ESTER [4]
SU VIDA DE CASADA CON JESÚS

       ÉL ES, PARA MÍ, EL NIÑO Y  EL CRUCIFICADO

Él sólo me demuestra su inquietud, cuando mínimamente, me aparto o me distraigo en cosas que me apartan de Él. Me insiste en que sea suya, de un modo muy celoso, es un celo dulcísimo y protector que lo invade todo y me envuelve, y que nada tiene que ver con los celos humanos […] En 2019 fui a un mercadillo y nuestro Señor decidió mostrarse a mi de un modo diferente, y vino a hacerse el rey de mi casa. Apareció el niño Jesús en forma de talla, un niño precioso, que se instaló en mi casa, y que me cautivó. Es como si el mismo Dios me dijera, mira qué bonito soy, no me tengas miedo y cuídame, mucho mucho! Lo cierto es que lo beso muchísimo, lo tomo en brazos, y lloro, a veces, de gratitud. Ése niño es el que está, por mí, crucificado.

MI VIDA DESPUÉS DE CASADA CON JESÚS 

A partir de ese momento, mi vida cambió, aunque yo no era consciente de ello. Sólo iba por las calles como enamorada buscando evidencias, señales, mirando a los lados a ver si reconocía en alguien algo parecido a lo que yo estaba viviendo.

Quiero hacer un inciso . Con la pareja que tuve, que era acérrima anticlerical, habíamos puesto una fecha de boda, para el 6 de mayo del 2oo2. Él ya tenía el divorcio. Pero yo no hacía más que llorar por las esquinas, angustiadísima Un mes antes del día señalado, cancelé la boda. Nos separamos.

Vamos ahora al año 2017. Mi director espiritual me dijo que debía confirmarme y así me preparé en muy poco tiempo. La fecha de mi confirmación era el 6 de mayo. Y así fue.

Mientras tanto mi vida interior era un romance tierno y un descubrimiento precioso, mi vida también cambió de rumbo.

Sin embargo en el mundo exterior empezaron otro tipo de problemas, mi madre falleció, mi familia de tres hermanos entró en crisis por la herencia, salieron a relucir muchos trapos sucios que yo desconocía y se deshizo completamente. La revista donde trabajaba cerró. Después de veintinueve años se abría un panorama de incertidumbre al que ya no estaba acostumbrada.
                 Una vocecita malintencionada me decía ante mi angustia: “antes te iba mejor» ¡Entonces yo me a agarraba al Señor! Había encontrado, como la esposa en el Cantar de los Cantares, «al amor de mi alma», y yo no lo quería abandonar por nada del mundo.

En mi casa, surgió otro elemento que no esperaba: el rechazo a mi fe y una especie de persecución espiritual, que todavía sigo viviendo, aunque, eso sí, en menor grado. José Luis, el padre de mi hijo, empezó a atacarme, a decir que había aban- donado la familia ¡y a Él, claro! Yo intentaba transmitirle la fe, le invitaba a confe- sarse, a venir conmigo a charlas y a los eventos de la parroquia, Y a todo lo
que estaba descubriendo; y pensaba: ¿Cómo sería José Luis convertido al Señor?                         Pero él me respondía con ‘paradas’ dolorosas, con desprecios a mí y a la Iglesia, al Señor, a la Virgen; me echaba en cara que era yo la que había cambiado de bando, y la verdad es que era cierto. Me prohibía coger el coche para ir a misa, así que venían amigas de la parroquia para llevarme.
                Cuando volvía de clase de Teología, estuvo durante 24 horas sin dirigirme la palabra corno elemento de presión. Esto ocurría muchas veces.
                Nos llamaba mea pilas e intentaba ridiculizarnos a mi y a nuestro hijo cuando le llevaba a catequesis de confirmación. ¡Fueron tantos sufrimientos!

