Blog destinado a presentar y comentar la Revelación divina acerca del amor humano: Creado según el designio divino, luego caído y herido por el pecado original, después santificado en el pueblo elegido; elevado por fin a Misterio Grande en el sacramento del matrimonio y hoy tan ferozmente agredido.
Cuenta San Agustín en sus Confesiones Libro IX capítulo IX Ilustración: Santa Mónica y San Agustín
19. Siendo, pues, criada mi madre con honestidad y templanza, y hecha por Vos obediente a sus padres, más que hecha por ellos obediente a Vos, luego que cumplió la edad que se requiere para el matrimonio, obedecía y servía al marido que le dieron sus padres, como a su señor: puso gran cuidado en ganarle para Vos, proponiéndole y explicándole vuestro ser y perfecciones, no tanto con sus palabras como con sus costumbres, por las cuales la hicisteis tan hermosa y amable a su marido, que al mismo tiempo le causaba respeto y admiración.
Pero ella toleró de tal suerte las injurias de sus infidelidades, que jamás tuvo por esto la menor desazón con su marido, porque esperaba que vuestra misericordia había de concederle primeramente la fe y después la castidad conyugal. Además de esto, era mi padre por una parte muy benigno y amoroso, por otra muy iracundo y colérico; cuando ella le veía enojado,
tenía la advertencia de no contradecirle ni de obra ni de palabra; después, cuando la ocasión le parecía oportuna, y pasado aquel enojo le veía ya sosegado, entonces le informaba bien del hecho, si acaso aquel enojo había nacido de su falta de consideración y de no estar bien informado.
Así, cuando otras muchas matronas, cuyos maridos eran más pacíficos y tratables, traían sus rostros señalados y afeados con cardenales, de los golpes que les daban, en sus conversaciones amigables solían ellas reprender la conducta de sus maridos y mi madre sus lenguas.
Recordábales como por chanza, pero en la realidad con mucho juicio, que desde que se les leyeron los contratos matrimoniales, debían considerar que se les había leído una obligación con la que habían quedado hechas criadas de sus maridos; que teniendo esto presente, estando en calidad de criadas, no debían engreírse ni ensoberbecerse contra sus señores. Admirándose ellas (que sabían muy bien cuán feroz marido tenía que sufrir) de que jamás se hubiese oído, ni por indicio alguno se hubiese rastreado, que Patricio hubiese puesto las manos en su mujer, ni siquiera un día hubiesen tenido alguna disensión; le preguntaban con familiaridad y confianza la causa de todo esto, y ella les enseñaba la conducta que tenía con su marido, que es la misma que dejo insinuada. Las que tomaban su consejo, le daban las gracias por el bien que habían experimentado; y las que no imitaban su conducta, se veían oprimidas y maltratadas. […] 21. Finalmente, ganó para Vos a su marido, reduciéndole a la fe algún tiempo antes de que él saliese de esta vida mortal – 109 -. Desde que se hizo fiel, no le dio a mi madre motivos de llorar los malos procederes con que le había dado que sufrir y tolerar antes de serlo.