

Por la oración crezco en fuerza, convencido de que Dios está ahí, de que Él me ama sin condiciones y me llama, cualquiera que sea la ruta que tome mi vida, a ser como Él es.

Con el pasar del tiempo nos envolvió el tumulto deleitable de la vida, y nos dejamos ir en las cosas. Sólo cuando nos hicimos mayores, y después de caer y levantarnos muchas veces, el sentido de una vida llena de fe regresó amablemente, más sosegado ahora, más profundo, más firme, más fuerte.
En algunas vidas, el sentido de la fe regresa bruscamente como rompiendo barreras, como una inspiración que hemos estado bloqueando inconscientemente.
De pronto Dios se muestra de nuevo, como el sol a través de la niebla matinal.
El regreso de la fe trasforma al mundo y nuestro quehacer, y el modo como lo consideramos.
Es un presente del cielo en la tierra y de la feliz visión del Dios de la promesa.
Puede hacernos pensar que la vida religiosa, a pesar de todas sus dificultades y penosos cuestionamientos, es -en cierto sentido- una aventura y que puede ser hermosa.
Albert Di Ianni Religious Life as Adventure, La Vida religiosa como aventura, Epílogo