Esto provocaba muchas veces mi ira, y discutía; otras veces lloraba. Lo cierto es que en vez de unirnos esta situación nos separaba más . No entendía por qué estaba  pasando todo esto. ¡Pero sí! yo pensaba en mi interior, como la esposa en el Cantar «al amor de mi alma», «mi amado es para mi y yo soy de mi amado, él me pastorea entre los lirios. Me aferraba a Él buscando consuelo.

Mi situación económica empeoró, me veía empobrecida. Lo que antes era el dinero que entraba fácil ahora todo mermaba rápido. Las amistades se retiraron. Yo ya no celebraba fiestas de Halloween. Yo quería transmitirles lo maravilloso que estaba viviendo ¡pero mis palabras han sido siempre tan torpes y tan escuetas!

[Nota: Suele ser error común de los conversos éste que comete Ester, queriendo convertir a los que no quieren oír el mensaje de fe. No se les recuerda que Jesús pone en guardia para no insistir en ser aceptado «en las casas en que no os reciban». Así son los corazones cerrados a la gracia]

José Luis, por su parte, me hacía daño diciéndome que yo era una carga tremenda para él. Al no estar casados, él siempre ha querido reclamar una vida de soltero en lo que le interesa, es decir en lo económico. Él lleva su cuenta propia y yo la mía, y yo nunca había sabido hasta ahora lo que él ganaba. Sin embargo hace poco se lo contó a nuestro hijo, y gana al mes seis mil euros al mes.
Sin embargo el sí quiere verse beneficiado del estatus de “casado” es decir tener una mujer que le sirva, que le acompañe, etc… O sea disfrutar de los derechos de un casado pero sin las obligaciones de un soltero.

Y dentro de todos estos vaivenes y estas miserias, ¡ahí estaba siempre mi Señor, consolándome; nunca me ha abandonado, como Él me lo prometió desde el principio. Al contrario: me ha dedicado dulces consuelos y hermosísimos momentos, de modo que me pareciera vivir en dos mundos distintos a la vez.

Al poco de pasar la confirmación fue cuando el Señor de nuevo me habló otra vez claramente. Me dijo que, si yo quería, podía elegir la pureza y la castidad, que eso era muy importante para tener intimidad con el; me dijo que yo podía llegar hasta donde yo quisiera de lejos, que yo ponía la medida.

Y yo le dije: — ¡Bien mi Señor! ¡Toma mi cheque en blanco!
No sabia bien cómo iba a poder cumplir esta promesa… ¡con mi vida pasada! Pero el Señor me hizo un regalo tan precioso que, al día de hoy, sigo asombrada y llena de gratitud. ¡Una gracia grande! ¡Una verdadera gracia!: — ¡Me dio la libertad! ¡De mi cabeza, se borró todo deseo carnal, de lujuria! ¡Me dí cuenta que no miraba ni veía ya a los hombres como los veía y miraba antes! ¡Fue como si me hubieran pasado un borrador por la mente y mi mirada a los hombres se volvió limpia de lujuria.

Esta gracia también me dio otra medida en mi relación con los hombres: los hombres ya no eran objeto de sometimiento ni yo tenia que ser su sometida para ser amada. Eran hermanos dignos de ser amados.

Con José Luis las relaciones se cortaron. Fue algo razonablemente aceptado por él. Si él no quería estar casado ni tener ningún vinculo matrimonial conmigo, debía ser consecuente.

Pasó también algo, con respecto al sacerdote que le comenté que me solicitó tener relaciones conmigo en medio de la confesión. Sucedió que el Señor me hizo saber, cuando pasaron dos años, que debía volver a esa parroquia y restaurar la figura de ese sacerdote, porque yo seguía pensando mal de él. El Señor, con tanta delicadeza, me hizo ver que este sacerdote era alguien a quien el había escogido y que yo tenía que volver a la misa, no condenarle ya que yo tampoco había sido inocente, y volver a mirarle como vicario de Cristo que era.

