Pongo conocimiento entre comillas porque no me refiero exclusivamente al intelectual, fruto de la conversación y del tiempo compartido juntos. Me refiero a cierto conocimiento «por contacto» (caricias, si se quiere) con la otra persona, de unión, que sin llegar a ser sexual, está como inscripto en el amor entre el varón y la mujer. ¿Me explico, querido padre?
Y le comento esto porque entre mi novia y yo se dan ciertos impulsos, pacíficos, aparentemente no desordenados, a conocernos más de esa forma. Y lo que a los ojos de cualquiera pudiera parecer contrario a la pureza o a la castidad, a nuestro entender es muy puro, desinteresado, pacífico, ordenado. Son acciones que parecieran responder a un amor muy grande, fuera de lo común, que nos ha invadido a ambos.
Pero lo que al principio resultaba tan espontaneo y sencillo, después ha pasado a ser motivo de dudas e inquietudes. Y de ahí mi afán por preguntarle a Usted estas cuestiones.
¿Hay, – además de la abstención de las relaciones sexuales pre-matrimoniales -, otro límite universal, objetivo, que rija las relaciones entre los novios? ¿Cada uno debe ir conociendo qué le hace bien y qué le hace mal en orden a la pureza y castidad?
Si tiene Usted, padre, una palabra para ayudarme en este asunto se lo agradeceremos enormemente.
Un fuerte abrazo. Gracias nuevamente.
MI RESPUESTA:
Muy estimado:
Las relaciones matrimoniales íntimas entre los esposos van precedidas de lo que podemos llamar «actos preparatorios». Son actos amorosos que disponen a la unión.
Esos actos son diversos según cada par de esposos. Pero en general puede decirse que consisten en tactos, besos, miradas, contacto físico cuerpo con cuerpo, abrazos.
Por lo tanto, te diría que deben evitar, con tu novia, todo lo que encienda la concupiscencia o la pasión erótica. Que apenas se advierte que una conducta (pienso en el pudor en el vestir) o un acto (digamos un beso apasionado, o en la boca o en alguna zona erótica, o un tacto de zonas íntimas, o que sin serlo despierta una conmoción erótica, aún movida por el afecto o el amor) que mueve las pasiones antes del matrimonio, debe evitarse, porque pone en peligro la castidad, sobre todo la del varón.
Tanto es así, que no solamente es la mujer la que tiene que ponerle límites al varón, sino que también el varón, por conocerse a sí mismo, debe ponerle límites al afán de cercanía física y de ternura de la novia.
Yo diría que eso que están experimentando es un síntoma o indica que ya se debe poner fin al noviazgo y se debe pensar en el matrimonio, porque es un índice de que ambos le han hecho lugar al otro en la propia vida, en los pensamientos, sentimientos, y que el carisma del enamoramiento ya ha alcanzado en ustedes la madurez y están aptos para asumir la gracia del ministerio esponsal con todo lo que conlleva.
Y en esto no se debe retrasar al casamiento por razones económico-sociales. Hay que obedecer a la Ley de Dios antes que a los preceptos humanos.
Hay que obedecer a los signos del desarrollo de la gracia, es decir del carisma inicial del enamoramiento, que ha ido creciendo, mediante el noviazgo, para hacer lugar al otro en la propia vida, en orden al matrimonio, que es el ministerio de compartirla.
Y si casarse aún no parece posible, entonces hay que hacer stop en el proceso de acercamiento físico.
Considerarlo como una “curiosidad” prematura por conocer al otro, más de lo que conviene antes del matrimonio. Como por otra parte habrá que hacerlo también dentro del matrimonio y es una de sus cruces. El verdadero amor, sacrifica el deseo.
Si me das permiso para plantear tu pregunta en el Blog del Buen Amor (naturalmente anónima y maquillada) te agradecerán muchos novios.
Horacio Bojorge
SEGUNDA CONSULTA:
Muchas gracias, padre Horacio, por su respuesta.
Por supuesto que le doy permiso para ponerla en su blog. Me ha ayudado mucho, y quisiera que así suceda con otros novios.
Otra cuestión: ¿qué otras razones (no las económico-sociales de que Usted me habló) pueden impedir el matrimonio?
Con mi novia andamos un poco cansados, con la naturaleza bastante extenuada a causa de esfuerzos, indebidos tal vez, en el apostolado.
¿Es esto una causa seria por la cual deberíamos posponer el matrimonio?
¿Cómo reconocer el momento oportuno, sin que el matrimonio venga a ser algo apresurado, precipitado?
Muchas gracias, Padre, nuevamente
MI SEGUNDA RESPUESTA:
Muy estimado:
Apostolado viene del griego apostello, que quiere decir «envío».
Apóstol es un enviado. Enviado porque recibe una misión del Padre a través del Hijo y es enviado por ambos con el auxilio del Espíritu Santo para la misión encomendada.
Las misiones de Dios, que es amor, son todas misiones de amor. Y el matrimonio es una misión de amor muy especial y por eso sacramental.
Esa es la misión que consta fehacientemente que les ha encomendado el Padre por medio del Hijo ya que les ha conferido el amor mutuo a ti y a tu novia. Eso no es capricho de ustedes. Es don de Dios, para la misión. Es el carisma otorgado en vistas a la misión del ministerio esponsal sacramental, ser ministros del amor de Cristo el uno para el otro.
Los demás «apostolados» ¿son encomendados a ustedes por Dios o por los hombres?
(No me refiero aquí a los ministros jerárquicos autorizados por Dios para conferir misiones y ministerios)
¿O son elegidos por propia voluntad por uno de ustedes o los dos?
(No hablo de tareas laborales que tienen su lado apostólico, esos son trabajo, no apostolado).
Creo que el amor entre ustedes, por ser misión de Dios, va primero.
No hay en eso egoísmo sino obediencia a la misión del Padre.
Padre Horacio