¿Sabe qué? Lo más “curioso” es que después de leer su libro “Me quiero casar” la cita bíblica que quedó en mi mente y en mi corazón desde ese momento hasta el día de hoy es la del profeta Oseas 2,16 “La seduciré, la llevaré al desierto y le hablaré al corazón”. Ciertamente el Señor me había despojado de cosas y afectos de golpe (al estilo de Job) y yo no lograba entender nada. Pero por fe sabía que Dios tenía un propósito con todo lo que me acontecía.
1.- Padre Horacio espero se encuentre muy bien. Martes 20 octubre 0:05 a.m.
Le escribo para hacerle una consulta en la cuestión vocacional.
Hace dos años le consulté por una situación sentimental y usted me hizo el gran favor de enviarme por correo los borradores de los dos tomos de su libro «Me quiero casar», ya que yo soy de México y no los conseguía. Me fueron de mucha ayuda, sin embargo, confieso que me costó mucho establecer la relación esponsal con Cristo. Posteriormente atravesé una crisis de fe, depresión, ansiedad, dudas, etc. Estuve a punto de dejarlo todo, no obstante, gracias a unos Ejercicios Espirituales en diciembre pasado volví a retomar el rumbo de a poco.
En ese tiempo yo me sentía muy segura de que mi vocación era el matrimonio, sin embargo, han sucedido muchas cosas en mi vida que me hicieron plantearme realmente si esa era mi vocación y preguntarle al Señor cuál era el plan que él tenía para mí. Me consagré en junio al Sagrado Corazón y en agosto como Guardia de Honor, ofreciéndole una hora al día para darle gloria, amor y reparación.
Poco a poco Jesús fue llenándome de ese amor que hasta ahora era desconocido para mí, un amor muy grande, eterno, infinito, dulce. A veces me siento inundada en ese amor, en su Sagrado Corazón. El meditar en su dolor, tristeza, a los abusos y profanaciones a los cuales se expone en la Eucaristía nosotros me hace querer corresponder a ese amor, aunque en el fondo sé que soy pobre y mi amor muy limitado. Ahora he entendido lo que decía sobre la relación esponsal, la intimidad, es como si conociera desde cero a Jesús, encontrarme con alguien que pensaba que conocía, pero me di cuenta de que no.
Me siento confundida, ¿qué me aconseja leer o hacer para tener un correcto discernimiento vocacional? En mis oraciones siempre. Margarita
2.- DEL P. HORACIO: Querida Margarita Martes 20 oct. 4:38 am
Cuando se ha encontrado el amor ya no se busca otra cosa. Buscar otra cosa es tentación. Su vocación es haber encontrado a Cristo Esposo. Eso es como haber entrado en la antesala de la vida eterna. Ahora él la llama a entregarse a Él, confiándose por completo a Él y dejando que dirija sus días y su vida.
Pero el demonio siempre vuelve a preguntarle a la Esposa: “¿y tú qué vas a hacer?”. La respuesta para salir de ese lazo, es volverse al Señor y decirle al Esposo “¡hágase en mi!”
Y este “hágase”, en voz pasiva, es una forma cortés y respetuosa para no mandarle “haz de mí lo que quieras”. Porque La Esposa no habla con el Esposo Jesucristo empleando el verbo en imperativo sino expresándoles su confianza y expresando que está en actitud de disponibilidad.
“¡Sea!” ¡Soy tuya! Es la primera de las actitudes que canta la copla del capítulo 2º y 4º del tomo primero. Teniendo esa prenda, lo único que desea de ti el Señor es vivir contigo en tu Nazaret. Como dice San Pablo “vida oculta con Cristo en Dios”. Cumplir con amor tus deberes de estado. Impregnándolo todo con caridad. Es el amor que se pone en lo pequeño, lo que lo agiganta y diviniza.
El veneno demoníaco oculto en esa pregunta aparentemente inocente: “¿Y tú qué vas a hacer? sin embargo muy sutilmente un matiz despectivo: ¿Esto es todo? ¿Qué más?” Estas frases intrusas del demonio infiltran en el alma un virus distractivo, una actitud de no advertida insatisfacción que devalúa la magnitud de la gracia recibida en lugar de ponderarla en su inefable grandeza y esplendor; un cierto menosprecio práctico por la humildad y comedimiento con el que Cristo susurra al alma de la esposa. Distrae de la ponderación asombrada de que Dios que se empequeñezca a la medida de tu pequeñez para exaltarte a la medida de su gloria y resplandor divinos. Sólo el amor tiene ojos para ver eso; para quedarse embelesada en la contemplación pacífica, sosegada, y no hacer otra cosa que dejarse amar y vivir un adelanto de cielo en la vida oculta, que invade y llena de amor todo lo que dice, piensa y hace (1ª Corintios 13, 1-3)
Aconsejo a mis hijas que entran en ese estado esponsal, que cuando vayan a confesarse dejen ya de examinarse por los diez mandamientos. Que examinen con 1ª Corintios 13, 1-13.
Te mando una lección para que ubiques tu ser mujer en el misterio de la Trinidad y del Espíritu santo y puedas ingresar en el misterio oculto a los ojos de las que no tienen fe, esperanza ni caridad. Es el primer capítulo del libro más reciente.
Si quieres responderme algo hazlo aquí a continuación empezando con el número 3. Mis respuestas son impares. Y nos comunicamos por este medio. Mis ojos no toleran mucho tiempo el brillo de la pantalla
Bendiciones Horacio Bojorge