SUSANA SEEBER DE MIHURA 1945/1 [36]
¡ADIOS AL CAMPO!

¡DEL CAMPO… A BUENOS AIRES!

«Me faltan pocos días para ir a Buenos Aires. Me asusta la idea de los chicos al colegio, la nueva organización de mi vida. Y nada de lo que antes me atraía de Buenos Aires me atrae ahora» […] «Yo veía, con horror, los chorros de gente que salían del subterráneo… por un instante pensé en la estancia» […] «esa corriente que se volcaba delante mío, apretada contra la pared […] «¡Esa gente está aquí porque prefiere esto a la soledad! Por inconcebible que me parezca, esto es lo que el hombre prefiere, lo que les gusta. Es el animal humano» […] «la civilización se dirige, a pasos inmensos, a intensificar esto que a mí me angustia y me horroriza».

AÑO 1945 – ENERO a MARZO

NOTA: En marzo de 1945, para el comienzo de las clases, Susana se trasladó a vivir a Buenos Aires con los hijos. Como en tantas otras familias de campo, el marido alternaba sus viajes a Buenos Aires con sus estadías al frente de la explotación. La vida de Susana en el el campo (San Gabriel, la eStancia) quedó restringida a la temporada de vacaciones de verano y de invierno.

ENERO
10        (En San Gabriel)
Estoy  en una total apatía, una tristeza sin verdaderos motivos; y como no sé exactamente la razón, no sé cómo defenderme. Estos tres días en Buenos Aires, para resolverme a tomar la casa, fueron los tres días más desagradables desde hace muchos años.

                 No podía resolverme, no quería resolverme. Esperaba, ¿qué? Por fin me resolví pensando: “Tengo que venirme a Buenos Aires: a eso no hay vuelta que darle, tengo que hacerlo”. Y no es que la casa me fuera desagradable.
                 Y esos días en casa de F., sintiendo la desgracia, la inestabilidad de su vida y la falta de apoyo que necesitaría tanto. Y todo lo que me contó de M. fue como si bruscamente realizara yo toda la serenidad de mi vida, alejada de los problemas del resto de la familia. Y ahora, cuando me vaya, es el final de doce años de una vida en los que no he tenido ningún disgusto verdadero, fuera de la muerte de la chica de M., lo único que me ha conmovido de una manera no egoísta.

 ***   

18        Imposible seguir así. Falta un mes para irme, tengo la casa tomada: y estoy en una apatía total; no hago nada, no pienso nada.

            La ofensiva rusa, como un aluvión que nada puede detener. Hace la impresión de que en una semana estarán en Berlín.

*** 

30        Anoche pensaba en la ida a Buenos Aires. Me repito que sí, que los chicos tienen que ir. Pienso y pienso en qué es lo que les conviene. Tienen que estudiar, pero ¿tienen necesariamente que seguir una carrera? Sí, lo necesitan para su cultura general. Pero su trabajo debe ser el campo. No hay ningún trabajo más libre, ni más de acuerdo con la verdad fundamental del hombre. Y esta vida, en contacto directo con la naturaleza y con los peones, es la vida más agradable, más sencilla y más decente.

FEBRERO
24        No pienso, apenas leo los diarios. Tengo la impresión de estar esperando un derrumbamiento. Todos los problemas son tan vastos que no puedo abarcarlos con mi inteligencia. En el país hay una total apatía. Perón nos lleva a las elecciones, y a declararle la guerra a Alemania. El país entero se encoge de hombros.            
Me faltan pocos días para ir a Buenos Aires. Me asusta un poco: la idea de los chicos al colegio, la nueva organización de mi vida. Y nada de lo que antes me atraía de Buenos Aires me atrae ahora.

 MARZO
6          Me voy pasado mañana. Empieza una nueva etapa en la vida de los chicos y en la mía. Tengo que hacer un esfuerzo para no entristecerme, y mirar al frente con una sonrisa y con entusiasmo.

            No tengo que dejar que esto debilite mi unión con Enrique; no voy a dejar que lo haga, aunque estemos separados. Pero lo más difícil es encontrar entusiasmo adentro mío, por esta nueva vida.
            Miro mis chicos, aquí, libres, inocentes y felices, y siento que les ha llegado el momento de salir del mundo encantado de la naturaleza para entrar- al entrar al colegio por primera vez- en el mundo de los hombres. No es que me dé lástima por ellos- porque es inevitable que sea así-: me da una lástima impersonal.

***  

16        (En Buenos Aires)
La sensación de desorientación y de irrealidad que tenía al llegar se me ha pasado desde que han venido los chicos.[ Los dos hijos menores habían quedado en la estancia, para dar tiempo a poner la casa que había sido alquilada en el barrio de Palermo Chico.] Realmente, mi casa son ellos. En un desierto, sin techo sobre mí, pero rodeada de mis hijos, sentiría:  “Esta es mi casa”. Aquí, en este círculo que formamos, está apresada la serenidad, la satisfacción y la alegría.

*** 

24        Yo veía, con horror, los chorros de gente que salían del subterráneo en Constitución. Ante esa corriente que se volcaba delante mío, apretada contra la pared, sin poder avanzar en sentido contrario, un instante pensé y vi la estancia: el campo sereno y verde, el cielo inmenso, la paz y la soledad.
                  Y empecé a compadecerme y a sufrir por esos individuos, que no se distinguían en este fluir apurado y gris, maloliente, y apelmazado. Después, sentada en el subterráneo, se me pasó la lástima. Yo sufriría, si estuviera obligado a ser uno de esos seres, a ir de un lado a otro debajo de la tierra, eternamente, oliendo ese aire pesado, apretada y empujada.
                  Pero esa gente está aquí porque quiere. ¡Porque prefiere esto a la soledad! Por inconcebible que me parezca, esto es lo que el hombre prefiere. Todo esto lo tolera pensando en el cine del domingo, en la compañía de sus semejantes. No estar solo sino ser un montón: eso es lo que les gusta. Es el animal humano, al fin y al cabo. Los libros de Wells y el Brave News World  son reales hoy, ya existen. Y la civilización se dirige, a pasos inmensos, a intensificar esto que a mí me angustia y me horroriza.

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1 comentario en «SUSANA SEEBER DE MIHURA 1945/1 [36]
¡ADIOS AL CAMPO!
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  1. Para el alma y la mente de Susana, dos realidades opuestas: la ciudad y el campo; con una irresistible vocación a la vida de campo: naturaleza; soledad, paz, vida familiar.
    Un tiempo de inestabilidad y confusión ante la decisión a tomar sí o sí. Se diría, desde la espiritualidad, un intenso moviemiento de espíritus contrarios, que lo vence tomando enérgicamente la correcta decisión.
    Sin perder la mirada crítica y con gran capacidad de adptación que viene de la auténtica maternidad, reflejada en esa frase:
    «La sensación de desorientación y de irrealidad que tenía al llegar se me ha pasado desde que han venido los chicos…. Realmente, mi casa son ellos».

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