LA DESACRALIZACIÓN DEL AMOR = LA MUERTE DEL BUEN AMOR
El fenómeno de desacralización lleva consigo la abolición de la familia, porque arranca al matrimonio de su raíz divina, sagrada.
Pareciera que en nuestros días, el Buen Amor no solamente estuviera siendo rodeado y sitiado por malos amores sino abocado a su extinción por desarraigo, o por desconexión con la fuente divina del Buen Amor.
La desacralización arranca al Buen Amor de sus raíces divinas. ¡Sí, el amor humano tiene sus raíces en el cielo! Nos lo dice no solamente la fe y la teología, nos lo dice la ciencia de las religiones y la antropología.
Se están cumpliendo once años, el 18 Octubre 2008, en Mendoza, hablé sobre este drama de la Familia y desacralización. Tuve la Conferencia con ese título en un Simposio con el tema “Familia y Sociedad” que tuvo lugar en el auditorio de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cuyo.
Voy a ir presentándoles nuevamente la visión — que hoy considero profética, en el sentido simple de «intuitiva» — que tuve preparando esa conferencia, sobre lo dramático de este proceso que padecemos y que desde entonces adquiere la violencia de un tsunami. Comienzo con esta primera entrega.
Benedicto XVI se ha ocupado del fenómeno y, como en tantos otros aspectos, va adelante y nos conduce.
Mi propósito es, de cara a la desacralización: a) seguir profundizando en la verdad del matrimonio y la familia; b) en vistas a que los creyentes puedan vivir más sabia y religiosamente el sacramento que los une; y c) en vistas al diálogo con los no creyentes dispuestos a dialogar.
1) Por un lado la angustia ante la globalización y la aceleración vertiginosa del proceso de ruptura entre las visiones de la cultura dominante postmoderna por un lado, y la visión católica por el otro. Ruptura caracterizada por una hostilidad cada vez más explícita y un antagonismo cada vez más tiránico, radical e intransigente, que procura doblegar toda resistencia a su avance.
2) Por otro lado la preocupación por la defensa y la preservación de la identidad y de la mística de la familia católica, sin la cual no puede subsistir, ya que sin el gozo del Señor no hay fortaleza. Vemos cómo el pueblo católico, sitiado por un medio inicuo, se entibia en sus virtudes teologales, es víctima de un estado de confusión, deambula vacilante y confundido, pierde autoconciencia e identidad, se cohíbe, se avergüenza, vive de espaldas a la grandeza de su vocación y misión, privado de los consuelos del fervor que brinda la fe firme, la caridad ardiente, la alegre esperanza.
3) Y por fin, quizás lo más angustiante, la apostasía. Primero anónima y que tarde o temprano se hace manifiesta. Una apostasía cuyos signos son: la dramática infiltración de los criterios de la cultura dominante en la inteligencia de los bautizados. La existencia de un partido del mundo dentro de la Iglesia, que conglomera a los bautizados rebeldes al magisterio; de comportamiento ambiguo e hipócrita, y que de buena o mala fe, traicionan a la fe y a los que creen. Partido que recluta a un número creciente de bautizados, sin exclusión de eclesiásticos, quienes con medios y desde instituciones culturales católicas que fueron fundadas para defensa y propagación de la fe, se ocupan en demolerla convencidos de que, haciéndolo, sirven a Dios.
[Nota: El Simposio sobre Familia y Sociedad fue Auspiciado por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cuyo, por “Más Vida Familiar”, por el Instituto Familia Argentina, la Fundación Cimientos, la Fundación Crescere, la Fundación Saber y El Pilar]