Sn. IGNACIO de LOYOLA:
TRIUNFAR SOBRE LAS DERROTAS

TRIUNFA QUIEN, ACEPTADO BAJO SU BANDERA,  PERSEVERÓ BAJO ELLA

«Dios, que recibes hasta la derrota
cuando ha luchado tanto el derrotado que de su sangre la postrera gota quedó sobre su pecho traspasado»… «Dios, que no despreciaste ni el desastre cuando ha luchado tanto el desastrado pero la ola, el viento, el rumbo, el lastre
ni los astros no estaban de su lado»… Leonardo Castellani

El jesuita Pedro Ribadenyra escribió bajo el título: «El resumen y la finalidad de nuestras Constituciones» un Prefacio a la primera edición de las Constituciones de la Compañía de Jesús, escritas por su Fundador San Ignacio de Loyola.

El Padre Ribadeneyra comienza este Prefacio dando una visión sintética del Instituto de la Compañía de Jesús y del perfil del jesuita según la mente de San Ignacio. Lo hace glosando y aplicando dichos de San Pablo y comienza diciendo: «La razón de ser de nuestra vida nos exige ser hombres crucificados para el mundo  y para los que el mundo mismo está crucificado [Gálatas 6, 14-15]. Es decir hombres nuevos, que se desnudaron de sus pasiones para revestirse de Cristo [Colosenses 3, 9-15], muertos para sí mismos para vivir de la justicia [Romanos 6, 8-11]; quienes como dice San Pablo, en fatigas, en vigilias, en ayunos, en castidad, en ciencia, en longanimidad, en suavidad, en Espíritu Santo, en caridad no fingida, en palabras de verdad, se muestren ministros de Dios , y por armas de justicia, a diestra y siniestra, por infamia y buena fama, por lo próspero y lo adverso  [etc]» [2ª Corintios 6,5-10]

Esta paradoja cristiana, que a los hombres carnales (a quienes San Ignacio llamaba «turba multa») les parece locura, la dejó plasmada San Ignacio de Loyola en su meditación de Dos Banderas, la bandera de Satanás y la bandera de Cristo. En esta meditación se le ofrece al que hace los Ejercicios Espirituales, elegir y pedir ser aceptado bajo la bandera de Cristo, bajo la cual combatirá y compartirá a las órdenes de Jesucristo con su uniforme y bajo su enseña: «si su divina majestad fuere servida y los quisiere elegir, no menos a la pobreza actual; segundo, a deseo de oprobios y menosprecios, porque de estas dos cosas se sigue la humildad. De manera que sean tres escalones: el primero, pobreza contra riqueza; el segundo , oprobio o menosprecio contra el honor mundano; el tercero , humildad contra la soberbia; y de estos tres escalones induzcan a todas las otras virtudes. Y pedir a la Virgen que  me alcance gracia de su Hijo y Señor, para que yo sea recibido debajo de su bandera, primero en suma pobreza espiritual y, si su divina majestad fuere servido y me quisiere elegir y recibir, no menos en la pobreza actual; Segundo en pasar oprobios y injurias, por más imitarlo en ellas, sólo que las pueda pasar sin pecado de ninguna persona ni displacer de su divina majestad«.

Acabo de encontrar esta poesía del P. Leonardo Castellani, que bebió hasta las  heces más amargas este cáliz de la participación en la Pasión del buen discípulo de Cristo y vivió – expulsado de la Compañía – la plenitud de su carisma y vocación jesuítica de una forma inusitada como son las obras de Dios. Éste es su himno a los «derrotados para el mundo» pero «triunfantes para Dios»:

ORACIÓN POR NOSOTROS LOS VENCIDOS

«¿Qué he hecho yo por Cristo?»
San Ignacio

Dios, que recibes hasta la derrota
cuando ha luchado tanto el derrotado
que de su sangre la postrera gota
quedó sobre su pecho traspasado.

Dios, que no despreciaste ni el desastre
cuando ha luchado un poco el desastrado
pero la ola, el viento, el rumbo, el lastre
ni los astros no estaban de su lado.

