después de su matrimonio religioso con Joy, «matrimonio ante Dios y los hombres» que tiene lugar en el hospital estando Joy en su lecho, y durante el período en que Joy mejora pasajeramente de su enfermedad, Joy sugiere tomar unas vacaciones e ir a localizar y visitar el valle real retratado en el cuadro.
Ya estando en la posada donde se alojan durante ese viaje en busca del Valle de Oro, la persona que les explica el mapa de rutas para llegar hasta el valle, les informa que el nombre primitivo del valle no era “valle de oro”, sino “valle de la puerta”. La traducción real del francés debería haber sido «puerta», no «oro».
Ellos viajan hasta el lugar buscado; salen del auto, miran el paisaje del valle y verdaderamente, experimentan que ante ellos está ¡“la puerta a Narnia”!
La campiña inglesa nunca ha lucido más radiante; dorados rayos de sol bañan un prado verde, verdísimo. Un cielo perfecto recibe con una sonrisa a Joy y a Jack cuando caminan a través del llano verde, tomados de la mano y riendo de pequeñas bromas íntimas. Es el verdadero Valle de oro, el mismo del cuadro. Aparece ante ellos como un lugar tan místico que parecería imaginado.
Sin embargo, pronto la sombra de una nube pasa sobre los enamorados y comienza a llover, recordándonos a todos que en «la antigua Narnia» a veces se abre fugazmente el cielo, pero las nubes aparecen pronto, pronto caen las sombras.
El «país real» – la nueva Narnia – el cielo – sólo puede ser alcanzado abriendo y traspasando la puerta de la muerte.
El mensaje más conmovedor del tema del cielo en la película, tiene lugar después de la muerte de Joy. Su intensidad se basa en “la infravaloración eficaz”. Douglas, ya huérfano de Joy, le pregunta a su padrastro: «¿crees en el cielo?» y Lewis responde convencido: «Sí, creo».
[8] La película no aborda solamente el tema del cielo sino también el del infierno.
Cuando Joy está en el hospital sometida diariamente a tratamientos con cobalto, y lucha con el cáncer, Jack sufre terriblemente. Es este sufrimiento tan intenso el que le hace caer en la cuenta de cuánto le importa Joy.
Jack reflexiona sobre sus sentimientos hacia Joy y se pregunta: «¿Cómo podría Joy ser mi esposa? ¿Acaso no tendría que amarla? ¿No tendría que cuidar más de ella que de nadie en este mundo? ¿No tendría que sufrir los tormentos de los condenados?» y, a través de sollozos y lágrimas, cae en la cuenta de que él es su esposo. Su estado de dolor sobre la posibilidad de la separación de Joy es tan intenso que se parece a su idea del infierno como eterna separación del Dios de amor.
De esta manera la película de Attenborough muestra claramente que el amor que existe entre Jack y Joy refleja el amor que Lewis afirma que existe entre Dios y la humanidad, y la separación de Jack de Joy refleja el infierno que es la separación de la fuente de todo amor.
[9] «Algo nos debe conducir fuera de nuestro cuarto de los niños en el mundo – ¡debemos crecer!». Este dicho de C.S. Lewis lo convierte el filme en emblemático. Esta frase resume la trama de la historia que narra Attenborough.
Ese «algo» que impulsa a Lewis fuera de su mundo enclaustrado y seguro – su vivero – hacia el mundo real de espacios abiertos, llenos de alegrías brillantes y sombrías, es el amor. Ese es el algo que obliga al hombre a crecer: es sufrimiento intenso y trágica pérdida – dolor.
Attenborough ilustra este viaje humanizador de Jack, mostrándonos los progresos de su relación con Joy, de su relación distante de profesor a la relación de ser humano con uno de sus estudiantes, de su relación cada vez más íntima con Douglas, el hijo de Joy, y la maduración de su relación con Dios.
[10] La atención que dedica Attenborough al “Viaje de fe” de Lewis merece un comentario ulterior.
