No sé si fue mi imaginación, pero vi a Jesús acercarse a mí, lo vi inclinarse y extendiendo su mano
me preguntó si quería ser su novia.
En ese momento, su mirada me enterneció inmensamente.
Querido Padre:
Quiero contarle algo que me pasó hoy leyendo el primer tomo de su libro ‘Me quiero casar’.
Primero que nada, todo se dio para que hoy pudiera retomar la lectura. Siempre tenía algo que hacer. Yo quería leerlo atentamente porque tenía una certeza interior que me prometía que allí había algo grande de Dios reservado para mí.
Que Él tenía mucho para darme, y sabía también que me iba a abrir el corazón.
Casualmente, justo cuando me disponía a bañarme antes de acostarme, me vino de golpe un fuerte dolor de garganta y muchísima tos. Fui a pedirle ayuda a mi mamá, que es médica. Finalmente, se me pasó, pero me agarró frio y decidí dejar el baño para la mañana siguiente. Así que, me puse el pijama y, como tenía tiempo disponible, me dediqué a abrir su libro.
¡Padre! en la página 41, 3.4 Adriana –“¿Quieres ser mi esposa?”, iba leyendo atentamente todo lo que ella decía. Cuando llegó el momento en que Adriana cuenta: ”pero si bien era cierto lo que Él me reclamaba, nunca me dio la espalda, nunca me abandonó, sino que me hizo esa bella y a la vez ardua invitación: ¿Quieres ser mi novia? Y en seguida ¿Quieres ser mi esposa?”, me sobrevino algo que me conmovió hasta las lágrimas.
¡Padre, de pronto entendí! No sé si fue mi imaginación, pero vi o entendí que Jesús venía a mí, como que lo vi inclinarse y extenderme su mano y que me preguntaba si yo querría ser su novia. En ese momento, vi su mirada que me enterneció inmensamente.
La ternura de Jesús me inundó el alma por completo. Me quedé muda, como paralizada. Sólo podía mirarlo yo también con los ojos del alma y sonreírle, y avergonzarme de todos mis pecados. Desde lo más profundo de mi corazón, pude darme cuenta que no soy digna, ¿por qué yo?

No sé hacerlo. No sé qué tengo que hacer. Pero ya no me preocupa porque vamos a hacerlo juntos. No quiero otra cosa. Bienvenida sea mi mala experiencia con mi pareja anterior, si éste es el resultado.
Padre, Jesús hoy me quebró la parte humana del corazón. Me derritió todo sentimiento negativo, me deshielo la coraza que tenía para recibir amor.
No sé si alguna vez le conté y lo hago con confianza, pero desde que soy chica, sentí que yo tenía/tengo una misión importante en esta vida. Que yo vine acá con una finalidad, que Dios me preparó y me prepara para algo, que va más allá de lo humano. Me enseñó, especialmente, a amar.
Pero siempre Jesús, ahora mi esposo, me hizo sentir especial. Me enseñó a amar al que necesita ayuda, a tener siempre una sonrisa para dar porque uno nunca sabe a quién puede cambiarle el día. Me enseñó a ver siempre el lado bueno de las cosas. Me fortaleció, me enseñó a ser misericordiosa, a perdonar. A no tener rencores. Pero, para mí, Él me está preparando para algo, yo vivo en esa preparación.
En ese día a día. Padre, desde que soy chiquita yo decidí ser el consuelo de Jesús, de mi Esposo. Siempre le dije que mi corazón era su morada, que yo lo iba a cuidar y podía descansar en mí. Mi empatía con el dolor que Jesús sufrió en la Cruz y sufre por aquellos que lo rechazan, hizo que no tenga miedo de defender mi fe. Me propuse, a través de mis limitaciones, hacer de mi vida un pedazo de Cielo. No sé bien cómo explicarle, pero Dios me regaló una gran sensibilidad, que, de la mano de Jesús, hizo que pueda conectarme muy profundamente con Él. ‘Mi preferido’, le llamo yo.
No sé bien cuál será esa misión que Jesús me tiene encomendada, pero sé que existe. No me apuro a recibirla, sé que todo está en Su Voluntad. Quiero contarle, querido amigo, que esto sólo lo sabe mi mamá, y un poco mis hermanos.
Confío en Ud., Jesús quiso que nos comunicáramos y que hoy podamos tener esta relación de amistad a distancia. Sé que Dios a Ud. lo dotó de mucha sabiduría y empatía. Agradezco su amistad, y sepa que cuenta conmigo.
Jesús con su testimonio de vida, nos enseñó que las distancias no existen, si hay un sentimiento y un compromiso verdadero con su causa. Lo siento cercano y estoy dispuesta a aprender de Ud. como amigo y guía.
En fin, hoy, desde el sentimiento, duermo abrazada a Jesús desde el amor más puro que puedo darle, con una sonrisa y con el corazón abierto lleno de felicidad, porque hizo verme chiquitita entre tanto Amor inabarcable. Y sabiendo que a partir de mañana va a cambiar mi vida, repito con confianza:
Esposo mío, en Ti confío
A Ti te ruego, a Ti me entrego
Contigo hablo, no con mis diablos
Viva tu Amor que amo y contemplo
En mi interior, como en tu templo.
Saludos nuestros para Ud., nuestro amigo preferido
Teresita