EL SEÑOR ESTÁ CON NOSOTROS
SI NO, NO ESTARIAMOS AQUÍ
HOMILÍA MARTES 4ª SEMANA CUARESMA

Todos en algún momento nos encontramos con Él.  
El Señor está con nosotros
Hemos sido sumergidos 
en el agua y la sangre de su costado
Lectura: Ez 47,1-9.12
Salmo Responsorial: 45, 2-3.5-6.8-9
Evangelio: Jn 5,1-3a.5-16
La profecía de Ezequiel nos dice que del portal del Templo, va a surgir una fuente que se va a ir profundizando cada quinientos metros. Después va a llegar al desierto, va a brotar una arboleda y van a llegar esas aguas al Mar Muerto trasmitiéndole vida, donde no la había.
Los primeros cristianos se consideraban pececitos, porque vivían en esta agua que salía del costado del Señor. Habían sido sumergidos en esa agua del bautismo, en el torrente de la fe, que mana del costado de Nuestro Señor. Ahí nace nuestra fe.
De ese costado traspasado en que el Señor
entrega su vida, nos da la vida; 
la vida en el Bautismo. 
La vida, sangre y agua que él entrega a su padre
es la misma que nos sumergió en el bautismo y nos hizo hijos.
La que él entrega nos la da 
Desde el Bautismo Él está con nosotros. 
También es otro de los temas de las lecturas de hoy: «Yo estaré con vosotros»
En el salmo se dice: «El Señor es nuestro refugio y fortaleza»
En el Evangelio también tenemos esa fuente donde el hombre  es sanado.
Ha sido sumergido en el agua de la piscina en  presencia del Señor. 
El Señor estaba con él. 
¿Con quién se encontró? Con el Hijo de Dios. El que se encuentra con el Hijo de Dios tiene vida. 
Todos nos hemos encontrado con el Hijo de Dios.
 Todos en algún momento nos encontramos con Él. 
Como el Centurión en el mismo montento en que lo hería.
Estábamos perdidos en este mundo. 
 Ahora, Él está aquí con nosotros  y nosotros estamos con Él. 
Pero, el mundo está ajeno a Él.
Esta agua, que es el Bautismo apunta a regenerar lo dañado, salva. 
Nos ha permitido introducirnos  en el camino de los hijos de Dios hacia el Padre; 
cuando estábamos, de repente, paralíticos  para seguir su voluntad., víctimas de las adiciones de este mundo, de la lujuria, de quien sabe cuántas cosas.
Siguiendo a Jesús, la Verdad, que nos hizo libres.
El  agua que nace del bautismo, se derrama. 
Este desierto del mundo, está purificado por esta agua. 
Y nosotros, somos como esos árboles plantados junto a las aguas. 
Dice el salmo primero:» El justo es como un árbol plantado junto a las aguas»
 ¿Cuáles son esas aguas? Son las aguas  de nuestra fe  y las aguas de la Palabra de Dios que nos acompaña en la vida, nos vivifican, nos hace florecer en ese camino.
 Estas son palabras de la cuaresma. 
El Señor está con nosotros, si no, no estaríamos aquí.
  En este mundo donde tantos  se pierden, nosotros no estamos perdidos, ¿ por qué? Porque Él nos ha preservado.
 La preservación en esta vida es como una garantía, como un adelanto, un boleto de entrada a la vida eterna. 
Ser preservado aquí, es un signo de predestinación.
 Por eso, tenemos que alimentar en nosotros esa esperanza y ese deseo. 
Porque la esperanza  es deseo del Padre y de la vida eterna.
Homilía P. Horacio Bojorge S.J.
Martes  de la  IV Semana de Cuaresma 

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