PRIMERA REFLEXIÓN
¡Asombro!
¿Cómo es posible que el pueblo católico no se resista más decidida y enérgicamente, como pueblo, a la tragedia de la disolución familiar, a la pérdida de la gracia del sacramento del matrimonio que diviniza el amor de los esposos?
Parecería que generalizadamente los bautizados ignoran 1) la grandeza del amor divino 2) la naturaleza del amor esponsal 3) la profundidad de su desgracia; 4) el daño que se sigue para toda la humanidad de la extinción de esta luz y de la pérdida del sabor de sal de la alianza nupcial sacramental entre hijos de Dios.