
Querido Padre:
Con respecto a esa santa hija tuya y cómo la han asustado los agentes médicos en su actual y anteriores experiencias de embarazo: ¡Que identificada me siento con sus palabras y testimonio!
Tan lejos están los medios médicos vigentes de poder comprender y entrar en el misterio de lo que Dios va obrando en cada Hijo suyo, adorador eterno, que envía por medio de nuestro cobijo en el vientre a este mundo!!
Lo que yo siento profundamente es que la práctica generalizada de la medicina hoy, es como un gran instrumento que el demonio utiliza para infundirnos y agigantarnos a las embarazadas todos los miedos que que nos asaltan durante el embarazo.
Por experiencia personal he visto y vivido cómo Dios ha » burlado» todos los diagnósticos y estadísticas de la ciencia con respecto a probabilidades negras, fechas y términos, posibles complicaciones y cuánto más con lo que ellos se hacen hoy su gran negocio.
Ellos nos atizan la ansiedad, provocan un gran » aturdimiento» del alma que nos impide saborear, en perfecta comunión con el Padre el silencioso misterio que opera el Espíritu Santo, Señor y dador de vida en nuestras entrañas de mujer. ¡Si pudiésemos desentendernos de los médicos y personal para médico y en vez de esas voces y controles nos fiáramos del Espíritu y del Padre que son los que lo obran todo en nuestro interior!
¡Cómo viviríamos el embarazo en paz, confiadas en Dios que va dictando los tiempos y momentos Dios va poniendo los tiempos en la gestación del nuevo adorador eterno que él toma de nuestra sangre!
Luego de haber vivido mis tres embarazos, y recordando cada uno y comparando con el séptimo de esa hija tuya, me he sentido en falta con el Señor; en falta de fé, de confianza, de entrega, de no escuchar al Señor, de no dejar que mi vientre materno fuese el gran comunicador y regulador de las fechas y los tiempos, revelados en el silencio de la gestación al corazón de toda madre.
Si querido Padre, escribirte esto hoy, ha descubierto en mi corazón esta » culpa» y siento con profunda convicción en el alma, de ahora en más, ante cada mujer embarazada que Dios ponga en mi camino, ante la que se esté preguntando y dudando si encargar o no, luchando entre el deseo de ser madre y temiendo por las fatigas de serlo, no vacilaré en animarla en animarse, a volcarse animosamente a esa tarea; «a encontrarse consigo misma en lo profundo de su ser mujer e hija de Dios, y poder percibir en su interior y escuchar y obedecer esos profundos secretos revelados a toda mujer gestante cuando vive como Hija de Dios».
Tu hija
Corina