«… comprendo que la libertad, para mí y para todas las mujeres, es eso: poder amar toda entera, entera sin trabas, sin pensar. Es poder dar rienda suelta, por fin, al instinto más poderoso que hay en la mujer» …«El principio y el fin de toda acción de una madre en relación con sus hijos es el amor. Es lo único que necesitan»
AÑO 1944
ENERO – JULIO
ENERO
En Criterio Mons. Franceschi se espanta de la imprevisión de los estadistas europeos. Realmente, es inconcebible que estén arrastrando su propio mundo al comunismo, y al fin de la civilización.
EN BUENOS AIRES
Al llegar a Buenos Aires, después de un día de viaje, la noticia increíble de la ruptura; ¡sin que nada hubiera podido hacerlo sospechar! Hace dos días que vivimos una pesadilla; estamos en el más espantoso desconcierto. La ciudad, no sé si pasmada, en una frialdad extraordinaria.
Es inconcebible lo que ha sucedido: ¡han estado haciendo, hasta el mismo día, propaganda anti-americana! Los nacionalistas, locos de desesperación. Y lo peor es que creo que tienen que desaparecer, o los envolverán en alguna calumnia de la que jamás se levantarán.
FEBRERO
Se produjo el cambio, soltaron a los nacionalistas. Porvenir lo más incierto posible.
EN EL CAMPO
Nunca más feliz de estar aquí. ¡El olor a agua y jabón, a cera y jazmines de mi casa! ¡Mi cama tan maravillosamente blanda, la almohada y el colchón! Y esta mañana el canto de los pájaros, que me pareció un milagro de belleza. ¡Y el olor, afuera, a campo y a jazmines y a tierra!
Estoy feliz. Todos mis sentidos están felices: mis ojos, de ver el verde de los árboles y la blancura de mi casa; mis oídos, de escuchar el ruido suave del viento (he descubierto que ya no me gusta el ruido del mar, ese interminable grondement); mi olfato, mi cuerpo todo. ¡Me parecen que hacen años, años que no soy tan feliz!
Y, de pronto, sentí: “Gracias, Dios mío, por este viaje sin tropiezos, por mis hijos sanos y sonrientes, por esta casa y estos árboles. Y por esta lejanía de toda discusión, de toda fealdad y de toda angustia». Y comprendí hasta qué punto es un regalo del destino, esto que tenemos hoy.
MARZO
Cada vez peor. Hablan de conatos de contrarrevolución; rivalidades entre Ramírez y Perón, parece. El Uruguay, y demás países “hermanos”, hablan pestes de nosotros. Es gracioso, la ruptura que debía haber traído la unión, ¡ha sido la causa de la más absoluta desunión, interna y externa!
Cuando desembarcamos de la balsa, ¡qué extraño me pareció, y qué lindo, el campo de las islas y los anegadizos! Hojas anchas de achiras, y lanzas de los juncos y cañaverales, y a los bordes del camino el agua donde se reflejaban las nubes, y camalotes de flores amarillas y moradas. ¡Tantas formas de hojas! Todo estaba tan verde; y grandes pájaros, garzas y cigüeñas- y otros cuyo nombre ignoro- parados en medio de esas hojas. Mi alma exultaba: es la única frase que encuentro para decir lo que sentía.
ABRIL
Releyendo mi diario, y esa desesperación por ser alguna vez libre, libre de dejar correr mis sentimientos. Yo lo buscaba en el amor, y no lo encontré hasta que tuve hijos. Entonces sí pude dejarme amar, y amar yo. Siento realmente, como si adentro mío hubiera desbordado un torrente y corriera sin parar, y aliviara mi alma. Y poseo, por fin, la libertad. Y comprendo que la libertad, para mí y para todas las mujeres, es eso: poder amar toda entera, entera sin trabas, sin pensar. Es poder dar rienda suelta, por fin, al instinto más poderoso que hay en la mujer. Y esa debe ser la felicidad de las madres.
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Hablaba hoy con C., representante típico del “demócrata”. Pero es un hombre tranquilo, ¡que sabe, por lo menos, lo que significan las palabras que pronuncia!
Me interesaba saber qué piensa en estos momentos un hombre así, que representa el sector “pensante” de la burguesía demócrata liberal. Al liberalismo, al individualismo, ya lo abandonó: reconoce que acabó. Pero no a la “representación”, al gobierno representativo (¡del pueblo y para el pueblo!). Y cree en una democracia “internacionalista”, y reconoce que el gobierno de la clase media cederá el lugar al gobierno del proletariado. Pero no cree en el comunismo, cree en la democracia del proletariado. Estuve muy zonza. Debí haberle dicho que la “democracia del proletariado”, ¡se llama comunismo!
Lo gracioso es que está muy tranquilo. Lo único que le interesa salvar son las “elecciones”; y cree que con eso se salva el mundo, con el aspecto político de la democracia. Y en el fondo, entonces, lo único que les interesa es la palabra “democracia”. Que la civilización que conocemos se extinga, nada de eso interesa. Con tal de que no haya una dictadura, no importa que las consecuencias sean las mismas que las que impondría una dictadura comunista.
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MAYO
Yo debería invitar, no en primavera ni en verano, sino a mediados de mayo. Es cuando el parque se pone realmente lindo y lleno de “sugerencias”. No se notan los defectos, todo se suaviza. Hay algo femenino en la naturaleza, en esta época, algo de la melancolía de la sonrisa de las mujeres demasiado sensibles. Y la fragilidad del follaje raleado, con sus hojas doradas y bronceadas, transparentes que sabemos que no resistirán al viento. En primavera sabemos que llegará la madurez y la exuberancia y el desenvolvimiento total; pero, ahora, yo sé que esta belleza dura pocos días, hasta convertirse en muerte.