Esto me costó un tiempo… Iba a esa Parroquia a misa de vez en cuando, y en mi interior lo seguía censurando; pero el Señor sabe los tiempos, que a menudo suelen ser mas lentos que estos nuestros, tan vertiginosos. Y uno de esos días en que fui a su misa, en el momento de la consagración, mientras lo miraba me percaté que ya no había ninguna acusación contra él en mi corazón. Que todo había quedado cerrado, y que yo volvía a verle como sacerdote. y con respeto.

Tantas y tantas delicadezas recibí y recibo del Señor, que ¿cómo podría definirle? Desde luego su delicadeza a la hora de acercarse a mí, el respeto y la dulzura con la que me ha hablado siempre , aun en circunstancias lamentables mías, como cuando pecaba y me iba a esconder de Él — igual que Adán y Eva — con qué mansedumbre y paciencia me llamaba de nuevo!

Como me ha hecho entender siempre el por qué de las cosas, entendí que Él quiere que lo entienda, y que a partir de ahí actúe con amor y con total libertad obre el bien. Me ha enseñado que todo lo que haga lo tengo que hacer por amor; que no le vale que le ofrezca algo que sea obligado, o formalizado. Sino ofrecido solo por amor.
Más que verme me percibo observada por Él con una mirada preciosísima. Muchas veces me sucede sentirme mirada así, cuando menos me lo espero. Así que me siento mirada casi todo el día. Esto me hace percatarme de que estoy en su presencia en todo momento, cosa que, al principio, me agobiaba un poco.

Una cosa que siempre me asombraba es que cuando Él me insinuaba algo, al final me decía: Si tú quieres… Yo pensaba ¿cómo es eso de: «si quiero yo»? … ¿Acaso Dios me pide permiso?                Sí. Dios trata con tanta exquisitez al ser humano, con un modo tan maravilloso, que es en ese momento cuando caes en la cuenta de lo frágil y valioso que eres para Él. Un amor tan incondicional que hasta que no lo experimentes no creerás que exista.

Algunas veces me ha movido a preguntarle: ¿Qué quieres que haga? En esos casos
el Señor me manifestó que quiere de mí que lo consuele, y lo haga en reparación por tantos años de afrentarlo, ignorarloMe dejó entrever sólo una partecita del sufrimiento que yo le había causado durante todos estos años, con tantos pecados, pero en forma que más que como un reproche, como un pedido de amor, que sólo espera amor reparador.

Cuando yo le he pedido que me muestre el daño que he hecho me dice que NO. Él solo me demuestra su inquietud, cuando mínimamente, me aparto o me distraigo en cosas que me apartan de Él. Me insiste en que sea suya, me lo da a sentir de un modo muy celoso, con un celo dulcísimo y protector que lo invade todo y me envuelve como en un abrazo, y que nada tiene que ver con los celos humanos.

A veces este celo me deja un poco asustada porque es ¿cómo diría? ¡ES ENORME! Pienso entonces que una medida humana no vale para definirlo, medirlo, cuantificarlo. Otras veces, sin embargo, es algo muy discreto, tanto que tengo que estar muy atenta para que se me deje percibir. ¡Tantas veces he tardado tanto en estarle atenta y darme cuenta de ese «tímido reclamo o ruego contenido», que luego le he pedido perdón por mi desatención y mi falta de sensibilidad. Me dice claramente, una y otra vez y de todas maneras, que no quiere que ande buscando cosas que hacer, que Él ya se encarga de todo: «Tú no tienes que hacer nada. Sólo dejarte hacer». Que la muestra de amor a Él, es abandonarme a Él, y confiar en todo. Le duele que no confíe ciegamente en su providencia. ¡Cuántas veces me repite mi Señor esto!

En él no hay doblez, no hay disimulo ni estrategia amorosa, es todo de una claridad y autenticidad, que cuando lo pruebas, no deseas ya otra cosa. Y ya no sabes qué ofrecer en tu pequeñez. Tiene mucho sentido del humor, un humor muy fino, un poco irónico pero no sarcástico, y percibo felicidad y alegría, sobre todo en la Virgen.