Durante décadas Jack Lewis había venido proclamando y escribiendo palabras de la fe; la película no descuida este hecho. Lewis había abordado en su discurso el tema de las grandes pérdidas con respuestas prefabricadas. En una de las conferencias retratadas en la película, el profesor le recuerda a su audiencia una noticia leída en los periódicos:
“Ayer leí una carta en la que se refiere un hecho que tuvo lugar hace ya casi un año. Fue la noche en que un autobús atropelló a una columna de jóvenes cadetes de la Marina Real en Chatham y mató a veinticuatro de ellos. ¿Se acuerdan? La carta plantea algunas preguntas simples pero fundamentales. ¿Dónde estaba Dios en esa noche de diciembre? ¿Por qué no impidió aquello? ¿No se supone que Dios es bueno? ¿No supone que nos ama? ¿Dios quiere, entonces, que suframos? ¿Qué sucede si la respuesta a esta pregunta es “sí”? Como ven, no estoy seguro de que Dios quiera particularmente que seamos felices. Él quiere que amemos y seamos amados. Él quiere que crezcamos. Mi respuesta es que es precisamente porque Dios nos ama que nos hace el regalo del sufrimiento. O, por decirlo de otra manera, el dolor es el megáfono de Dios para despertar a un mundo sordo”.
[11] Lewis continúa su razonamiento en esa conferencia diciendo que «somos como bloques de piedra, de los cuales el escultor talla formas humanas. Los golpes de Su cincel, que tanto nos duelen, son los que nos hacen perfectos».
La película de Attenborough sugiere que el Dios de Lewis pone a prueba al hombre y a sus afirmaciones filosóficas. ¿Qué hace un escritor cuando es sobrecogido por una emoción? ¡Escribe!
El libro «A Grief Observed” [= Una pena observada] afirma Ralph C. Wood, es «más oscuro que cualquier página de Kafka o Sartre.»10
Sobrecogido de dolor, Lewis acusa a Dios de ser un sádico cósmico, un malvado tirano. Más tarde, Lewis describió su libro como uno «que culmina en la fe pero después de haber superado por el camino las dudas más oscuras.»11
En la película, un Lewis consternado, sentado detrás de su escritorio, enuncia sus tesis de “A Grief Observed”. Dirigiéndose a su hermano se confidencia le dice: «¡Tengo tanto miedo! ¡De no volverla a ver nunca más! De pensar que el sufrimiento es sólo eso: sufrimiento y nada más. Sin causa. Sin motivo alguno. Sin forma, sin sentido. Nada más que dolor, en un mundo de dolor.»
[12] Algunos críticos cristianos critican el final del film de Attenborough como si sugiriese que ese final no hace justicia a la fe de Lewis restablecida y fortalecida por la prueba, como por un fuego que templa el metal. No estoy de acuerdo. La escena final es, una vez más, en su lenguaje imaginario, coherente con el mundo simbólico de Narnia y por lo tanto con su mensaje .
Una larga secuencia final nos muestra a Lewis caminando con Douglas por un camino en otro “Valle Dorado”.
Richard Dyer lo explica así: “[esta secuencia] da cuerpo literalmente a la teología [de Lewis] y como lo sugiere la última toma emergente mediante la música, el manejo de cámara, y el rodaje del valle verde, muestra cómo el amor a Dios de Lewis se enriquece con la experiencia de un amor en el aquí y ahora».12
Attenborough nos introduce en esta secuencia final como a través de una hemorragia. Lewis ha mantenido previamente una entrevista como tutor con un alumno nuevo.
En esa secuencia le ha planteado al muchacho preguntas de sondeo, no ofreciéndole de antemano sus respuestas prefabricadas. Le pregunta al nuevo estudiante qué es lo que él piensa acerca de esta afirmación: “leemos para saber que no estamos solos”. El muchacho piensa sobre ello y comienza a expresar su opinión. Lewis se asoma a la ventana de aula y mira hacia afuera.