JUNIO
Ha empezado la invasión.
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Ayer fui caminando con Ricardo hasta la huerta. Era tarde, el sol se había puesto. Detrás de las ramas desnudas de los paraísos, el oeste era una inmensa franja rojo- anaranjada, cuyo resplandor se volvía, por momentos, más sombrío y más intenso. No había viento, y no se oía más que el balar de alguna oveja.
Ricardo iba hablando como un loro a mi lado. Y de pronto me dijo:
-Mamá, ¿no te gusta muchísimo acá? Es muy lindo el campo. Bueno, no te digo el campo… – Y abrió los brazos, mostrándome el campo a los costados:
– No, no te digo eso, pero… todo -.
Y no supo seguir hablando, porque no sabe todavía las palabras con que se expresan las emociones. ¡Y yo sabía tan bien lo que quería decirme, y lo que sentía sin saber qué era! Era ese silencio, y esa luz y esa serenidad, que llenaban su alma de alegría.
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Las noticias de la invasión, a pesar del optimismo de Enrique, me parecen malas. Todos esperan desembarcos en Holanda, sur de Francia, etc. Es imposible que Alemania gane contra la riqueza de Norteamérica.
Nos estamos volviendo gubernistas. Perón me hace mejor impresión cada vez. ¡Pero el ridículo con que lo cubren!
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La nueva arma: el avión sin piloto. ¡Esto es igual a las historias en figuritas de las revistas de los chicos, con rayos que matan y hombres mecánicos! Parecía que ya había pasado la era de las sorpresas en esta guerra de sorpresas: Pero veremos qué resulta de esto.
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El principio y el fin de toda acción de una madre en relación con sus hijos es el amor. Es lo único que necesitan, al fin de cuenta, lo único que necesitan todos los hombres: que haya una persona que los quiera tal cual son y en todos los momentos, que comprenda y que se calle (no que comprenda el motivo de su tristeza, sino su tristeza, y no averigüe más).
JULIO
Muy, muy preocupados. Se ha planteado, parece, la cuestión entre Norteamérica y la Argentina. Hablan francamente de sanciones, casi no quedan embajadores en Buenos Aires. El pretexto: el discurso de Perón; que han dado a publicidad a pedazos, y con el que quieren hacernos creer que ellos creen que encierra una amenaza.
O cede el gobierno o cede Estados Unidos; o aguanta el gobierno las sanciones. Si las aguanta, puede ser la salvación, porque será “a quien pueda aguantar más”: si nosotros sin vender, o ellos sin comprar. Y puede ser el principio de la transformación de la Argentina en una potencia independiente. Y puede ser también la guerra. Pero “todo pesado”, lo que menos peligros encierra es, como siempre, la actitud valiente: desafiar las sanciones.
En estos días, o Perón pasa a la historia como un hombre cobarde y vil, o se transforma en un personaje. Como es ambicioso, espero que opte por lo del personaje. Pero indudablemente –hoy se ve claro- hay un solo hombre en el gobierno con ideas y con arrastre, y es él.
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Una declaración buena de Perón. La expectativa.
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Hay dos clases de mujeres que nunca se aburren: las mujeres simples, que viven activas en el trabajo material de una bonne menagére y madre solícita, y las mujeres inteligentes, que descubren el interés escondido en las cosas más simples, y que advierten las infinitas perspectivas que recélent en el gesto más insignificante de un chico. (Una de esas dos clases de mujeres deseo para mis hijos).
Pero un serio problema son las mujeres que no son inteligentes y que, sin embargo, sienten que hay algo más que el mero trabajo material. Y que no saben qué es lo que les falta, ni dónde está. Son las mujeres insatisfechas, las mujeres que se aburren y necesitan la ciudad, con sus apariencias de cultura y de interés.
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No sabemos qué estará sucediendo. Perón es vicepresidente y acabará por estar él solo. Los nacionalistas han renunciado, pero los discursos de todos los del gobierno no pueden ser más nacionalistas.
¿Creo o no creo que Perón es capaz de conducir a este pueblo, por la reforma social, a la otra orilla, en un momento tan terriblemente peligroso? Porque a esa orilla tendrán que llegar, quien sabe en qué estado y a través de qué conmociones, todos los pueblos.
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Que nada parezca valer la pena de ser sentido si no puede ser fijado sobre una “página blanca”, eso no quiere decir que se tenga talento literario. Porque entra en eso, también, un sentimiento que no tiene nada que ver con el arte: el deseo de conservar, como guarda el avaro su oro, lo que en la vida ha sido bello o profundo. De guardarlo para después, y por temor a perderlo si no queda escrito.
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Yo pensaba ayer: estamos agobiados, no sólo por esta guerra terrible y un futuro más terrible aún, sino por la solemnidad, la hipocresía, el misticismo de sajones y germanos.
Realmente, Francia ha desaparecido del mundo desde hace cinco años, y se siente. La gracia, el esprit, el sentido de la proporción y del equilibrio, el justo medio: en todo se advierte su ausencia, desde las modas y la literatura, hasta las ideas políticas.
Tenía razón el pobre Miguel, mi peluquero italiano, es la derrota de la raza latina. ¡Y qué mundo poco inteligente, pesado y sombrío, sería el mundo de las otras razas! Shop-keepers ingleses, hipócritas y primitivos norteamericanos, graves profesores ridículos y formidables alemanes, ¡qué extraños a nuestra manera de ser!, ¡cómo, en el fondo, los detesto a todos!
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