ORÍGENES DE LA DESACRALIZACIÓN
DEL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

Lutero y la desacralización
Algunos historiadores, antropólogos y psicólogos, han notado cómo Lutero, al negarle carácter sacramental al matrimonio, no solamente se separó de la visión católica, sino que abrió el camino al proceso de desacralización y secularización del matrimonio y la familia que culmina ante nuestros ojos en nuestros días.

“Es con Lutero, y más en general, con la Reforma – afirma Claudio Risé – que, dos siglos antes del desencadenamiento de la furia de las revoluciones burguesas contra lo sagrado, comienza la desacralización y secularización de la familia”.
“Las consecuencias jurídicas de la doctrina de Lutero acerca del matrimonio – continúa afirmando – se han visto solamente 250 años más tarde. Es también con Lutero, – quien motejaba a su mujer como ‘la doctora Catita” –, que comienza la transferencia de las responsabilidades educativas de los hijos, de manos del padre a las manos de la madre”.
En efecto, a partir de entonces reducirá el rol del padre a lo económico [alimentación y provisión de servicios] y comenzará el progresivo debilitamiento de la cultura paterna y de la patria potestad. [Véase Claudio Risé, Il Padre, l’assente inaccettabile, Ed. San Paolo, Milano 2003, págs. 50-51, que cita a J. Heckel, Lex Charitatis, München 1953].
Claro está que esa el rol de padre es algo que muchos varones desercionan sin que nadie se lo imponga desde fuera, a no ser la misma cultura dominante que no hace nada por fomentar la cultura del varón paterno y responsable. Pero ¿cuáles son las raíces de esa cultura signada manifiestamente por su fobia anticatólica?

“La Reforma protestante – afirma D. Lentzen – tuvo un rol determinante en promover el debilitamiento conjunto de la figura paterna tanto humana como divina, y en preparar la deriva secularista de la familia.



La Reforma introduce la separación entre el Reino de Cristo y la sociedad humana al relegar la institución matrimonial al ámbito de lo exclusivamente civil y terreno. Con Lutero, el matrimonio sale del ámbito jurídico del reino espiritual y es entregado al orden del mundo secular, sometido al ordenamiento jurídico civil”
[Puede verse: D. Lentzen, Alla ricerca del Padre. Dal Patriarcato agli alimenti. Laterza Bari 1991, pp. 205 ss. Citado por Claudio Risé, O.c. p. 52. D. Martin Luther, Werke. Kritische Gesamtausgabe, vol. XXXII, pp. 376ss. Weimar 1883. En el mismo sentido se pronuncia Mons. Paul Josef Cordes, al comentar la influencia de Lutero en El Eclipse del Padre, Ed. Palabra, Madrid 2003, p. 171 y ss.].


Se puede afirmar que la doctrina de Lutero sobre el matrimonio abrió la puerta a la ulterior estatización de la patria potestad, que hasta entonces reposaba en la relación religiosa del padre terreno con el Celestial. Uno de los factores más fatales de la desacralización de la familia es el eclipse de la figura paterna, la desaparición del varón paterno, que es reflejo terreno de la figura del Padre celestial [Dieter Lenzen, citado por Claudio Risé].


Copio de un testimonio verídico estas expresiones que recuerda y reprocha una esposa a su esposo en una carta previa al divorcio: «Yo si no me hubiera casado, – decía él – viviría como un rey, con la mitad de lo que trabajo, me sobraría para hacer lo que quisiera, vivir viajando y darme todos los gustos y no tener que preocuparme por nada».
Al secularizarse la mente del varón, éste contrae matrimonio por motivaciones sexuales, no religiosas, y pasada la ilusión sexual del varón, el matrimonio no perdura.


Según Lutero todo lo relativo al matrimonio y la familia es del resorte de los juristas y es de orden mundano y, en consecuencia, el divorcio tampoco atañe a la Iglesia sino al estado.
Puesto que el matrimonio es un asunto mundano, exterior, como lo son la mujer, la casa, los hijos, la hacienda y todo lo demás, está sujeto a las autoridades seculares y sujeto exclusivamente a la razón [Claudio Risé y Dieter Lenzen, Obras citadas.].
El lógico resultado de esta visión secularizada de la institución matrimonial, cuyo carácter sacramental es negado, es que, en nuestros días, vemos librada a la familia a un derecho positivo independizado de la ley natural. Una visión jurídica tributaria de la ideología del individualismo radical, como observa el Dr. Carlos Cassini Correas [en la conferencia a que me he referido en otra entrega del blog]


El sacramento del matrimonio
Por el contrario, en la visión católica, la familia es sacramental, sacra, sagrada. ¿Por qué? Porque es Dios mismo Quien ama a la esposa en el ministerio sacramental del esposo, y es Dios mismo Quien ama al esposo en el amor ministerial de la esposa. En el matrimonio sacramento, el ser mismo de los esposos, en cuerpo y alma, es materia de este sacramento.
En la hermosa visión judía de la santidad matrimonial, de la que dí un ejemplo en este blog, los esposos están unidos por una común vinculación con Dios, por una tendencia a la santidad compartida por ambos. Esa unión religiosa es la que impide que la sexualidad avasalle al amor.


En la visión sacramental, cristiana, el cotidiano y perpetuo consentimiento amoroso es la forma; del sacramento. La materia del sacramento son ambos cónyuges, asumidos en su íntegra realidad personal, como signo eficaz de la acción divina.
El amor esponsal de los hijos de Dios está llamado ahora a algo más que a ser imagen y semejanza creatural; a ser algo más que Alianza análoga. Está llamado ahora a ser participación en la hoguera misma del amor divino. Es, como dice San Pablo, un misterio grande [to mystêrion touto méga estin, Efesios 5, 32], comunión en el amor de Cristo a la Iglesia, de Dios a la Humanidad.
En el matrimonio sacramental, se agrega al deseo religioso de ambos, la acción interna de la gracia divina en el vínculo de alianza que los une.


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