Attenborough utilizando la voz en off: nos deja oír la nueva pregunta de Lewis, «¿Por qué amar si amar duele tanto? No tengo respuestas; sólo la vida que he vivido. Dos veces me ha sido impartida una lección: el niño eligió la seguridad; el hombre elige el sufrimiento. «
La película, en su totalidad, responde a la pregunta: «¿Por qué amar?». Y afirma que es mejor haber amado y perdido al ser amado, que no haber amado nunca. De hecho, el dolor y el sufrimiento es parte de la experiencia de vida. Como dice Joy: «es parte del pacto». Para mayor claridad, exigir la seguridad aporta sólo eso: seguridad. Aceptar el riesgo de padecer, sin embargo, ofrece la posibilidad de experimentar la gran alegría.
Además, la película y específicamente la afirmación final de Lewis «No tengo respuestas» hace eco al pensamiento de un gran intelecto anterior: «Alberga mayor fe una duda honesta… que la mitad de las recitaciones del credo».13 Y es verdad: la fe sólo puede ser fe puede en ausencia de certezas.
[13] Al final de su libro “A Grief Observed”, Lewis reflexiona: «lo mejor es quizás lo que entendemos menos». 14
El retrato de Lewis que Attenborough nos muestra al final ofrece un ejemplo perfecto de este dicho. En la película, Lewis, quien desde su infancia siempre se ocupó de la cuestión de la oración, ora continuamente. El Reverendo Harrington le dice a Jack cuando el cáncer de Joy mejora de su cáncer: “Dios está respondiendo a vuestras oraciones.» Jack responde con fervor: «No es por eso por lo que yo oro, sino que oro porque no puedo ayudarme a mí mismo y la necesidad me desborda. Mi oración no lo cambia a Dios, Dios me cambia a mí”.
Por lo tanto, la película sugiere que la oración, algo que tanto le había costado entender a Jack, seguía siendo parte de «lo mejor». La vida, termina por entender finalmente el intelectual Lewis, nunca es totalmente entendible.
Poco antes de su muerte, Lewis concluyó una entrevista con estos pensamientos:
“El mundo podría parar dentro de diez minutos; mientras tanto, vamos a ir cumpliendo nuestro deber. Lo más importante es ser encontrado en su puesto como un hijo de Dios, viviendo cada día como si fuera el último, pero planificando como si nuestro mundo pudiera durar un siglo”.15
[14] El retrato final de Jack que pinta Attenborough lo muestra practicando este Consejo. Jack está «en» su puesto, cuidando de Douglas, disfrutando de una Narnia que, a veces, se asemeja al cielo, Contemplando los misterios de esta experiencia que llamamos vida. La cámara va retrocediendo más y más. Una toma nos muestra a Douglas y Lewis, tomados del brazo, caminando hacia un horizonte de un despejado cielo azul.
[15] Sin embargo hay un aspecto de la película que debemos abordar. El título. Nunca – me atrevo a decir -, ha empleado un autor una palabra tan consistentemente a lo largo de toda su obra. Nunca – me atrevo a decir -, un director logró darle a las sombras en su film un sentido más filosófico.
Attenborough abre su película con una larga toma de un amanecer glorioso; sin embargo, el cielo no está sin nubes. El «cielo» está en parte oculto para una visión clara. Las nubes proyectan sombras sobre la tierra. Las nubes se van espesando, algo siniestramente, sobre un impresionante el horizonte de un Oxford distante.
Attenborough cambia bruscamente a una toma en que muestra en penumbras la capilla de Oxford, en la que arden velas parpadeantes y suena la música de un coro latino [es el himno del Espíritu Santo]. Un espectador avisado percibirá que ésta es una tierra que se ve ensombrecida por la oscuridad y que la luz del conocimiento es, en ocasiones, tenue e incierta.
Cuando Douglas, el hijo de Joy, visita a los hermanos Lewis por primera vez, pide ver el famoso ropero. Douglas entra en el altillo; una toma en ángulo desde abajo da la vuelta a la pieza, al mobiliario y se detiene en el ropero: la puerta de entrada mágica a otro mundo descrita en las historias de Narnia.
