Blog destinado a presentar y comentar la Revelación divina acerca del amor humano: Creado según el designio divino, luego caído y herido por el pecado original, después santificado en el pueblo elegido; elevado por fin a Misterio Grande en el sacramento del matrimonio y hoy tan ferozmente agredido.
Si pensamos en el “éxito” como un logro personal, diría que estamos equivocados, pero habría que redefinir la palabra “éxito”.
La persona humilde no habla de “éxito” pues vive sin grandes expectativas, más bien son buenos deseos, Asume con serenidad los resultados porque ha sido moderado.
Creo que el éxito real es fruto del esfuerzo contínuo y esperanzado de alcanzar una meta, y esto es bendecido por Dios.
Es frecuente ver matrimonios “rengos”, frágiles vividos con fortaleza, con fe, con humildad . Y ver maridos o esposas que dejan mucho que desear, pero que han asumido su responsabilidad y ver que la buena semilla fue sembrada y que regada en el dolor, ha cosechado buenos frutos en los hijos buenos que Dios les ha dado y dar gracias a Dios por ello.
A mi modo de comprender, esto es éxito matrimonial. Un triunfo sobre el amor propio, el triunfo del corazón, obediencia a Dios, Dios quien ha provisto la fortaleza, el consuelo, el amor pleno..
El espíritu lo vive de esta manera, aun cuando el mundo no comprenda…
Negar que en todos los matrimonios se encuentren defectos, egoísmos, debilidades, orgullo, tentaciones que dan lugar a una mala comunicación, dolor moral que lastimen y/o produzcan crísis, sería negar nuestra humanidad imperfecta. Pero justamente porque es difícil, sobreponerse a estas limitaciones, Dios nos dio el sacramento del matrimonio y El mismo es el único Testigo que puede garantizar que todo en El se puede.
Y no se trata solo de durar “hasta que la muerte nos separe”.
Se trata de amar en Dios, es decir con el Amor que emana de Cristo, fuente de Amor, Agua viva que coloca nuestro espíritu en capacidad de elevarnos por encima de nuestra naturaleza limitada. Humildes, fuertes, confiados, constantes, dones que solo proceden del Espíritu para almas fieles.
Dios no nos pide que tengamos éxito, sino que trabajemos hasta el fin y con su ayuda, para tener un matrimonio cristiano.
Esta es la clave fundamental, porque la sola voluntad no basta.
Es tener la decisión para lograrlo, oración del corazón y abandono.
Esta es la clave para un buen matrimonio. Buen matrimonio no es felicidad eterna, ni ausencia de sufrimiento o dolor. Es esfuerzo diario por poner por encima de los deseos personales al que tenemos más cerca, con paciencia, tolerancia, perdón, compasión. Y todo esto es amor, un sentimiento humano que proviene de efusión divina, del AMOR DE DIOS , si es que lo dejámos estar presente en el centro de nuestras vidas, porque como dije antes, El solo puede garantizarnos los frutos y el triunfo del amor.
Tengo algunos conocidos, que en su vida se han casado varias veces y cada vez que fracasaron, porque no soportaban más a sus parejas, volvieron a intentarlo. Con una esperanza infundada sin contacto con lo real. Probablemente les falto más auto-crítica, menos egolatría, y poder madurar venciendo la fantasía romántica de que lo idealmente romántico o lo perfecto es posible.
Cuando un matrimonia dura, es porque los dos o por lo menos uno más dúctil y realista, esta convencido
de que la felicidad del otro (no la propia) y de sus hijos depende de su generosidad, de su esfuerzo para dar-se y deja que Dios obre medie por la gracia santificante del matrimonio, que es un regalo de El.
Pero hay que creer en Dios y creerle a Dios. Tener Fe, obediencia, paciencia.
La familia es el bastión más fuerte de esta sociedad humana. De la mano de Dios prevalecerá, porque es la voluntad de Dios, que así sea. Pero necesita de nuestra fe, adhesión y esfuerzo.