La lujuria
es enemiga del Buen Amor
porque es causa de la Imprudencia
ES + FINGE = ESFINGE
Mujer hermosa y mala,
como la Esfinge,
primero te regala
luego te aflige.
Mira de ella,
no la cara y el busto
sino sus huellas.
Muchos la embarran
porque mirando el rostro
no ven las garras.
Tratando del pecado de imprudencia, Santo Tomás de Aquino le atribuye como causa principal a la lujuria.
Esta enseñanza de Santo Tomás tiene estrecha relación con el tema de nuestro blog. Porque el Buen Amor debe ser necesariamente prudente. Quien elige imprudentemente a su cónyuge, lo hace muchas veces enceguecido por la lujuria. Procede con los tres vicios que hacen el ramillete de la imprudencia: la precipitación, la inconsideración y la inconstancia. Elige precipitadamente. sin madura consideración, sin oir consejo y por eso no puede mantener la elección hecha y es inconstante. Y lo mismo puede decirse de los que se separan por causa de la lujuria, abandonan al otro por un tercero, etc. etc.
El Doctor Angélico se pregunta “si la precipitación, inconsideración, inconstancia se originan de la lujuria”
Como de costumbre pasa a enumerar varias razones por las que “Parecería que la precipitación, la inconsideración, la inconstancia, que dan lugar a la imprudencia, no se originaran de la lujuria».
Pero San Gregorio afirma que los vicios anteriormente enumerados se originan de la lujuria (Moral Lib 31. Ibid). Por lo que hay que concluir que: Los vicios de precipitación, inconsideración e inconstancia, [que caracterizan y hacen al imprudente] proceden del vicio de la lujuria.
Santo Tomás pasa luego a explicar razonadamente los fundamentos de la afirmación de San Gregorio: “Respondo – dice Santo Tomás – que, como dice el Filósofo (Aristóteles, Ethic. Lib. 6, c. 5 y Lib 7, c. 11), la deleitación corrompe el juicio de la prudencia, y sobre todo la que tiene lugar en placeres sensuales, que absorben el alma entera y la arrastran al deleite sensible.
Mas la perfección de la prudencia y de cualquier virtud intelectual consiste en la abstracción de las cosas sensibles.
Luego, perteneciendo los vicios enumerados al defecto de la prudencia y de la razón práctica, como se ha expuesto (art. 2, y 5); síguese que se originan principalmente de la lujuria.
[Summa Theol. 2a 2ae, Q. 53 De Imprudentia, Art. 6 ]