El ropero proyecta una larga sombra sobre el niño. Con ello, Attenborough comunica la afirmación de Lewis de que cada persona debe elegir si desea o no viajar a través de las sombras de la mente y abrazar las posibilidades de la imaginación – las posibilidades de que se encuentran más allá de la razón científica.
[Otra escena donde las sombras hablan:] Después de la visita inicial de Joy a Jack y Warnie, ella aborda el tren abandonando de Oxford. Ella mira a ambos hermanos a través de la ventana y los ve oscuramente a través del vidrio. En esta escena, Attenborough administra ¡nunca tan inteligentemente! las sombras ,usándolas como un presagio de lo que sucederá en el film: Jack y Warnie más tarde quedarán en la tierra de las sombras mientras que Joy continuará otro viaje – un viaje a la tierra sin sombras del cielo.
[16] El último capítulo en los libros de Narnia de Lewis se titula «Adiós al país de las sombras». Los niños han llegado a la «nueva Narnia,» es decir, el cielo. Han dejado atrás el país de las sombras. La descripción que hace Lewis de este mundo como una tierra de sombras, expresa con precisión sus pensamientos definitivos sobre el teísmo cristiano.
Este mundo, sostiene Lewis, proporciona raros atisbos de la perfección que espera al creyente en la tierra nueva, la tierra sin sombras. La comprensión humana, también, es a lo más, «penumbrosa»; Lewis finalmente concluye que hay muchas cosas que se encuentran más allá del alcance de la razón humana. La «incertidumbre», dice Joy poco antes de su muerte, «es lo que Dios nos ha dado como una Cruz». 16
[17] “El País de las Sombras” de Attenborough nos recuerda que todos los pensadores van en procura del sentido de la vida, llegando a dar perfectas respuestas a las preguntas de la vida, pero que incluso las mejores mentes se han visto alguna vez derrotadas. Las complejidades del dolor y el sufrimiento se abordan mejor quizás contemplando las palabras finales de Lewis sobre este tema, que Attenborough pone en su boca: «el dolor de ahora es parte de la felicidad futura».
La película de Attenborough recuerda a todos los cristianos que “el dolor que soportamos mientras vivimos en esta tierra de sombras, servirá un día para intensificar la alegría de un cielo sin sombras”.
Notas
1. Brian Sibley. C. S. Lewis Through the Shadowlands. (Grand Rapids: Revell, 1994) 131.
2 Brian Sibley, 131.
3. Linda Seger. The Art of Adaptation. (New York: Henry Holt, 1992) 52.
4. C. S. Lewis. Mere Christianity. (New York: Macmillan, 1952) 6.
5. C. S. Lewis. The Case for Christianity (New York: Macmillan, 1968) Preface.
6. Brian Sibley, 107.
7. Ibid.
8. Howard, 13.
9. Sibley.
10. Ralph Wood. Rev. of Shadowlands in The Christian Century 111, no.6 (February 1994) 203.
11. Citado por Richard L. Purtill. «Did C. S. Lewis Lose His Faith?» in A Christian for All Christians, eds. Andrew Walker and James Patrick (Washington, D.C.: Regnery Gateway, 1992) 33.
12. Richard Dyer, «Feeling English» in Sight and Sound 4, no. 3 (March 1994) 17.
13. Alfred, Lord Tennyson, «Ulysses» in A Pocketful of Poems, ed. David Madden (Ft. Worth: Harcourt, 1996) 114-15.
14. C. S. Lewis, A Grief Observed. (New York: Walker and Company, 1961) 71.
15. Citado por Karen Lindskoog. «Farewell to Shadowlands» in Mythcon Proceedings, (1971) 12.
16. Brian Sibley, 131.
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SHADOWLANDS – EL PAÍS DE LAS SOMBRAS
LOS TRECE EPISODIOS DE EN YOU TUBE
Shadowlands 1
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shadowlands 2
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