Esposa del Cordero (II)

Querido padre:
             le decía que cuando usted me dijo que El Señor quería ser mi esposo, me asusté al principio pero luego mí corazón experimentó paz y alegría. Y hoy en Misa decidí darle mí Sí!! al Señor, decidí que no debía de actuar como en mi adolescencia, cuando sentí su llamado a ser monja y por sentirme indigna, no lo escuché. Acaso, cuándo somos dignos realmente de ÉL? y escuchando el Evangelio cuando El Señor le pregunta a Pedro: «¿me amas, me amas, me amas?», sentí que me lo preguntaba a mí, y decidí darle mí Sí!
Sí! deseo ser tu esposa, te amo, pero ayúdame a amarte aún más.                                                 
Había leído en su libro Me quiero Casar I, que alguien no recuerdo su nombre, colocó en su mano izquierda un anillo como símbolo de su esponsalidad con Cristo; es así que le pedí al padre al finalizar la Misa, que me bendijera un anillo rosario, y al llegar a casa, le conté a mí esposo cómo pude que El Señor me quería como esposa, para poder ser una mejor esposa para él,  y que deseaba que fuese él quien me colocara el anillo rosario en mi dedo anular de la mano izquierda, como símbolo de mi esponsalidad con Cristo. 
Mi esposo Carlos tomó el anillo y, sorprendido sin mediar muchas palabras, me lo colocó. Me siento con una paz que nunca había experimentado así,y mi hogar, en el cual las peleas eran constantes, también lo está. Puedo decir que se respira otro aire, el aire de la quizás, Dios lo quiera así, verdadera esponsalidad.
Deberíamos creo todas las mujeres desposarnos con Cristo, o tener de alguna forma la convicción cuando nos casamos que lo hacemos con EL también, quizás deberíamos como símbolo portar los dos anillos para recordárnoslo, o un anillo doble, jaja. 
Gracias amigo del Esposo por esta ayuda tan invalorable que es usted en mi vida matrimonial y familiar. Dios lo colme de bendiciones. 
María Virginia

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