SUSANA SEEBER DE MIHURA 1939/2 [22]
LLEGA SU TERCER HIJO

1939/2

MAYO (En Buenos Aires)
¡Me parece imposible que dentro de pocos días habrá otro chico a quien querer! Estoy contenta. Me gusta esta casa [Casa en el barrio de Belgrano. Como en los demás casos, la autora se trasladaba a Buenos Aires a una casa alquilada, un tiempo antes del nacimiento.] Veo el cielo y las ramas de los eucaliptus, y nubes blancas por una ventana, desde mi cama. En la otra están como pintadas las hojas bronceadas de los plátanos. Pero es tan raro: no me siento vivir yo, sino alguien que ha tomado mi cara, y que anda como sonámbula en medio de las cosas. Lo único que siento es el sol y el cielo; de todo lo demás no me importa nada. No pido más que estar sentada, no haciendo nada, ni siquiera pensar

***

Todo ha pasado como un sueño. Mi chiquito duerme en el moisés, y veo los árboles y el cielo desde mi cama. Soy feliz; cada momento del día es suave y tranquilo. El presente es tan lindo: vivir así, recostada sin hacer ningún esfuerzo, sin ningún pensamiento que me preocupe. Me parece que toda la vida es esta pausa. Oigo cantar los pájaros; los claveles en mis floreros son más rosados al lado del celeste de la cuna de mi chiquito.

JULIO
Me visto, salgo, converso, voy al teatro; y nada me entusiasma. El otro día, en el teatro, unas frases bellas, es lo único que me ha llegado hasta adentro. Hasta la belleza de los árboles y del cielo la miro desde afuera. Y me he olvidado de escribir.
               Pero cuando llego a casa y los chicos se ríen; y cuando el bebito, todo caliente y blando, se acuesta pesado y medio dormido después de mamar contra mi cara, busco las palabras con que decir mi alegría. No las encuentro; pero sé que si pudiera hallarlas serían profundas, y luminosas y sonoras. Bellas frases que nunca podré decir pero que están guardadas adentro mío y viven conmigo.
               Y lo quiero a Enrique como cuando recién nos casamos; o será que lo quiero más: ya no me acuerdo. Me siento joven y de nuevo siento el amor.

***

Ayer entré en lo que fue nuestra casa en Martínez. Ya sabía que algún día volvería. Tenia que volver, es demasiado mía. Recorrimos la casa, entré en todos los cuartos, abrí todas las puertas. Y lo raro es que no podría decir cómo está amueblada ahora, fuera de que hay muchos muebles. Porque cuando salí, tenía la impresión de haberla visto como era antes, cuando nosotros la vivíamos. Con los muebles nuestros, el cuarto de papá y mamá con el papel con rosas.
Todo lo he visto como era, con los muebles gastados y desparejos, tan gastados por nosotros. Mi casa, mi casa y mi jardín, con el olor de los azahares; y la ventana de mi cuarto, donde me acuerdo haber estado, parada en la noche: exultando, pensando en la vida maravillosa que sería mi vida. La vida tan amplia, tan linda, y que nunca concluiría; llena de amor y de alegría, de misterios y de cosas imposibles que me sucederían. No, no es una casa como las demás, donde he sido feliz y he sufrido. Esa casa soy yo, yo como era. Yo: la juventud. Es como si allí el tiempo se hubiera detenido, y entre esas paredes hubiera quedado esa yo que ya no existe. Yo y papá y mamá, y todos mis hermanos, en esa época en que éramos todos uno, y no como ahora en que somos cada uno un ser aparte. Allí he comprendido el sentido y razón de ser de una familia.
Hay una cosa intacta en la casa: las manijas de las puertas. Sin ningún esfuerzo, naturalmente, mi mano hizo girar las perillas redondas y bronceadas. The feel of them
[el contacto en ellas] del que nunca tuve conciencia, fue, creo, lo que me dio la sensación de que no habían pasado veinte años.
                No, no creo que ninguna casa, ni siquiera “San Gabriel”, donde se está realizando mi vida, guardará jamás la empreinte [impronta] que tiene ésta, donde he vivido otra realidad que no se apoyaba en cosas materiales sino en sueños.

AGOSTO
Todo el mundo discute y profetiza, y lo insulta a Hitler. Y es imposible calcular qué puede suceder. Hay razones indiscutibles para suponer que va a seguir realizando todo lo que quiere, viendo todo que hasta ahora ha conseguido como una serie de victorias en una guerra sin guerra (de las cuales la última, el pacto con Rusia – que dejó al mundo estupefacto – sería la victoria final). Hay razones, también indiscutibles, para pensar que esa no es la victoria definitiva sino el principio de una guerra verdadera (si Inglaterra cumple con lo que amenaza hacer). Si no hay guerra es porque ya ha vencido; si la hay es porque Inglaterra se siente realmente capaz de hacerle frente. ¿O especularán con una guerra larga, y el derrumbe de Hitler en Alemania? Tengo la sensación, casi física, de que algo decisivo para el rumbo que tomará la humanidad se está decidiendo en estos días.

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”La Maestrina” ha sido una revelación artística! [Comedia teatral italiana en 3 actos (1918) de Darío Niccodemi 1874-1934, llevada al cine en 1930 y  en 1942 – Versión al español (1919)] Antes de ir, Ana María me dijo: — “La vi hace mucho, quizás haya envejecido”. No ha envejecido: como pieza de teatro sencillamente no existe. Viendo esta “Maestrina”, inmediatamente pensé: ”¡Es una vista de cinematógrafo!”. Y comprendí qué deplorable es el cinematógrafo.                     Porque esto, con Greta Garbo y algunas otras semejantes, con sus mismas escenas melodramáticas y falsas, sería una película que sé me emocionaría. No pude dejar de ver las escenas, que en el teatro eran ridículas hasta el límite de lo ridículo, trasladadas a la pantalla, y reconocer todo el partido que allí se les sacaría.
                ¡Pero es vergonzoso que sea esta “Maestrina” lo que estamos viendo y aplaudiendo todos los días en el cine! ¿Será porque en el cinematógrafo estamos en un plano en el que admitimos, ya de entrada, más irreal, y donde no pedimos otra cosa sino que nos emocionen con cualquier recurso, porque dejamos nuestro cerebro en la puerta?
Y me acuerdo de Huxley con sus “feelers” [antenas, sensores] del Brave New World [Un Mundo Feliz] Esto ya es “feelers”: movimientos, figuras, y nada más que sentimientos en acción.
                 ¡Qué disparate enorme decir que el cinematógrafo está matando al teatro! A este teatro tipo “Maestrina”, sí. Lo reemplaza con ventajas. Pero al verdadero teatro, nunca. El teatro tiene que ser poesía o estudio de caracteres, no imitación del cinematógrafo, ni de este teatro que, antes del cine, ofrecía esa clase de sensaciones. No tiene por qué tener ni acción, ni movimiento, ni argumentos complicados. Tiene que ser lo que siempre fue el buen teatro: tiene que hacer hablar a los actores lo que la gente real calla, descubrir las pasiones que en realidad se ocultan, o ser, como un cuento de hadas, fantasía y poesía.

SEPTIEMBRE (4 de septiembre de 1939)
En guerra desde el primero. Una guerra rara, que no se sabe cómo se hará.

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