Dios, a quien no lo aterra ni el derrumbe
cuando el escombro de lo derrumbado
dejó un pabilo, un hálito, una lumbre
con que encender incendio iluminado.

Dios, que eres capaz de alzar la ruina
cuando no ama su ruina el arruinado
cuando gime sobre ella y adivina
la huella en ella del primer pecado.

Que con dejar caer lo caedizo
no quedarías bien acreditado
harías como todos, como hizo
y el vulgo siempre desaconsejado.

Señor, que siempre amaste lo vencido
más que el triunfante desapoderado
porque incluso de lo ya fenecido
surge, si quieres, lo resucitado.

Rey cuyo corazón se va al herido
más bien que al corazón acorazado
que más por el enfermo habrás venido
a nuestra tierra, que por el sanado.

Rey a quien no interesa la victoria
sino que sea el juego bien jugado
y más que los laureles de la historia
que salga alguno y sea buen soldado.

Que sobre la política contienda
no estás con uno ni con otro lado
y estás encima dando siempre rienda
al que se mata por un sueño honrado.

Mírame, oh Rey, mi vida dimediada
la flor de mi vivir ya dimediado
con este gran dolor en el costado
de no haber hecho nada, nada, nada.

De no haber hecho nada consecuente
a todo lo soñado y deseado
de no haber hecho nada equivalente
al gran honor del estandarte alzado.

Mírame, oh Rey, el hontanar vacío
el gran terreno yermo abandonado
y ven Tú mismo un día como un río
en mi vacío nunca resignado.

Ven Tú mismo, Señor, a mi hondo abismo
y no lo cures por apoderado
como creaste el mundo por Ti mismo
y portimismamente lo has salvado.

Porque si llego al ataúd sombrío
sin una flor en el peñón pelado
no eres injusto, porque nada es mío
pero no fueras tan santificado.

Pues fuera tanto desaprovechado
y un lance y un albur tan mal perdido
de hacer un gran milagro insospechado
diferente de todos los que han sido.

El más milagro y milagrez más pura
el más sencillo y simplemente dado
inmerecidamente regalado
a su creatura de la nuca dura.
Por el creador de todo lo creado.

Padre Leonardo Castellani

3 comentarios en «Sn. IGNACIO de LOYOLA:
TRIUNFAR SOBRE LAS DERROTAS
»

  1. » Meditación de dos banderas», a mi entender y en mi modesta experiencia, es el momento clave en los Ejercicios Espirituales: es el momento del «SÏ» con todas sus consecuencias, pero luego de la Cuarta Semana, es el termómetro que mide la temperatura de la entrega en el conocimiento interno del Señor (experiencia de Ël) para imitarle y mejor servirle.
    En los momentos claves de la vida cuando se resiente ese seguimiento, volver a las «Dos banderas» me ha puesto otra vez en el camino, y como dice Ignacio contemplas al Rey en campo soleado, reconociéndote bajo su bandera. Fortalecido nuevamente. Dos banderas, es bueno traerlo siempre en la memoria para que se fortalezca la voluntad.
    El P. Castellani, me recuerda una frase de Carlos V a sus soldados: «Si caigo (muerto) en campo de batalla, no se preocupen por mí, cuiden que la bandera esté en alto». Si a los ojos de los hombres cayó, la bandera de Cristo la mantuvo en alto.
    Pedimos la gracia de la perseverancia hasta el fin.

  2. Padre Bojorge:
    31.07.21: Feliz día en la fiesta de San Ignacio de Loyola, su Fundador y feliz día de su ordenación sacerdotal al cumplirse hoy: día 31, los 56 años .
    Doble acción de gracias: por S. ignacio y por su entrega sacerdotal, de la que tanto nos beneficiamos al tiempo que nos alegramos por ese ejemplo de fidelidad cargada de frutos. Gracias!!

  3. Muy conmovedora la oración.
    Dios es nuestro Padre que nos ama aunque a veces nosotros mismos no nos amemos.
    Él que nos llamó desde la eternidad.
    Él que nos conoce mejor que nosotros mismo.
    Él que nos ayuda siempre.

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