SUSANA SEEBER DE MIHURA 1943/4 [33]

«Todo me podrían quitar y no me sentiría desgraciada; y no me faltaría, en realidad, nada. Todo menos la risa en los ojos de mis hijos. A la noche, cuando ya están los tres en la cama, voy a rezar con ellos» … —— «….. Algún día quisiera escribir del sentimiento que hay entre marido y mujer; que no es “amor” y no es “amistad”, sino otra cosa….»

1943 OCTUBRE a DICIEMBRE
 OCTUBRE (En el campo).
Leo artículos en las revistas inglesas, y me asusta, porque dan por sentado que la vida de lujo (o la vida cómoda sencillamente) no volverá a existir. Actualmente no hay sirvientes de ninguna especie, la gente come y se viste con permiso del gobierno, todo está “racionado”. Han desaparecido todas las prerrogativas del dinero y de la clase social. Y la incomodidad diaria de pequeñeces parece peor que la guerra en sí: esperar horas un colectivo, andar kilómetros en bicicleta, no poder comprar un caramelo ni un pequeño regalo. Vivir con frío y en la oscuridad, trabajar duramente. Y esto es lo que se nos viene encima, aparentemente a nosotros también.

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Todo me podrían quitar y no me sentiría desgraciada; y no me faltaría, en realidad, nada. Todo menos la risa en los ojos de mis hijos.
                 A la noche, cuando ya están los tres en la cama, voy a rezar con ellos. Federico me contaba no sé qué, apurado, los ojos muy abiertos y riéndose. Las caras de mis chicos están llenas de expresión; pasan sin cesar por su cara todas las expresiones. No como los grandes, que han aprendido a conservar una sola expresión durante muchos minutos, y a esconder su pensamiento.
               Como esos días de viento, con nubes y sol, en que corren tan rápido sobre la tierra la luz y las sombras, así las caras de mis hijos. Y sentí una profunda y estática felicidad. Podría estar horas así, mirándolos. Como se puede estar horas sentada al lado del agua que el viento apenas ondula, y donde se reflejan y se quiebran las ramas verdes y el pasto de la orilla.

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Estuvimos mirando la nueva calle de eucaliptus. Ricardo decía que iba a hacer su casa en el parque ese, y no fuéramos a pasar demasiado cerca con la calle. ¿Cómo estará el mundo para cuando él sea grande, y los eucaliptos crecidos?

NOVIEMBRE
Después de la Conferencia de Moscú no parece posible mi pronóstico: que los rusos vayan a hacer la paz con Alemania. El mundo dominado por las dos “potencias anglosajonas” y Rusia, ¡no parece una linda perspectiva!

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DICIEMBRE
Siguen los “grandes”- como oí ayer en la radio: “Meaning” Churchill, etc.- reunidos. Alemania no hace nada. Y dan por sentado, los aliados, que dentro de poco se acabó la guerra. Y, sin embargo, pensando lógicamente, parece imposible que puedan entenderse con Rusia. Han prometido tanto, Roosevelt y Churchill, a los “pequeños países”. Y aunque todo eso sean tiras de papel, no puede convenirles, tampoco, entregar Europa a Rusia.
Aquí el gobierno, con la oposición de toda la alta burguesía, parece dispuesto a tomar medidas serias en materia social, después de haberse afirmado definitivamente en la neutralidad. Ojalá, ojalá tengan suficiente inteligencia para hacer esos cambios sociales, inevitables ahora en todo el mundo, evitando los cambios brutales de una guerra civil. La fuerza para imponerlos la tiene.
Pero, por supuesto, la gente, como nosotros chilla.

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¡Me he desilusionado ya, completamente, de mis facultades de escritora! Y, sin embargo, tengo, en el fondo, una montaña de cosas que necesito escribir. Me he resignado- pero no del todo- a que no tengo talento.
                 Algún día quisiera escribir del sentimiento que hay entre marido y mujer; que no es “amor” y no es “amistad”, sino otra cosa. No tiene el imprevisto y la fantasía del amor; nada de lo desconocido ni de la ilusión del amor. Y tampoco tiene la paz y la aceptación de la amistad: el lento fluir sereno de la amistad. Tiene momentos de absoluta indiferencia, y momentos de odio (nos preocupa, donde la amistad jamás preocupa, y deja totalmente libres en su interior a los amigos). Y tiene momentos de inmensa ternura. Pero siempre existe la otra persona. En el amor, una persona se olvida de sí misma en la otra. En el matrimonio son dos personas distintas, pero que reaccionan incesantemente, la una sobre la otra. Como el péndulo de un reloj que golpeara, ida y vuelta, ida y vuelta, sobre dos placas de metal. Y esa dualidad de sonidos hace un sonido; y cuando falta una de las placas todo queda destruido, y no tiene ya sentido el golpe solo que se sigue oyendo.

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Los aliados siguen hablando de la post-guerra, como si todo estuviera ya concluido. Si uno fuera a creerles, todo, de pronto- gobernantes y pueblos- se han transformado en émulos de los santos; no deseando nada para sí, sino la paz y prosperidad para los demás y un paraíso terrenal para todos. Y, seguramente, el 90% de los que leen lo diarios ven, realmente, un mundo donde reina la alegría, la dulzura y la caridad y el amor universales, bajo la sonrisa benigna de Churchill, Roosevelt, Stalin y algún chino. ¡Y están felices! Los únicos excluidos, naturalmente, son los perversos alemanes y japoneses que- ellos sí- se debatirán entre las llamas de un infierno especialmente creado para castigarlos. Pero en la mente del pueblo- plebeyo o aristocrático-, ¡esto se concilia muy bien con la caridad cristiana! ¡ Me muero de curiosidad por saber cómo se hablará dentro de quince años, y quienes serán para entonces los “elegidos” y los “condenados”!

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Pasé una Navidad fea. Ya antes estaba cansada, y no estaba contenta como otros años, de ver los hilos plateados y los adornos brillantes del arbolito. Pensaba: algo va a suceder de aquí a Navidad, y tenía miedo. El día antes de Navidad, Fritzy se rompió un brazo. No es nada. Muchos chicos se han roto el brazo, y yo he dicho:” No es nada, lo enyesan y ya está”. Pero cuando es el huesito de un chico mío, y lo veo roto, en la pantalla de los rayos, algo adentro mío se rompe también. Durante unos días sentí como una angustia, un peso; la sensación- que tengo siempre que los chicos se enfermen- de que todo se ha desorganizado en la tierra: los relojes, el sol, el aire que respiramos. Ahora se pasó, pero sufro de verlo con el brazo atado. El bebito también, está con diarrea, y en el fondo de todo lo que digo, leo o pienso, ¡siempre hay unos pañales sucios!

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1 comentario en «SUSANA SEEBER DE MIHURA 1943/4 [33]»

  1. Leemos esta página escrita en 1943, hoy, a mediados de marzo de 2022, en un contexto de guerra: Rusia – Ucrania. Las imágenes, mensages, todo llega rápidamente por los medios de comunicación. El trasfondo de todo es el corazón humano: los intereses creados, el afán desmedido de dominio, de posesión… los intereses económicos como última palabra. Y el resto del mundo que se formula interrogantes de todo tipo, ansioso no sabe qué pensar.
    Por otra parte, esta madre, que siente en su alma el dolor de sus hijos, como si fuera el propio dolor. «Pero cuando es el huesito de un chico mío, y lo veo roto, en la pantalla de los rayos, algo adentro mío se rompe también».

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