EL REY SE ENTRONIZA EN SU CASA
En 2019 fui a un mercadillo y nuestro Señor decidió mostrarse a mi de un modo diferente, y vino a hacerse el rey de mi casa.
Apareció el Niño Jesús en forma de talla, un niño precioso, que se instaló en mi casa, y que me cautivó. Es como si el mismo Dios me dijera, mira qué bonito soy, no me tengas miedo y cuídame, mucho mucho!
Lo cierto es que lo beso muchísimo, lo tomo en brazos, y lloro a veces de gratitud,
¿¡Qué gracia tan grande como ésta podría recibir yo de mi Esposo! Que habiendo sido pecadora tan terrible, ahora venia Él a ponerse en mis brazos extendiendo sus bracitos y suplicándole amor y cuidados!

[Nota: Ester, en hebreo significa «yo me esconderé». Es uno de los nombre del Dios bíblico. El Dios escondido, por ejemplo en la zarza ardiente. En el libro de Ester Dios parece estar ausente, pero está sólo escondido en Ester, mientras el pueblo parece condenado a desaparecer y no aparece el amparo de Dios para salvarlo. Pero Dios se esconde en el amor a su pueblo de la Reina Ester, y de su amor de Esposa al Rey que sin ser judío, salva al Pueblo de Dios de la destrucción. Dios es tan grande que puede esconderse en el amor de esta mujer que lo ve presente en el niño adquirido en el mercadillo. Como se escondió el Señor de la vista de Moisés, entrándolo en la cueva de la roca y pasando a sus espaldas]

Él ha ido reparando mis heridas profundas, reconstruyendo el terreno destruido y ya irreconocible, y sin embargo le dio igual el mancharse o hundirse en mi lodo por volver a tenerme.
Ha menudo se me ha dado a sentir que Nuestra Señora también me indica cosas, siempre para que ame más a su hijo, no hay nada que le guste mas a la Virgcn, que ver cómo haces por amar a su preciosísimo. Cómo tienes el alma secuestrada en Él. Parece que todo lo perdonara, si ve en tu corazón deseo sincero de amarle con toda el alma.

Todo lo que me ocurra, bueno como malo, lo entiendo como providencia del Señor, y hay una cosa que me angustia especialmente, mi precioso hijo en noviembre le 
diagnosticaron una depresión grave, con diecisiete años. Esto fue una pesadilla y está siendo muy doloroso, es algo que todavía no logro comprender, lo ofrezco y lo pongo en su pasión, y sé que confío en el Señor y sanará todo esto, confío, pero desde que me convertí están pasando tantas cosas que no imaginé, y la incertidumbre se ha instalado en mi vida.

Es este un envite fuerte, mi hijo dejó de ir a misa, y de nuevo estoy instalada en el sufrimiento. No sé si será una tentación este pensamiento, pero veo a tantos católicos en la parroquia a la que voy que son muy piadosos y que todo va por buen camino, sus hijos florecen y va todo bien…. Que yo pienso: ¿Qué sentido tienen todas estas vicisitudes que ahora me toca pasar? Quizas es la purificación de todos mis pecados y cosas mal hechas del pasado, empezando por la relación con José Luis, su padre?

No es que tenga ninguna duda del amor al Esposo, aunque a veces me siento un poco noqueada por los acontecimientos, y me cuesta rezar… El esposo acude veloz siempre que se lo pido…. Acaso mc toca purgar por toda ml vida pasada…

Bueno padre…  podría contarle tantas cosas que no son más que de vida interior, se las cuento a usted, por lo que le dije, porque no las he contado así a nadie.

Leer su blog y su primer tomo del libro «Me quiero Casar» me ha hecho bien, porque tantas veces pensaba que era mi ilusión… Ya ve que la vida sigue con sus avatares mas todo es diferente con Él. Le agradecería infinito que por favor me de su valoración de todo lo que le he contado con total sinceridad.

Gracias por leerme.
Espero sus indicaciones.
Dios le bendiga.

 

 

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